viernes, 30 de diciembre de 2011

Recuerdos.

Me empujó suavemente hacia dentro del vagón y con sus brazos me rodeó por detrás. Sonreí, en momentos como esos deseaba parar el tiempo y que todo se reduciera a nosotros dos. Andamos como pudimos hacia la pared del metro casi vacío y me giré. Sus ojos color café brillaban y yo me perdía en ellos, en el profundo abismo de todos los secretos que escondía bajo su mirada. La punta de su fría nariz tocó la mía y susurró algo que fui incapaz de entender, yo seguía como una tonta sonriendo y buscando sus pupilas, y cada vez que nos encontrábamos, notaba que mi corazón se aceleraba más y más. Poco a poco estábamos más cerca y podía notar su aliento, podía oler su pelo y recibir todas las descargas eléctricas que me mandaba con solo tocar mi piel. Sabíamos que la gente nos miraba y nos daba igual, sabíamos que comentaban y no nos importaba nada, "estamos tú y yo y si quiere, que se acabe el mundo". 

Acercó sus labios a los míos y cerré con fuerza los ojos. El tornado de sensaciones dentro de mí cuando me besaba era tan absolutamente inmenso, que era incapaz de mantenerlos abiertos. Me sentía viva, jamás había sentido nada parecido y era algo tan nuevo, tan abismal, tan atrayente, que notaba como me precipitaba hacia ese sentimiento de manera incontrolada. Y así tantas veces, ni siquiera soy capaz de acordarme del tiempo que duró ese trayecto. Fui feliz. Fui feliz como nadie lo ha sido jamás en este planeta.


Pero ya no está. Quiso llevarme consigo y se fue antes de que pudiera alcanzarle. Sigo pensando en todo lo que fuimos y sigue rompiéndose mi corazón. Pero ahora estoy bien. Ya no soy yo, porque sin él yo no soy nada, pero (sobre)vivo así como puedo. Y no puedo pedir nada más, porque lo que quiero, lo que realmente deseo, son recuerdos que jamás volveran.

martes, 6 de diciembre de 2011

Calles. Sitios. Tú. Yo.

Pues sí, odio pasar por tu calle.
Ahí es donde deberíamos compartir los mejores momentos de nuestra vida, ahí es donde te vería pasar los días más grises y los más felices, ahí es donde creceríamos e iríamos creando la historia más bonita del mundo poco a poco. Ese lugar ha sido especial desde el día en que supe que podría formar parte de nuestros paisajes y nuestra vida cuotidina, de nuestras peleas y nuestras reconciliaciones, de noches en vela y de días bajo una manta y una peli en el sofá. Es un lugar donde quiero ser feliz, donde no puedo dejar de tener la esperanza de que hay una posibilidad entre un millón de serlo, aunque en el fondo, me parezca imposible. Da igual plantearme si una vez allí, sería correcto o no dejar que ese lugar fuera mi segunda vida, porque no va a pasar. Pero me jode, me jode recorrer la misma acera que tú cada dia y no poder hacerlo a tu lado. Y aún me joderá más cuando ni siquiera la pises tú.
Porque también odio esa calle porque me recuerda que falta poco, menos de lo que imagino, para que pase a ser tan solo tu pasado, tu recuerdo, una parte de tu vida encerrada bajo llave en una habitación en la que ya nadie se encargará de pasarle el polvo. Polvo que va a acumular todas las risas, lágrimas y palabras que has llenado ahí dentro con pequeños momentos de la rutina de tu día a día. Que esa ya no será tu casa, ya no será tu hogar, y que una vez más, volveré a caer en picado al ver que estás más y más lejos cada día
No sabes la de veces que he pasado por eso. Y no quiero, no quiero que se repita de nuevo. No quiero volver a pasar por delante de tu casa y quedarme como una tonta observando la puerta sin decir nada. No quiero buscarte por las esquinas ni pensar que podemos cruzarnos en cualquier momento. Ni tu parada de metro, ni tu quiosco, ni tu panadería ni nada, no quiero que ninguno de esos sitios signifique nada para mí. Ni que tú signifiques para mi más de lo que debes hacerlo. Odio quererte. Y odio, a la vez, querer pasar todo el tiempo del mundo en esa calle... solo porque es tu calle.

domingo, 4 de diciembre de 2011

Por una sola vez.

Me va a dar igual todo, porque voy a mirarte a los ojos y voy a decirte que te quiero. Que te prometo que te voy a querer como no te ha querido nadie y que llevo tanto tiempo esperando sentir algo así por alguien que conmigo, vas a ser la persona más feliz del universo. Y en un solo beso, vas a saber todo lo que me he callado. Y querré que me abraces y me digas que me echarás inifinitamente de menos. Y no aguantaré las lágrimas al jurarte que voy a pensar en ti y tu en mi, que voy a soñar con tu sonrisa cada noche y que por más lejos que estés, nos iluminará la misma luz cada dia. Que voy a sentirte siempre a dos centímetros de mi, que la distancia, el frío, la lluvia ni el puto invierno van a conseguir que me olvide de ti, de todo, de cada momento a tu lado. Que me levantaré, una y otra vez, cuando me caiga después de romperme por dentro al sentir el vacío de tu ausencia como un puñal. Ahí en medio, donde más duele. Que cogeré todos los trenes del mundo para venir a verte y para que me recibas con los brazos abiertos y una sonrisa que resplandezca desde todos los puntos del andén. Que te quede claro que quiero intentarlo, que quiero arriesgarme por ti y por nadie más, y que me da igual lo que pase, lo que venga y lo que conlleve esto, que por ti me iría hasta el fin del mundo y por ti, sería lo que quiero ser.

Así que de repente, voy a darte la mano y te apartaré de la gente. Ellos nos miraran y el sabor a despedida flotará encima de nuestras cabezas, tu carita feliz e ilusionada por lo que viene y mi pecho partido en dos por tu marcha. Latidos, sonrisas, miradas y dos putas palabras. 'Quédate conmigo'. Y no vas a entender nada y pondrás esa cara que pones cuando te confundes. Y lo repetiré las veces que haga falta. Y será entonces cuando entiendas que te quiero y que empecé a quererte hace mucho tiempo. Y que no puedes quererme, no debes. Ni yo a ti, pero lo hago, así que yo querré que tú lo intentes. Aunque sea solo porque la primera cosa que quiero ver al despertar son tus ojos. Aunque sea porque me estoy volviendo una cursi y una idiota por ti. Aunque sea porque en ese instante me estaré muriendo de amor y, por una sola vez, querré que tú también lo hagas.

viernes, 2 de diciembre de 2011

Adiós.

Recuerdo la última vez que nos vimos. Fui como siempre, a la azotea donde solíamos encontrarnos y estabas allí, mirándome y con la bufanda tapándote la sonrisa. El viento soplaba muy fuerte y el frío se metía en mis huesos casi paralizándolos, pero yo seguí andando hacia ti, no sonreía y no quería mirarte, no podía hacerlo.
'No puedo'. Pronuncié. Me entendiste, solo eso fue suficiente para que tus ojos se llenaran de lágrimas mientras intentabas buscar palabras para decir que me comprendías, que aunque sabías que podía pasar pensabas que el amor estaba por encima de todo eso...
y fuimos incapaces de decirnos adiós.

Sensaciones.

¿Por qué tengo la sensación de que todo lo que hago últimamente es incorrecto?

Porque quizá lo es. Sin darme cuenta, me estoy ahogando. Todo sigue igual que siempre, todo. Una calma exasperante lo impregna todo del mismo color y acabo en esta monotonía que llevo odiando 16 años. He sido feliz, he sido muy feliz y aún sigo siéndolo. Pero sólo a veces. Intento serlo a tiempo completo, pero no siempre es así. Hay muchas cosas que quisiera cambiar. A veces, me gustaría ser yo. Yo misma, yo como soy.
Y encontrar a alguien que fuera como soy. Como quiero ser.
A veces me harto de todo el mundo.

sábado, 12 de noviembre de 2011

Aquí

El día en que pueda cogerte de la mano y besarte en medio de todo el mundo. Que acaricie tu cara con la yema de mis dedos y se detenga el tiempo, que te de la mano y seas capaz de seguirme donde sea. El día en que con solo mirarnos seamos capaces de decirnos todo lo descriptible, que sientas lo mismo que yo al rozarme, al juntar tus labios con los míos.

