lunes, 29 de agosto de 2011

Consejos y otras tonterías acerca del amor...

Me dicen que debo encontrar a alguien que me comprenda, me quiera y me haga reír.

Y sin saber por qué, eres la primera persona que me viene a la mente.
Imaginaciones mías, en las que pienso que podríamos ser más felices de lo que ha sido nunca nadie en el planeta Tierra. Que nos querríamos hasta el final y que nuestro amor, como en las películas, estaría por encima de todo.

Pero no es así, tú estás lejos y ya no sólo físicamente.
Te echo de menos. Sé que no sospechas nada pero pienso en ti más de lo que crees.
Nunca te lo demostré, y siempre me comporté como una perfecta idiota a tu lado. Pero te quería.

Quizás es eso, el amor nos transforma y nos vuelve seres estúpidos.

sábado, 27 de agosto de 2011

Se ha acabado todo.

Con la última nota doy por finalizado este anexo de nuestra historia. Las luces se han apagado y nos hemos ido cada uno por nuestro camino, la última gota de alcohol mojaba mis labios y mi cabeza daba vueltas mientras yo intentaba buscarte entre la gente. Distinguir tu figura y saber que a tu lado estaría segura. Yo me sentía así a tu lado y tu te aprovechabas de ello para sentirte bien.

No voy a pedirte explicaciones ni intentar entender porqué. Simplemente hay cosas que suceden y pasan por delante tuyo a cámara rápida, momentos que intentas retener en tu cabeza una y otra vez y cuando te das cuenta, se han acabado.

La música ha cesado de sonar y la gente sigue gritando. Yo camino a tu lado sin decir una palabra mientras tú me hablas de todo y de nada a la vez. No te entiendo, no te escucho, ni siquiera me esfuerzo por oírte... Vamos, me tienes a un paso, bésame.

Pero no lo haces, mis pisadas van dejando huella en el arcén mojado pero mi pelo no denota un rastro de lluvia. Una gota, dos. Me estoy mojando pero no siento nada. Miro al cielo, no hay estrellas. No es la noche ideal pero podría serlo... Vamos, está en tus manos.

Y tus manos se acercan, todos mis sentidos conspiran para notar tu caricia. Un segundo, dos. Y entonces llega. Paseas tu dedo por mi piel y me desmayo. Por dentro, poco a poco caigo al suelo en espiral.

Luego calma, otra vez. Aire, pronuncias algo. De nuevo silencio. Viento, contesto algo que no sé que quiere decir. Callamos. No hacen falta palabras, solo mírame y sabrás lo que quiero contarte.

Que he vuelto a caer, que he vuelto a sentir. Que puse todo mi empeño pero no conseguí pararlo. Que viene arrasando con todo y que tengo miedo de lo que pueda ocurrir después. Que estaré sola porque al último compás de esta melodía se habrá acabado todo lo que no tuvo que ser retomado.

Si dos personas fueron felices, debería quedarse ese recuerdo en la memoria encerrado con llave. Sin embargo, ya no eres un recuerdo, eres tú. El de siempre. Tú. Mi tú. Tú y yo, como antes.

Antes. Siempre serás mi 'antes' y no mi ahora. Vamos, la guitarra ha dejado de sonar. La gente recoge, las botellas han quedado en el suelo y los músicos vuelven a sus coches. Ha acabado. No es un final feliz, pero es un final.

Déjalo así.

Las cosas que haces...

Solo denotan cobardía. Te dedicas a vencer al miedo jugando conmigo pero él siempre consigue ganarte a ti.
Entonces te levantas y te olvidas de mis ojos, finges que no ha pasado nada y te convences con tu sonrisa postiza de que estás haciendo bien.

Me dejas en el mismo punto de siempre y te alejas años luz. Luego cae la noche y parece que recobras la memoria al acercarte a mí, y yo soy tan idiota que caigo en picado irremediablemente y aterrizo en tus brazos.

A veces te creo, a veces me engañas con tus estupidas promesas y tus palabras vacías. Y yo confío en ti. Te quiero por momentos y pienso que nunca has cambiado y que tu y yo, los de antes, somos los mismos.

Pero no es así. Somos ya distintos, dos gotas de agua que avanzan en diferentes sentidos. En direcciones opuestas. Quizás es mejor así, así nunca más podremos cruzarnos.

lunes, 22 de agosto de 2011

Maldito amor...

Olvídame. Haz como que no tienes lugar en mi corazón. Que eres un sentimiento al que soy inmune.

Déjame. Y haz que deje de buscar su mirada por todas las esquinas. Házme creer que no quiero verle. Hazme olvidar su sonrisa.

Te juro que lo he intentado. Lo juro... pero siempre ganas tú.

Y tú ¿crees en el amor a primera vista?

Una vez me preguntaron si era posible enamorarse en sólo 3 segundos.
En el momento en el que le conocí, descubrí que sí. Solamente este pequeño espacio de tiempo fue necesario para llegar a quererle con toda mi fuerza. Supe des del primer instante que había empezado a formar parte de mi historia y de lo que era o llegaría a ser.

