sábado, 1 de febrero de 2014

Tú eras leyenda

Tú eras leyenda, y yo solo un cuento
y esperaba sentada en la acera cuando te vi pasar por primera vez;
y me hubiera perdido entre tus venas como si de callejones se trataran
para que me enseñaras el camino, para que me abrieras las puertas.

Te seguí con la mirada mientras seguías hacia adelante,
no me habías visto,
quizás porque acaparabas toda la luz de ese rincón.
La gente se giraba cuando pasabas, y tu ni siquiera te dabas cuenta
porque llorabas,
y aún sin conocerte, me rompiste el corazón.

¿Qué tenías que me hizo estremecer?
¿Qué brillaba en tus ojos que no me dejaba dormir?
Y adopté el insomnio como forma de vida hasta que te volví a ver.
En el mismo bar, sin la misma gente.
Y no pude evitarlo, porque no me importaba perder teniendo la posibilidad de ganarme tu sonrisa
( y tus buenos días).

Y al mirarnos se paró todo,
tú tsunami, y yo tormenta de arena
porque lo revolviste todo sin querer.
Me estrujaste el alma y me exprimiste
y te lo bebiste todo,
y me quedé quieta, con la boca seca.

Tú eras sol, y yo era luna,
pero aquella noche eras tú quien brillaba más de las dos
por eso te buscaba la sonrisa,
para que me alumbraras.

Y joder si me alumbraste,
me cegaste y tuve que seguir a tientas,
me habías ganado sin siquiera haberme tenido.
Y aún sin conocernos, me hubiera casado contigo.