No sabes lo que daría por tenerte entre mis brazos y perderme en ellos todo el tiempo que fuera necesario. No sabes lo que daría porque estuvieras aquí.

jueves, 10 de noviembre de 2011

Nada.

¿Por qué me empeño en creer en algo que no existe, en algo que jamás ha existido y nunca existirá?
Intento buscar una razón lógica en todo esto, intento razonar conmigo misma y me doy mil explicaciones que sé que no me sirven de nada. El corazón no atiende a razones, edades, ni a nada. El corazón no sabe nada. Y el amor tampoco. Es una de esas cosas que llega sin esperarlas, sin buscarlas, sin poder hacer nada por pararlas. Llega y arrasa con todo lo que tienes alrededor, te rompe los planes, te quita el sueño, te hace soñar despierta, te crea un huracán de sentimientos dentro, y a ti solo te gustaría romper con todo y gritar.
Y no se puede hacer nada, no se puede pretender que no existe, que no hay nada. Que no se siente nada. Porque él mismo se encarga de recordarte segundo tras segundo de que está presente en ti, de que existe. De que existe esa fuerza dentro de ti y existe esa persona por la que suspiras. La misma que te paraliza el corazón cada vez que os cruzais. Y bajas la mirada y la pierdes en la nada, no ves, no oyes, no puedes escuchar nada ni nadie. Porqué está solo ella. Esa persona que te da toda la fuerza del mundo con solo mirarte, que te roza con un dedo y te lanza al espacio, que te abraza y te detiene el tiempo. ¿Como se puede vivir así? Con la idea de algo que en verdad no se hará nunca realidad. Porque no puedo, ni debo, ni (en lo más hondo) quiero que suceda. Es difícil, es tan complicado que no se puede ni siquiera explicar.

No se puede. No existen palabras para definir eso. Yo creía que sí, yo creía que todo en este mundo tiene una explicación, una razón lógica. Esto no.
Esto ocurre, esto pasa sin quererlo. Ni deseando con todas tus fuerzas que no pase, pasa. Llega. Y se apodera de ti. Te come por dentro. Se hace dueño de tus entrañas. Te hace temblar, te multiplica por mil los latidos del corazón. Una y otra vez, una y otra vez, hasta que no puedes aguantar más.

Callas o intentas resumirlo en palabras. Sigues esperando o te juegas todas tus cartas en una sola mano. Te arriesgas. Puedes ganar o puedes perder. Pero ahora no hay nada que hacer, no hay opciones, no hay partida ni ganador. Sabes que lo vas a perder todo hagas lo que hagas. Y sólo se trata de intentar esconderlo y convencerte a tí misma de que todo saldrá bien. Que habrá algun día en que no te despiertes con su imagen, que cuando pienses en esos recuerdos tan tontos pero a la vez tan especiales, no sientas ese flechazo en el corazón.

Todo empezó de la manera más tonta. Y mira como ha acabado.
Yo aquí, muriendo de amor. Tú lejos, observando el horizonte con una sonrisa en la cara.
Y en medio, todo lo que no sé de ti, todo lo que no te imaginas sobre mí. Tus secretos, tu vida, tu rutina, tu mundo especial, en el que mi conocimiento acerca de él se queda reducido a un par de palabras. Lo que imagino, lo que me cuentas. Todo lo que nos separa. La distancia insalvable que hay entre tú y yo.

Inalcanzable.

domingo, 6 de noviembre de 2011

Lugares.

Hay lugares en los que he vivido tantas cosas que se me hace extremadamente duro volver a pasar por ahí sin las personas, la situación y el tiempo que lo hicieron especial. Es difícil pasar por delante de un sitio donde has vivido los momentos más felices de tu vida y que te crezca una profunda nostalgia que te recorra de arriba abajo en solo un segundo.
No me gusta pasear por lugares que creí que durarían para siempre y que ahora solo forman parte de mis recuerdos. Siempre me ha hecho daño tener que recorrer mis huellas y tragarme los suspiros de felicidad que exhalé un día en el mismo sitio por el que ahora paso con el corazón en la mano.

Es duro. Es duro pero poco a poco, tienes que intentar guardar la esencia de lo vivido y entender que lo que es importante es la magnitud del recuerdo, aquello inolvidable, y no el sitio en el que estabas. Vas dejando espacio para que muchos otros lugares ocupen tu corazón y aunque para ti aquel paisaje siempre tendrá un significado especial ligado a una fecha y a un momento determinado de tu vida, se trata de recoger ese momento y guardarlo en el corazón bajo llave. Solo de esta manera podrás volver a visitar todos esos sitios sin que te duela, sin que creas que haciéndolo se perderá la magia que lo envolvía. Solo así podrás empezar a vivir otras cosas que quizás lleguen a ser tan especiales, o incluso más, como un día lo fueron las otras.

jueves, 27 de octubre de 2011

.

Hay veces en la vida en las que te das cuenta de que todo quizás no es como te habías imaginado.
Hay 'para siempre' que acaban por no cumplirse, las personas que más necesitabas ahora son las que quedan en segundo plano, vas viendo que simplemente una distancia metafísica os separa y poco a poco, este muro entre sus ideas y las tuyas va haciéndose más grande.
Y cuando pienso en eso, solo me entran ganas de llorar por todo lo que hemos vivido. Porque has sido la persona más importante para mí y cada vez me cuesta más pensar en ti como eso. No puedo entender porque la vida ha separado tanto nuestras vidas, sin que nos demos cuenta, somos tan diferentes que ni siquiera podemos mantener una conversación de más de 3 horas sin acabar enfadándonos. ¿Que ha sido de nuestra conexión? ¿Que ha sido de nuestra historia?
Yo aún me acuerdo, disfrutando de todo sin preocuparnos, andando por todo esto como dos niñas pequeñas que ven el mundo por primera vez. Unidas por un vínculo invisible e inseparable, indiscutible. Algo que era capaz de traspasar cualquier cosa, cualquier fuerza sobrehumana.
Y ahora solo tengo ganas de llorar y de esconderme. Estoy en ese punto medio en que algo me dice que no acabaremos bien, que no hay ningun futuro, que no tenemos nada por lo que luchar, que no tenemos nada en común. Ya no.
Y tú ¿te acuerdas? No éramos así, no eras así. Quizás tampoco yo. Quizás eso era lo que nos unía y ahora simplemente no está. No hay vínculo. Sólo malas caras, sólo lágrimas. Yo, que pensé que a ti jamás te perdería, y ahora te sonrío y digo que no pasa nada, que estoy bien, mientras te veo delante mío y te siento a años luz de mi. Ya me es difícil decir que lo eres todo, porque todo lo que tenemos ahora son recuerdos. Recuerdos de un tiempo feliz, pero al fin y al cabo instantáneas de un tiempo que no volverá. O sí. O no sé.
Ahora mismo no sé nada, no sé que pasará, no sé que haremos ni sé si volveré a estar feliz como antes. Sin ti todo es más dificil, lo sé. Y va a serlo si no estás a mi lado. Pero ahora mismo, no sé si pesan más los buenos momentos que los malos. Quizás yo quería a mi hermana, mi niña, la cosa más bonita del mundo. Y ahora no lo es. O soy yo que no lo sé ver o...

Final. Final es una palabra que me duele. Por eso no voy a pronunciarla. Voy a cerrar los ojos, voy a secarme las lágrimas y voy a sonreír. Así nadie sabrá nada. Así yo misma creeré que todo está bien.

domingo, 23 de octubre de 2011

Errores.

