miércoles, 20 de junio de 2012

Sueños.

Deberían ponerle un límite a eso de perseguir los sueños. Así siempre sabríamos cuando es el tiempo debido en el que debemos parar, y sujetar nuestras ilusiones y nuestros sentimientos antes de que caigan al vacío en una caída libre de la que luego es muy difícil curar las heridas.
Quizás así nuestro sentimiento de fracaso sería mucho menor si no nos hubiéramos dejado todas las fuerzas en algo que des del principio era imposible por alguna extraña razón que desconoceremos.
Los sueños deberían venir con fecha de caducidad, así una vez pasado el plazo, si aún no los habríamos cumplido, podríamos tirarlos y olvidarnos de ello como algo que forma parte estrictamente del pasado porque aunque quisiéramos, ya no los podríamos volver a soñar. El día en que caducara, se perdería toda la ilusión por ello, y nacería un nuevo sueño por el cual volveríamos a luchar y seguramente... A sufrir.