Cada momento en el que le veía, mi corazón se disparaba como si estuviera en una montaña rusa, alcanzando el momento máximo de adrenalina si acercaba su mano a mi pelo.Puedo recordar cada centímetro de su piel y tener la certeza de que si se acercaba más del límite permitido, perdía la respiración. Yo misma me asusté de la fuerza con la que entró en mi vida en solo 3 segundos.

Me envolvía con su aire y me arrastraba flotando por cada partícula que le rodeaba, provocando una sensación de vértigo aterradora dentro de mi, al verme encima del precipicio que se extendía bajo mis pies, ese en el que caería el día en que desapareciera de mi vida. Siempre estuve segura de que nuestra historia no era real, pero mi imaginación se empeñaba en demostrarme que podía ganarme todas las partidas y construía un mundo en mi mente donde no existía nada más que él y yo y un cielo bajon el que pararnos a mirar las estrellas. Sabía que le gustaba hacer eso, y cada cita que teníamos en los 20 cm cúbicos de mi subconsciente, entre sueños y ensoñaciones varias, significaban un mundo para mí y me dibujaban una sonrisa en la cara que me costaba disimular. Seguí con fuerzas solo porque sabía que podía aparecer por la esquina en cualquier momento y que me iba a mirar, me iba a sonreír y luego sus ojos azules se alejarían con un guiño que me haría caer irreparablemente hacia el suelo, en una caída libre de la cual no conocía el impacto. A veces sentía calor cuando le miraba, me sentía viva y me sentía llena. A veces me helaba de frío y tenia que apartar la mirada antes de que pudiera darse cuenta que estaba rompiendo mi alma en mil pedazos diminutos.

Pero no dejé ni un segundo de pensar que era yo quien quería rodear sus brazos cuando estuviera triste, que era yo quien quería recorrer con besos toda su espina dorsal para aterrizar en su cuello, que quería robarle un suspiro y un sentimiento, que quería un momento mágico a su lado. Un momento que nos perteneciera en exclusiva, para que luego pudiera recordarlo y sonreír para sus adentros. Quería que él estuviera tan seguro como yo y lo quisiera dar todo por mi. Y aunque no hubiese querido, yo sí lo habría dado todo por él. Habría dado mi vida y le habría dedicado todos los latidos de mi corazón, porque en ese momento creía que era la única persona que me hacía falta para seguir adelante, que era demasiado duro sin verle aparecer y sonrojarme. Me quedaba mirándole de lejos y me salían rosas de la boca si me hablaban de él.

Estaba enamorada. 3 segundos que significaron una tormenta de sentimientos que arrasó con todo y me dejó sola en medio de la nada con el corazón en una mano y su nombre en la otra.

Luego, todo cambió y la tormenta pasó a calma, las cosas volvieron a su sitio y yo olvidé su nombre en un cajón. Pero no pude desprenderme de la huella permanente que había dejado al pisar mi corazón. Si repasaba la cicatriz con la punta de los dedos, leía entre líneas todo lo que quería vivir a su lado y era capaz de sentir de nuevo. Pero me había acostumbrado a su presencia y la montaña rusa poco a poco se desvaneció para dar paso a un suave paseo en góndola. No dejé de querer estar con él, siempre será alguien especial para mí, pero aunque a veces intentaba no creerlo, ya no sentía lo mismo.

Así que sí, es posible enamorarse en 3 segundos. El enamoramiento, esa sensación de andar a cinco centímetros del suelo, es un estado pasajero. Pero amar, querer para siempre... Quizás eso no se consigue ni con todo el tiempo del mundo.

jueves, 4 de agosto de 2011

Otra vez.

Hoy lo he vuelto a soñar.
Era simple. Ni siquiera recuerdo donde estábamos, sólo sé que había una pared blanca, y allí despaldas estabas tú. No te vi, nadie dijo tu nombre, no llegué a oír tu voz, pero tenía la absoluta certeza de que eras tú. Nadie te conocía como yo. Entonces vine yo por detrás y te abracé, uno de esos abrazos que llegan al alma. Y se detuvo el tiempo y se paró todo, y yo pensé cuánto tiempo hacía que estaba esperando este momento, la sonrisa de mi cara era completamente proporcional al tiempo que llevaba sin ti, y ni siquiera podía creer que en ese momento, fueras real. No lo eras, pero yo aún no lo sabía. Te susurré que tenía muchas ganas de verte, y que había hablado tanto de ti que todo el mundo quería conocerte. Sé que sonreíste, lo noté, aunque no lo vi. No sé cuanto tiempo pasé allí, no puedo recordar si te dije algo más, si llegaste a contestar, solo sé que en ese momento todo volvió a ser como antes, como cuando estabas conmigo. Entonces desperté. Sola en mi cama, miré hacia la pared y no te vi, ya no estabas. Y empecé a recordar esos dos, tres minutos que duró mi sueño. Y no me importó que ahora la nostalgia me golpeara en la cara, y no me importó saber que estaría todo el día intentando recordar tu mirada, porque durante esos minutos te sentí cerca.
Y solo por eso ya valió la pena.