No puedes forzarte a enamorarte de alguien. Eso simplemente sucede.
Un día, conoces a una persona tan especial que casi puedes tocar el cielo con la punta de los dedos. Lentamente, te dejas atrapar por sus virtudes y sus defectos y acabas con la cabeza apoyada en el cristal de cualquier autobús, escuchando canciones ñoñas e imaginando que se las cantas al oído, mientras sus labios se acercan a los tuyos. Casi puedes notarlo. Casi es real.
Poco a poco, vas dejándote llevar por esa corriente imparable que conlleva el estar enamorado, y la inmensidad de las cosas se magnifica, la belleza de lo bonito se intensifica, y solo tienes ganas de gritar al mundo que quieres a esa persona. Es bonito, es realmente especial ver como algo tan pequeño como el corazón puede hacerte sentir la persona más grande del mundo.
Por eso no podemos forzar las cosas, no tienes que empeñarte en enamorarte de alguien solo porque te convenga, solo porque sea fácil. Tiene que salir de dentro, tiene que ser incontrolable. Y si no lo sientes así, déjalo. No vale la pena obligarse a querer a alguien, así solo haces daño a las personas que quizás si te quieren a ti. Porque el amor... El amor no se puede controlar.

martes, 11 de octubre de 2011

Mariposas

Dame la mano, apuesto a que tú tambien notas esa sensación en mi estómago. Son millones de mariposas aleteando, luchando por salir y mirarte a los ojos, batir sus alas enfrente de tu sonrisa. ¿Lo oyes?
Es por ti.

Curiosidad.

Quizás es solo eso, curiosidad. Saber qué sería capaz de sentir con tus manos recorriendo mi columna vertebral de arriba abajo, con las yemas de tus dedos por cada centímetro de mi piel, dándome calor, recordándome que sigo viva. Puede que solo sea el hecho de que no pueda tenerte lo que haga que te imagine entre mis sábanas, atardeciendo un poco más tarde día a día y despertándote con tu sonrisa de cada mañana. Para que me observaras de lejos con los ojos entrecerrados y me sonrieras como sabes hacerlo, para matar mi corazón con solo esa mirada, dejarme tirada en la cama perdida entre el olor de tus recuerdos y el sonido de tu voz.
Sería tu risa, sería el olor de tu pelo, el tacto de tu cuello y tus dedos entrelazados en los míos, sería una historia de amor en 90 metros cuadrados. Intensa, inolvidable. De las que se agarran a tu corazón y no se sueltan, un secreto inconfesable para un sentimiento que es capaz de abarcarlo todo. Y después cruzaría esa puerta de metal y todo el mundo dejaría de girar a tu favor, las cosas volverían a ser tan sencillas como antes. Más fáciles, más estúpidamente aburridas y nada haría que mi estómago se revolviera como lo harías tú. Que buscaría excusas para verte, que me dibujarías sonrisas tontas en la cara, que me harías morir de amor.
Eso es lo que pienso, eso es lo que imagino mientras me limito a mirarte a los ojos y perderme en ellos. Mientras me recuerdo que no, que no puede ser. Que aunque la curiosidad que tenga por saber hasta donde llegaríamos, hasta donde serías capaz de hacerme sentir, no es suficiente. Que no puedo. Que hay barreras metafísicas que nos separan, barreras insalvables. Que me duele, que me jode mucho.
Pero que nuestra historia tiene que quedarse en eso. En miradas furtivas, en sonrisas robadas, en besos dados tres cm más a la derecha de lo que deberían, en recuerdos de algo que no existirá.
Esta será nuestra historia. Instantáneas de un tiempo imposible.

lunes, 3 de octubre de 2011

Quizás...

Quizás es porque ha caído la noche y nuestra energia ha decidido confluir en espacio y tiempo por una vez y encararnos frente a frente a ti y a mi.
Quizás porque sin luz todo se vuelve más amargo y en la oscuridad siempre buscamos encontrarnos entre los brazos de aquellos que queremos, y yo te quise siempre.
Quizás simplemente has aparecido hoy fingiendo una casualidad demasiado improbable para mi sentido común, volviendo locos mis esquemas y rompiendo mis planes en pedacitos diminutos. Lo has estropeado todo porque al olvidarte, olvidé que tu presencia era tan estúpidamente dulce, y olvidé con ella el sabor de tus besos de sal y tus labios de azúcar. El olor embriagador a menta de tu pelo y el color de tus ojos bajo el Sol.
Quizás lo tenías todo calculado y te ha bastado con dar un paso al frente para volver años atrás, has sabido dominar el tiempo y la distancia que nos separaba, has sabido romper barreras físicas y metafísicas, dejándome sola en medio de tu luz y de tu recuerdo.
Pero si quieres que te diga la verdad, siempre supe que volverías. Si tú sigues acordándote con la mitad de la precisión exacta que yo del día que me juraste que tendríamos un final feliz, tenías que volver. Aunque yo no quería un final, los finales felices son para las historias cerradas y yo quería seguir viviendo a tu lado. Muriéndome de amor.
Pero has vuelto, debes haber comprendido que si dejé la puerta abierta fue por algo. Siempre supiste leer entre mi mente y en mis entrañas, siempre fuiste capaz de tocarme el alma con los ojos. Puedes pasar, no voy a morderte. Esta vez no voy a atarme a ti con cientos de cadenas, ni voy a asustarte con mis promesas de amor eterno. Porque esta vez no vas a huir, lo sé.

viernes, 30 de septiembre de 2011

Eso fue...

... lo que podría haber sido el principio de una historia de amor. De esas que le pone los pelos de punta a la gente más sensible, con la que todos hemos soñado alguna vez. Yo también.
Bajé al andén poniéndome bien la chaqueta y cogiendo el móvil fuerte con la mano, con los ojos clavados en la pantallita que indicaba que el metro llegaría en apenas unos 15 segundos. Subí al vagón con prisa y me senté en el primer asiento que vi libre, la música retumbaba en mis auriculares tan fuerte que me hizo olvidar todo lo que tenía alrededor en cuestión de segundos.Cerré los ojos fuerte y te imaginé.
Te vi de pie, con tu sonrisa de los viernes, agarrando la maleta con la mano derecha y con los billetes en la otra, mirando el reloj y la puerta alternativamente de manera nerviosa. El corazón te latía con fuerza, como siempre que los nervios se apoderaban de ti y tu mano temblaba ligeramente. No lo sabías pero algo te decía que iba a venir, que llegaría justo a tiempo para sentarme a tu lado en el vagón 23. Yo estaba muerta de miedo mientras las lucecitas de las paradas iban iluminándose conforme el tren paraba, la gente subía y bajaba en un tránsito imparable y yo pensaba en ti. No hacía nada más que pensar en tu mirada. Llevaba demasiado tiempo atrapada en tus ojos, y sólo quería que el tiempo se detuviera y que tu recuerdo se hiciera de una vez real.
Entonces llegué. El cartel verde que anunciaba la estación se iluminó y las puertas se abrieron en un chasquido. La gente se empujaba por bajar y yo me levanté rápido. Entonces me di cuenta que estaba temblando, que tenía la mano cerrada en un puño y que mis piernas se habían quedado paralizadas. Que no quería bajar. Que no podía verte, que tenía demasiado miedo de encontrarme frente a ti y que se me cayera el mundo. Me quedé enfrente de la puerta, en esa lucha entre el pensar y el sentir, mientras mi corazón me intentaba empujar con toda sus fuerzas hacía fuera, pero yo no pude dar un paso. Controlé mis instintos sin saber muy bien porqué lo hacía y me quedé mirando el exterior sin ver nada, ahora a través del cristal frío de la ventana del vagón. Me moví, avanzábamos. Me iba, sin ti.


El fuego incandescente de tu huella había marcado mis ojos, y por eso la gente me miraba y se apartaban al pasar. El viento había secado mis lágrimas pero yo me sentía esparcida en mil pedazos por el suelo. Esa sensación de estar rota por dentro duele, y yo jamás lo había entendido hasta hoy. Andaba con la mirada fija en el suelo y creía verte en todas las esquinas. No podía quejarme, había dejado pasar la oportunidad de lo que podría haber significado el resto de mi vida. El resto de una vida a tu lado, compartiendo sábanas y secretos, lágrimas y sonrisas, compartiendo todo lo que tenía y todo lo que pudieras darme. Intento buscar una explicación y sigo sin entenderlo, pero algo me dijo que no iba a salir bien, y que tenía que quedarme con lo que éramos, sin pensar en lo que algún día podríamos llegar a ser.

Te juro que te quise como nadie va a quererte en este mundo, lo juro. Yo, que era tu princesa, la niña de los abrazos-que-te-hacen-seguir-adelante, la despistada que se dejaba las llaves en casa y tenías que esperarla en el portal, la de los besos amargos con sabor a sal, con la que tomabas los cafés más largos del mundo. Era yo, y eras tú. Y por eso éramos la mezcla perfecta que nos hacía especiales. Y ahora tú también has abandonado la estación, odiándome y odiando cada uno de mis abrazos, creyendo que te mentí en todo momento. Diciéndole una dirección inventada a un taxista sólo por dar vueltas y dejar de pensar. Y luego volverás a ese piso que huele a rosas, a mariposas en el estómago y a palabras de amor. A nosotros.

Te tumbarás en la cama y cerrarás los ojos, como yo. Y al despertar, habrá salido de nuevo el sol y mi mirada cruzará tu mente con un pinchazo en el pecho. Pero yo estaré esperando debajo de tu casa, con una rosa en la mano y mi sonrisa de pedir perdón. Con el corazón latiendo a mil por hora y esa ilusión en los ojos de las cosas nuevas que empiezan. Con cara de querer pasar el resto de mi vida a tu lado. Con cara de darte el beso más largo del mundo. Con cara de perderme entre tus brazos.
Con cara de saber lo que quiero, y con la certeza de que eres y siempre serás tú.

sábado, 17 de septiembre de 2011

Les observé desde lejos toda la noche...

... bastaba un segundo para darse cuenta de que se amaban. Los dos temblaban y bajaban la mirada al suelo cada vez que se rozaban la mano. No podían evitar que se les escapara la sonrisa de la boca y el tiempo entre las manos, hablaban atropelladamente y se interrumpían, callaban y volvían a reír.
No sé porque me fijé en ellos, ni en qué punto exacto. Decidí desconectar del resto del mundo para centrar la vista en lo que para ellos era una galaxia entera. Era su universo, y conocía la sensación de estar flotando entre estrellas, la sensación de que iban a comerse el mundo y que tenían la Tierra a sus pies. Estaban juntos y por eso lo pensaban. Yo solía pensarlo también.

Cuando hay alguien que te hace sentir así, no deberíamos soltarle nunca. Encontrar una persona tan especial que te haga olvidarte de cómo seguir respirando, es maravilloso.

Por eso les miraba, me emocionaba con sus gestos y sus palabras llegaban a mi oído con total claridad. Imaginé que estaba viviendo ese momento y que mi corazón latía al ritmo que latían los suyos. Que estaba sintiéndome viva y plena y que la sangre corría por mis venas a la velocidad de la luz. Cerré los ojos y por un solo segundo, experimenté de nuevo esa sensación de estar tocando el cielo con la punta de los dedos.

Pero duró un momento y entonces volví a bajar. Dolía sentir los pies sobre la tierra otra vez, y dolía ver como se alejaba la nube en la que habías estado hacía un momento. Pero así es la vida y empecé a pensar que debía acostumbrarme a ello. El amor te hace subir como la espuma, y su caída es tan rápida que en cuanto te das cuenta, todo eso que era tu vida es sólo un recuerdo. Con el tiempo un recuerdo feliz, pero al fin y al cabo un recuerdo más.

Cuando abrí los ojos ya no estaban. Sus huellas aún estaban impregnadas en la arena, juntas, alejándose hacia algún lugar que volvería a significar todo para ellos. No sabía el tiempo que había pasado, pero entonces me di cuenta que no sabía qué estaba haciendo allí.

Y me fui.

Me fui a buscar a esa persona que me hiciera olvidarme de como seguir respirando.

martes, 13 de septiembre de 2011

Un minuto más.

El dia en que tus ojos azules se acerquen a mi sin cruzar una palabra.
Callaré y negaré que lo que resbala por mi mejilla es una lágrima. Te miraré y serás la imagen más bonita del mundo. Serás real.
'Te he echado de menos', pronunciaré.
'Yo siempre lo hice', responderás.

Me darás la mano y te acercarás. Te juro que intentaré besarte. Pero serás más ágil... Te escabulles de mis brazos y desapareces. Te vas de nuevo.
Deja que te encuentre, necesito un minuto más antes de que te desvanezcas de nuevo.

Necesito que seas real por sesenta segundos más. Sesenta segundos son suficiente para querer a una persona como jamás se ha querido a nadie.

viernes, 9 de septiembre de 2011

Me duele pensar en ti.

Me duele pensar en ti, y recordar cada mirada de complicidad, recordar el sonido de tus pasos al acercarte y sentir el corazon extrañamente acelerado. Me duele recordar como te miraba y como me guiñabas el ojo, como me tocabas la cara y como hacías para hacerme sentir la persona mas especial del mundo. Que vinieras hacia mi y se detuviera el tiempo, que te acercaras un milímetro, que me dieras la mano y me tocaras el alma. Me duele cuando recuerdo los días tristes, tú a lo lejos con los ojos de llorar y yo inmóbil, a diez metros de ti pero incapaz de salvar esa distancia. Me sentía a kilómetros de tu mundo, y dar un paso parecía saltar al vacío. Y nunca me arriesgué. Podría haberlo hecho pero nunca fui capaz de avanzar, de cogerte de la mano y mirarte a los ojos, de preguntar si te pasaba algo. Sentía que debía protegerte y jamás lo hice. Por dentro me moría por abrazarte y sacarte una sonrisa, pero no podía moverme. Paralizaste cada músculo de mi cuerpo. No sabes cuanto me arrepiento de haber dejado pasar tantas oportunidades de cambiar el rumbo de la historia, de haberme intentado convencer de que no sentía nada y de haberme intentado proteger enfadándome contigo.

Me equivoqué tanto... Y te dejé escapar de todas las formas posibles en las que podía hacerlo. Lo siento tanto, amor.

Por eso me duele pensar en ti. Porque a veces, apareces en mi mente y aún soy capaz de sentirte. Porque jamás olvidaré la primera vez que te vi. No puedo, te juro que lo he intentado pero no puedo.

lunes, 29 de agosto de 2011

Consejos y otras tonterías acerca del amor...

Me dicen que debo encontrar a alguien que me comprenda, me quiera y me haga reír.

Y sin saber por qué, eres la primera persona que me viene a la mente.
Imaginaciones mías, en las que pienso que podríamos ser más felices de lo que ha sido nunca nadie en el planeta Tierra. Que nos querríamos hasta el final y que nuestro amor, como en las películas, estaría por encima de todo.

Pero no es así, tú estás lejos y ya no sólo físicamente.
Te echo de menos. Sé que no sospechas nada pero pienso en ti más de lo que crees.
Nunca te lo demostré, y siempre me comporté como una perfecta idiota a tu lado. Pero te quería.

Quizás es eso, el amor nos transforma y nos vuelve seres estúpidos.

sábado, 27 de agosto de 2011

Se ha acabado todo.

Con la última nota doy por finalizado este anexo de nuestra historia. Las luces se han apagado y nos hemos ido cada uno por nuestro camino, la última gota de alcohol mojaba mis labios y mi cabeza daba vueltas mientras yo intentaba buscarte entre la gente. Distinguir tu figura y saber que a tu lado estaría segura. Yo me sentía así a tu lado y tu te aprovechabas de ello para sentirte bien.

No voy a pedirte explicaciones ni intentar entender porqué. Simplemente hay cosas que suceden y pasan por delante tuyo a cámara rápida, momentos que intentas retener en tu cabeza una y otra vez y cuando te das cuenta, se han acabado.

La música ha cesado de sonar y la gente sigue gritando. Yo camino a tu lado sin decir una palabra mientras tú me hablas de todo y de nada a la vez. No te entiendo, no te escucho, ni siquiera me esfuerzo por oírte... Vamos, me tienes a un paso, bésame.

Pero no lo haces, mis pisadas van dejando huella en el arcén mojado pero mi pelo no denota un rastro de lluvia. Una gota, dos. Me estoy mojando pero no siento nada. Miro al cielo, no hay estrellas. No es la noche ideal pero podría serlo... Vamos, está en tus manos.

Y tus manos se acercan, todos mis sentidos conspiran para notar tu caricia. Un segundo, dos. Y entonces llega. Paseas tu dedo por mi piel y me desmayo. Por dentro, poco a poco caigo al suelo en espiral.

Luego calma, otra vez. Aire, pronuncias algo. De nuevo silencio. Viento, contesto algo que no sé que quiere decir. Callamos. No hacen falta palabras, solo mírame y sabrás lo que quiero contarte.

Que he vuelto a caer, que he vuelto a sentir. Que puse todo mi empeño pero no conseguí pararlo. Que viene arrasando con todo y que tengo miedo de lo que pueda ocurrir después. Que estaré sola porque al último compás de esta melodía se habrá acabado todo lo que no tuvo que ser retomado.

Si dos personas fueron felices, debería quedarse ese recuerdo en la memoria encerrado con llave. Sin embargo, ya no eres un recuerdo, eres tú. El de siempre. Tú. Mi tú. Tú y yo, como antes.

Antes. Siempre serás mi 'antes' y no mi ahora. Vamos, la guitarra ha dejado de sonar. La gente recoge, las botellas han quedado en el suelo y los músicos vuelven a sus coches. Ha acabado. No es un final feliz, pero es un final.

Déjalo así.

Las cosas que haces...

Solo denotan cobardía. Te dedicas a vencer al miedo jugando conmigo pero él siempre consigue ganarte a ti.
Entonces te levantas y te olvidas de mis ojos, finges que no ha pasado nada y te convences con tu sonrisa postiza de que estás haciendo bien.

Me dejas en el mismo punto de siempre y te alejas años luz. Luego cae la noche y parece que recobras la memoria al acercarte a mí, y yo soy tan idiota que caigo en picado irremediablemente y aterrizo en tus brazos.

A veces te creo, a veces me engañas con tus estupidas promesas y tus palabras vacías. Y yo confío en ti. Te quiero por momentos y pienso que nunca has cambiado y que tu y yo, los de antes, somos los mismos.

Pero no es así. Somos ya distintos, dos gotas de agua que avanzan en diferentes sentidos. En direcciones opuestas. Quizás es mejor así, así nunca más podremos cruzarnos.

lunes, 22 de agosto de 2011

Maldito amor...

Olvídame. Haz como que no tienes lugar en mi corazón. Que eres un sentimiento al que soy inmune.

Déjame. Y haz que deje de buscar su mirada por todas las esquinas. Házme creer que no quiero verle. Hazme olvidar su sonrisa.

Te juro que lo he intentado. Lo juro... pero siempre ganas tú.

Y tú ¿crees en el amor a primera vista?

Una vez me preguntaron si era posible enamorarse en sólo 3 segundos.
En el momento en el que le conocí, descubrí que sí. Solamente este pequeño espacio de tiempo fue necesario para llegar a quererle con toda mi fuerza. Supe des del primer instante que había empezado a formar parte de mi historia y de lo que era o llegaría a ser.

Cada momento en el que le veía, mi corazón se disparaba como si estuviera en una montaña rusa, alcanzando el momento máximo de adrenalina si acercaba su mano a mi pelo.Puedo recordar cada centímetro de su piel y tener la certeza de que si se acercaba más del límite permitido, perdía la respiración. Yo misma me asusté de la fuerza con la que entró en mi vida en solo 3 segundos.

Me envolvía con su aire y me arrastraba flotando por cada partícula que le rodeaba, provocando una sensación de vértigo aterradora dentro de mi, al verme encima del precipicio que se extendía bajo mis pies, ese en el que caería el día en que desapareciera de mi vida. Siempre estuve segura de que nuestra historia no era real, pero mi imaginación se empeñaba en demostrarme que podía ganarme todas las partidas y construía un mundo en mi mente donde no existía nada más que él y yo y un cielo bajon el que pararnos a mirar las estrellas. Sabía que le gustaba hacer eso, y cada cita que teníamos en los 20 cm cúbicos de mi subconsciente, entre sueños y ensoñaciones varias, significaban un mundo para mí y me dibujaban una sonrisa en la cara que me costaba disimular. Seguí con fuerzas solo porque sabía que podía aparecer por la esquina en cualquier momento y que me iba a mirar, me iba a sonreír y luego sus ojos azules se alejarían con un guiño que me haría caer irreparablemente hacia el suelo, en una caída libre de la cual no conocía el impacto. A veces sentía calor cuando le miraba, me sentía viva y me sentía llena. A veces me helaba de frío y tenia que apartar la mirada antes de que pudiera darse cuenta que estaba rompiendo mi alma en mil pedazos diminutos.

Pero no dejé ni un segundo de pensar que era yo quien quería rodear sus brazos cuando estuviera triste, que era yo quien quería recorrer con besos toda su espina dorsal para aterrizar en su cuello, que quería robarle un suspiro y un sentimiento, que quería un momento mágico a su lado. Un momento que nos perteneciera en exclusiva, para que luego pudiera recordarlo y sonreír para sus adentros. Quería que él estuviera tan seguro como yo y lo quisiera dar todo por mi. Y aunque no hubiese querido, yo sí lo habría dado todo por él. Habría dado mi vida y le habría dedicado todos los latidos de mi corazón, porque en ese momento creía que era la única persona que me hacía falta para seguir adelante, que era demasiado duro sin verle aparecer y sonrojarme. Me quedaba mirándole de lejos y me salían rosas de la boca si me hablaban de él.

Estaba enamorada. 3 segundos que significaron una tormenta de sentimientos que arrasó con todo y me dejó sola en medio de la nada con el corazón en una mano y su nombre en la otra.

Luego, todo cambió y la tormenta pasó a calma, las cosas volvieron a su sitio y yo olvidé su nombre en un cajón. Pero no pude desprenderme de la huella permanente que había dejado al pisar mi corazón. Si repasaba la cicatriz con la punta de los dedos, leía entre líneas todo lo que quería vivir a su lado y era capaz de sentir de nuevo. Pero me había acostumbrado a su presencia y la montaña rusa poco a poco se desvaneció para dar paso a un suave paseo en góndola. No dejé de querer estar con él, siempre será alguien especial para mí, pero aunque a veces intentaba no creerlo, ya no sentía lo mismo.

Así que sí, es posible enamorarse en 3 segundos. El enamoramiento, esa sensación de andar a cinco centímetros del suelo, es un estado pasajero. Pero amar, querer para siempre... Quizás eso no se consigue ni con todo el tiempo del mundo.

jueves, 4 de agosto de 2011

Otra vez.

Hoy lo he vuelto a soñar.
Era simple. Ni siquiera recuerdo donde estábamos, sólo sé que había una pared blanca, y allí despaldas estabas tú. No te vi, nadie dijo tu nombre, no llegué a oír tu voz, pero tenía la absoluta certeza de que eras tú. Nadie te conocía como yo. Entonces vine yo por detrás y te abracé, uno de esos abrazos que llegan al alma. Y se detuvo el tiempo y se paró todo, y yo pensé cuánto tiempo hacía que estaba esperando este momento, la sonrisa de mi cara era completamente proporcional al tiempo que llevaba sin ti, y ni siquiera podía creer que en ese momento, fueras real. No lo eras, pero yo aún no lo sabía. Te susurré que tenía muchas ganas de verte, y que había hablado tanto de ti que todo el mundo quería conocerte. Sé que sonreíste, lo noté, aunque no lo vi. No sé cuanto tiempo pasé allí, no puedo recordar si te dije algo más, si llegaste a contestar, solo sé que en ese momento todo volvió a ser como antes, como cuando estabas conmigo. Entonces desperté. Sola en mi cama, miré hacia la pared y no te vi, ya no estabas. Y empecé a recordar esos dos, tres minutos que duró mi sueño. Y no me importó que ahora la nostalgia me golpeara en la cara, y no me importó saber que estaría todo el día intentando recordar tu mirada, porque durante esos minutos te sentí cerca.
Y solo por eso ya valió la pena.

sábado, 23 de julio de 2011

Estaremos tú y yo.

Y nadie más. El sol que se filtre por las ventanas alumbrará tus ojos verdes, y todo se llenará de luz cuando pronuncies mi nombre. La calle se irá apagando, quizás empiece a llover, quizás haga calor. Dará igual, seremos ajenos a todo lo que nos rodea, porque en ese preciso instante, solo estaremos tú y yo. No sé el tiempo que durará, de todos modos, van a pararse los relojes en el segundo exacto en el que se crucen nuestras miradas. Todo dejará de girar, el universo entero conspirará para que te acerques un poco más, para que pueda casi sentir tu respiración, tu aliento. Entonces me darás fuerzas, me dirás que puedo hacerlo, que siga adelante, que seguro que todo sale bien, que crees en mí y que pase lo que pase, me darás ánimos entre la gente. Y cada frase sonará inmensa en mis oídos y me acelerará el pulso. Y si entonces sonríes, me derritiré. Solo como tú me haces derretir, aun a treinta grados bajo cero. Y luego llegará el frío, me helaré y mis manos temblarán al compás de tu voz. Mi corazón enmudecerá cualquier otro sentido, pensaré que quizás hoy no aguante, que quizás hoy abra la boca y te diga que te quiero, o que eso creo. Aunque, da igual. Sé que no voy a decir nada, que otra vez me quedaré callada y asentiré con la cabeza mientras te vas. Y con cada paso se me romperá el corazón en mil pedazos diminutos, pero... no podré. No podré gritar tu nombre y cogerte de la mano, eso tan típico de retenerte en el último instante y besarte, para que sobren las palabras y para que entiendas de una vez todo lo que trato de decirte entre miradas, suspiros y otros gestos ininteligibles. Quizás el problema es que no me atrevo a ser feliz. O que no me atrevo a serlo contigo. Porque es demasiado complicado, porque todo juega en nuestra contra, porque hay gente por medio, porque tengo miedo. Miedo de que me digas que no puede ser, y de que sepa que tienes razón. Que todo acabará dentro de nada y que entonces, quizás no volveremos a vernos, que te echaré de menos y que siempre guardaré bajo llave todo lo que me has hecho sentir. Porque sé que es real, sé que es de verdad y aunque no lo creas, haría lo que fuera por darle una oportunidad, por intentarlo contigo, por hacer que todas las cosas funcionaran y no tener que mirarte desde la distancia, no tener que pensar que si te alejas un centímetro más, dejaré de respirar. Haría lo que fuera por vencer este miedo, este miedo que nace desde algún lugar de dentro y que recorre cada célula, inhabilita cada músculo. Este miedo que me paraliza cuando te acercas. Quisiera ser diferente, no bajar la mirada, no sentirme como una completa inútil a tu lado. Pero no puedo, no puedo porque te quiero. Y cuando quieres a alguien, y sobretodo, cuando sabes que esa persona jamás sabrá nada de lo que sientes, es difícil ser valiente. Porque es imposible encontrar el valor en el corazón.

jueves, 14 de julio de 2011

Consecuencias.

Sería lógico que te diera una explicación. Vaya, sé que es lo que esperas de mi, que venga corriendo hacia ti y te cuente porque me fui, así, sin decirte nada. La verdad es que no tiene sentido, ni lo tuvo entonces. Quería quedarme, quería quedarme a tu lado toda la noche, quería intercambiar contigo besos y caricias, quería verte susurrar en sueños. Pero algo me dijo que tenía que irme, alguna fuerza invisible me empujó irremediablemente lejos de tus brazos y todo se desvaneció. Fue cuestión de segundos, quizás ni eso, fue una palabra, casi ininteligible. Miedo. Miedo de todo lo que podría venir después. Fue miedo a quererte y a que me quisieras, miedo de este huracán de sentimientos que escondía dentro de mí y que podías desatar con solo un abrazo. Miedo a demostrarte que tenías razón, que podía dejarme llevar y olvidarme de todo, y que no importaba nada más. Pero no es así. Quizás el problema es que sí me importaba todo lo demás, que soy incapaz de separarme de todo a lo que me ato para estar contigo, aunque eso implique ser feliz. Fue egoísta por mi parte, pensé solamente en mí y ni siquiera me paré a pensar que quizás te estaba haciendo daño, que tú me esperabas, que tenías la seguridad de que volvería. Pero no lo hice, y di media vuelta, abandonando el futuro que se extendía en nuestras manos, pisando esas mañanas en las que podría levantarme y serías la primera persona en darme los buenos días, atropellando cada uno de los te quiero que podrías haberme susurrado al oído, cada canción que podría haber sido nuestra. Dejé eso atrás y te abandoné, como un cobarde que huye porque tiene miedo de las consecuencias que conlleva amar. 

Eras tú.

Empiezo a pensar que necesitamos hacernos daño para continuar con esto. Empiezo a pensar que parece que nos gusta discutir. Empiezo a pensar que, a veces, tengo que pensar un poco más las cosas antes de decirlas. Y sobretodo... empiezo a pensar que realmente, no puedo permitirme el lujo de perderte.

No puedo explicar las incontables ocasiones en las que has estado a mi lado, en las que me has hecho reír, llorar, o en las que hemos llorado, ya sea juntas o quizás por culpa de la otra. No puedo explicar lo que significas para mí porque solo llegados a este punto, puedo entenderlo. No puedo vivir, no puedo decir que estoy bien sabiendo que tú no lo estás por mi culpa, o que te hirió algo de lo que hice o dije. En cierto modo, hay ocasiones en las que una persona se equivoca, y hace algo sin pensar en las consecuencias que esto puede tener. No pienso que seas de ninguna manera, eres una de las personas más buenas que conozco y aunque te sobran virtudes, te quiero por cada uno de tus defectos. 

Sé que no pretendías hacerme daño pero hay veces que las cosas se nos van de las manos, y puedes estar hiriendo a una persona sin saber que en realidad lo estás haciendo. Y puedo decir lo mismo de mi. Hay veces que las palabras se miden sin pensarlo, que salen en momentos en los que ni siquiera tú sabes lo que estás intentando decir. A veces, solamente queremos demostrarles a esas personas que estamos heridos a base de herirlos a ellos. Pero yo no puedo. No puedo hacerte daño, a ti, que eres una hermana. A ti, que pase lo que pase me has apoyado en todas las decisiones que he tomado, y siempre has intentado que fuera feliz, siempre has conseguido sacarme una sonrisa. Solo al echar la vista atrás puedo comprender que, una vez llegados a este punto, lo que recuerdo son los momentos de complicidad, los abrazos, las charlas, las veces en las que nos hemos entendido con una mirada. Las cosas que hemos hecho y las que nos quedan por hacer, las promesas que un día juramos que no íbamos a romper. 

No eres la amistad más duradera, no eres la persona con la que más hablo por teléfono y he estado dos veces contadas en tu casa. Pero no me hace falta eso para saber que eres de verdad, que eres de las pocas que quedan así, y que, al ver que no te tenía, supe que me faltaba algo dentro de mí. No puedes imaginar lo que te quiero, quizás no lo sabía ni yo, y en muchas ocasiones no he podido demostrártelo lo suficiente. No he pensado que quizás hacía cosas que tampoco a ti te sentaban bien y aun así no me paraba a pensar, y ahora... por una estupidez como esa, dejamos de hablarnos. No puedo, no quiero que pase. Porque si no te tengo, aunque no  hablemos, aunque no nos veamos, aunque te vayas a cualquier sitio de Almería perdida, si no te tengo, si sé que cuando esté mal no voy a poder contar contigo, si sé que tienes un problema y no podré hacer que te olvides de él, si sé que si alguien te hace daño no podré defenderte hasta la muerte... Si no hago todo eso, no soy yo. De verdad, no estoy completa. Me falta algo, me faltas tú.

Y yo sólo quería decirte que lo siento, que siento haber montado todo esto y aunque te dije lo que pensaba, y incluso más cosas que ni siquiera creía, a ti no puedo hablarte así. Porque eres de las personas más importantes que tengo en mi vida, y de las que jamás tendré, lo sé. Así que solamente puedo decirte que, pase lo que pase, decidas lo que decidas, yo no pienso romper ninguna de nuestras promesas, y que a mí me vas a tener para toda la vida. Porque es de las pocas cosas buenas que te he dicho últimamente y es la única que seguiré pensando en cualquier momento. Te lo dije una vez, todas las hermanas se pelean pero a pesar de todo, siguen siendo hermanas. Y eso no lo puede romper nada. Ni nadie.

lunes, 11 de julio de 2011

Retrospección.

Al final voy a cansarme de pronunciar tu nombre. Aunque sea así, sin decir ninguna de sus letras. Intento pensar en otras cosas, hago otras cosas, veo a otra gente, incluso pienso que hasta me enamoro de otras personas. Pero ¿sabes qué? Que en un nanosegundo eres capaz de volver con esa fuerza que te caracteriza, eres capaz de hacer que se me olvide todo, de devolverme a ese punto donde dejamos nuestra historia, de devolverme a ese día. De devolverme tu mirada, tus ojos que me decían adiós, tu piel que me tocaba y la mía que ardía, mis lágrimas, tu última sonrisa. No fui capaz de decirte nada de lo que sentía. No fui capaz de besarte, intenté derrochar la fuerza de mis sentimientos en ese abrazo y no lo conseguí. Me quedé con tu sonrisa. Me quedé con cada una de tus palabras. Y las guardé tan dentro de mí... Guardé las noches en vela, nuestros sueños rotos, las maletas que se quedaron en el armario porque jamás fuimos capaces de coger ningún tren que nos llevara lejos. Lejos de todo esto que nos rodeaba e impedía que huyéramos donde nada ni nadie pudiera molestarnos. Pero la cuestión es que jamás lo hicimos y yo me quedé aquí, en la misma esquina de siempre, esperando que volvieras, con un reloj en la mano que me susurraba que cada segundo que pasaba, te perdía un poco más. Hasta que se rompió. Las agujas dejaron de girar y yo dejé de esperarte, recogí los cristales y agarré el corazón,  y me fui. Sin ti, una vez más. Y quise dejarte atrás durante días, durante meses, como si dejando de creer en esta historia, ésta se hiciera menos real. Dejé de creer en ti. Yo, que te quise desde el primer momento. Yo, que luchaba y luchaba y un día caí, porque no fui capaz de encontrarte.

Y ahora, que apenas pienso en ti, se me aparece tu fotografía. Y me acuerdo de todo. Y me acuerdo de ti, y por un segundo siento otra vez toda esa magia que nos envolvía. Y de mi necesidad absurda de volver a verte. Y de tu estúpida habilidad de desaparecer cuando estoy a punto de llegar.
Cierro los ojos. Quizás sin tu sonrisa grabada en el papel maché, todo es un poquito más fácil. Y quizás hasta  duele menos.

miércoles, 6 de julio de 2011

Por eso vine a hablarte.

Te estaba hablando a ti, pero por una vez... no me has oído. Quizás he sido yo que no he pronunciado lo suficientemente alto como para que me oyeras, quizás por eso no has entendido todo lo que intentaba decirte entre líneas. Empecé contándote que las cosas me van bien, que todo sigue como siempre y que de vez en cuando sigue lloviendo en mi azotea. ¿Te acuerdas? Siempre me dejaba el paraguas y tenías que taparme con tu chaqueta negra, aunque me mojaba igual. Pero no te importaba, tu siempre querías que me sintiera segura a tu lado y en el 99% de las veces lo conseguías. Recuerdo una noche en que todo estaba oscuro, en que no veía nada y solo al darme la mano conseguiste que supiera el camino, casi por instinto, casi sin quererlo. Cuando sentía tu tacto sobre mí sabia como volver sobre mis pasos, sabía como avanzar a ciegas, sabía como guiarme por lugares en los que nunca había estado. Sabía todo eso porque tú estabas cerca, y con eso me bastaba.
Luego te miré a los ojos y no dije nada. Normalmente solíamos entendernos con solo una mirada, pero parece que ahora ya no sabes leer mis pensamientos. Lo sabías todo de mi, sabías leer el mapa de mi alma y con solo abrir una puerta, dabas salida a todas mis penas, a todos mis miedos, a todas las tonterías que me impedían ser feliz. En realidad, con solo entrar en mi vida ya conseguías desarmar mis malos días, con esa sonrisa, la sonrisa de buenos-días, la de buenas-noches, la de después de decirme que me querías, todas esas y alguna más que te reservabas para las ocasiones especiales, constituían el álbum de los recuerdos más felices de mi vida. Y recuerdo que me hacías tirar adelante.
Quizás después de esto vino un suspiro, quizás miré tus pies como siempre que no sabía que decir, o quizás simplemente se me encogió el corazón. No lo sé, tengo centenares de opciones más a sospesar. Siempre dijiste que te sorprendía, que nunca supiste por donde te iba a salir. Bien, quizás tambien hoy fue una de esas ocasiones. Pero no vas a recordarlo... ya no me recuerdas, ya no piensas en mi. Y yo sólo vine a decirte que te echo de menos. Que todo esto se está haciendo insoportable. Que estás demasiado lejos y que aunque te juré mil veces que nada iba a cambiar, todo está diferente. Las cosas han cambiado porque no te tengo, y porque no puedo dejar de mirar tu foto, de mirar tus llaves, de observar que el tiempo pasa en ese reloj de cocina tan feo que te empeñaste en comprar, y que veo que no vuelves. Debo esperar, lo sé. Que querías que fuera contigo, también lo sé. Pero duele tanto, duele más que cualquier cosa que hubiera podido imaginar. Y nadie lo sabe. Solo tú. Y sólo yo. En realidad, nadie supo nada nunca. Siempre fue un secreto a voces, pero nos daba igual porque yo sabía que nos queríamos más que nada en el mundo. Y los demás no importaban, los demás no existían porque cuando conoces a alguien tan especial que cambia el rumbo de tu vida, las demás cosas dejan de tener sentido.
Por eso vine a hablar contigo, pero no estabas. Hace demasiado tiempo que no estás y ya no sé como explicarte que no quiero seguir viviendo sin ti. Haz algo. Demuéstrame que sigues aquí.

domingo, 5 de junio de 2011

¿Nunca has pensado que hay personas que llegan a tu vida sin quererlo y son capaces de darle un giro de 180 grados?


























Gracias por enseñarme tanto y tanto, y por estar a mi lado en todo momento casi sin quererlo. Por hacerme sonreír y por demostrarme que vale la pena luchar por los sueños, darles la oportunidad que se hagan realidad. Es raro, es difícil seguir sin tus consejos, tus manías, tus miradas y tu cariño. Se hace insoportablemente extraño. Pero pasará, y volverás otra vez para decirme que estoy loca y para cumplir la promesa que juramos la última vez que nos vimos. Ya sabes bien de que hablo, siempre lo has sabido. Siempre nos hemos entendido, desde el primer momento que llegaste por casualidad. Desde el primer momento en que cruzamos las miradas y supe que serías esencial en mi a partir de ese momento. Imprescindible. Te llevo tan dentro, que es imposible no sonreír si me acuerdo de ti. Gracias una vez más. Significaste todo para mi.

Lo intenté...

Llevo días intentando evitarlo. Intentando no pensar en ti, en que estabas lejos, en que con todo lo que te rodea, apenas ibas a tener tiempo para acordarte de mi sonrisa. Que quizás te descuidabas y por un momento olvidabas que era yo, que siempre fui yo, que estuve a tu lado hasta el final, que cumplí mi promesa de quererte en cada segundo.Que estuviste presente en cada célula de mi cuerpo y que a veces, solo a veces, nos confundíamos y era incapaz de saber si te miraba a los ojos o a través de ellos. Nadie como tú fue capaz de expresarme tanto en tan poco tiempo, nadie era capaz de acelerarme el pulso con solo tocarme, y nadie va a ser capaz nunca de hacerme mover montañas como has hecho tú. Me atrapaste, en un momento dado decidiste que querías irrumpir en mi cabeza sin parar y conseguir que poco a poco todas las cosas del mundo me llevaran hacia ti.Y lo conseguiste. Y ahora estoy en ese punto donde mire donde mire, consigo verte, pero sé que no estás, que no volverás, que siempre supe que llegaría el final. Y no quise aceptarlo. Y ahora duele, porque el querer es dolerse a veces. Porque intenté que no ocurriera e intenté sonreír por última vez, para prometerte que sería feliz y que seguiría riendo. Para que te fueras convencido de que hacías bien, de que debías seguir tu camino.
Y ahora estás lejos. Y la distancia hace el olvido. Pero el echarte de menos hace que sigas presente en mi, y así, poco a poco, sigues conmigo en la distancia. Pero no consigo ver tus ojos, tu sonrisa, escuchar ninguna de tus palabras, ninguno de los abrazos que me decía que tirara adelante y que fuera fuerte. Que fuera fuerte por ti. Eso, en la distancia, es imposible de tener. Por eso intenté evitarlo. Lo intenté... Y otra vez más, ganaste tú.

domingo, 8 de mayo de 2011

En solo un momento...

... levantaremos pasión por las aceras. Haremos que cada canción de amor hable de ti y de mi, haremos sonar cada palabra como si fuera lo más bonito que hubiéramos escuchado nunca. Conseguirás que me duela la cara de tanto sonreír, y harás que quiera detener el tiempo a cada segundo, como si se me escapara de las manos y sólo yo tuviera la facultad de hacer que esto durase toda la vida. Miraremos el mar como si fuera la primera vez, como si nunca hubiéramos visto el brillo especial que desprende a estas horas de la noche. Imaginaremos lo lejos que vamos a llegar navegando entre sus olas, y lo lejos que dejaremos el pasado, los sueños rotos, los problemas. Para empezar una nueva vida. Desde nuestro punto de vista, todo parecerá más fácil. Hasta llegaremos a tocar las estrellas con la punta de los dedos.

sábado, 7 de mayo de 2011

Profundamente.

Conozco la sensación. Sé lo que estás sintiendo ahora mismo. Girar la cabeza, verle, y sentir el corazón desbocado, a punto de salirse de tu boca. Saber que si anda cerca de tí, notarás cada centímetro de tu piel ardiendo, que tus ojos brillaran de un modo especial, que nada ni nadie te quitará la sonrisa tonta de la cara. Y oírle, oírle de lejos, pero que la voz te llegue hasta el oído, que te acaricie los tímpanos, que en un segundo haga suyos cada milímetro de tu cuerpo. Que con solo una mirada seas capaz de mover montañas, que llegues al fin del mundo solo por hacerle feliz. Conozco la sonrisa que se te dibuja en la cara cada vez que me hablas de sus cosas, de su vida, de las ganas que tienes de verle. Conozco ese brillo, conozco la ilusión que transmites en cada palabra que menciona su nombre, el sabor dulce de tu voz si me cuentas como le va, como le ha ido, y lo bien que le irá. Tienes miedo de perderle, tienes miedo de dejar de verle, de dejar de sentirle cerca. Lo sé, lo intuyo. Como ya te he dicho, conozco demasiado este sentimiento. Y no te atreves a contarme que realmente te mueres por volver a su lado, que deseas pasar cada segundo del resto de tu vida a su lado, y que le callarás a besos cuando sobren las palabras. Que entre tus brazos encontrará el lugar que perdió, que le protegerás, que le vas a querer siempre, que ni siquiera cuando se ponga triste dejarás que pierda la ilusión, la esperanza, las ganas de soñar. Te importan demasiado sus sueños como para dejar que los abandone, te importa demasiado que tenga motivos para vivir, porque si no lo hace, tú pierdes el tuyo. No hace falta que me digas que sí, que es eso lo que sientes, que no te atreves a contarme que te parece que le quieres, que esta vez le quieres de verdad, que es real, que te hace sentir absolutamente viva. No tengas miedo, vamos, te comprendo demasiado. He estado tantas veces en tu lugar. No hay que temer al amor, no hay que tener miedo de las consecuencias irreparables que va a dejar en tu corazón. En estos casos no vale el ‘mejor prevenir que curar’. No. Hay que dejarse llevar, hay que dejarse arrastrar por esta increíble fuerza que arrasa con todo. Recuerda que no pierdes nada, no tiene que importarte lo que piensen, lo que digan, lo que puedan opinar. Trata de ser feliz tú misma, y sé que tu felicidad es demasiado relativa a la suya, así que hazte feliz haciéndole feliz. Por intentarlo, no pierdes nada. Asúmelo, has caído como una imbécil. Hasta el fondo. Es el amor, que llega cuando menos te lo esperas, y donde menos te imaginas.

miércoles, 4 de mayo de 2011

En dias como estos...

Pienso en ti.
En noches como estas pienso en ti.
En el momento en que tengo los ojos inundados de lágrimas, pienso en ti.
En un segundo, todo el universo conspira y todo se transforma en ti. En tus tristezas, en tus alegrías, en la fuerza arrulladora que escondes detrás de tu sonrisa. En tus ojos, en las miradas que resuenan en mi cabeza y hacen sonar una y otra vez tu canción. Desde el momento en el que todo se desvanece y veo tu reflejo en cada esquina, las palabras se transforman hasta formar tu nombre, y el aire tiene el sabor dulce de tu voz.

viernes, 15 de abril de 2011

Nunca pensé querer a nadie como te quise a ti.

Lo siento, esque no entraba en mis planes. Pero llegaste tú y me echaste los esquemas al suelo, derrumbaste mi teoría con tan solo una mirada, desafiaste mis sentidos con solo una sonrisa. Y aquí me tienes, en este punto donde ni soy yo ni eres tú. Donde no me encuentro, donde por más que me busque sólo te veo a ti. Quizás llegaste para no marcharte, quizás quieres quedarte para siempre. Quizás tu propósito sea robarme el corazón con solo una palabra. O quizás mañana despierte y no haya rastro de ti. Quizás te busque y no estés, y ya no vuelvas, que hayas encontrado la salida y no puedas volver atrás. Pero eso es una probabilidad pequeña, minúscula, apenas imperceptible. Cuando una persona te ha marcado tanto, es improbable que se vaya sin dejar huella...

Subidas y bajadas.

Odio que la felicidad sea tan efímera, que con una palabra puedan acabar de destrozarte el día más feliz de toda tu vida, que tan solo en un segundo se desvanezca todo lo que llevas construyendo desde hace tanto tiempo. ¿No te gustaría a veces mandarlo todo a la mierda? Volatilizar cada una de las cosas que te rodean, desaparecer, estar sola en un sitio donde puedas gritar y gritar y nadie te diga nada. Donde no te miren y ni siquiera puedan escucharte. Un lugar donde la felicidad no está sobrevalorada, donde puedes estar triste, o puedes revolcarte de la risa. Un lugar donde los sueños se cumplen, y donde no tropiezas con la misma piedra dos veces. Donde ni siquiera de los errores aprendes, donde no te cansas de estar, donde puedas tener el derecho a contestar mal, a estar de mal humor, a no tener que sonreír, a no tener que ayudar a los demás cuando ni siquiera te encuentras a ti misma. Donde puedas desaparecer por instantes, donde simplemente no tengas que dar explicaciones. Y la gente no cambie con el tiempo. Y sentirte segura. Y vencer al miedo con solo una mirada.

miércoles, 13 de abril de 2011

Pero ¿qué quieres que te diga?

Que se me sale el corazón por la boca cada vez que clavas tu mirada en mi. Que sé que no es lo mismo, que no me siento como antes, que quizás ya no eres tan imprescindible, que al fin y al cabo aprendí a vivir sin ti, porque no hay nada que el tiempo no cure. Pero aun así, sigo buscando tu sonrisa en cada esquina, creo que seguirás mirándome sin que yo te vea, que vendrás y me cogerás de la mano, que iremos juntos hasta donde yo quiera. Sigo creyendo que aunque haya pasado tanto tiempo, no ha cambiado nada, que sigues esperándome para volver juntos, y que seguirás sentándote a mi lado sin que yo te lo pida. Que no hará falta que te cuente nada para que sepas que estoy triste, que esa complicidad sigue ahí, que podemos seguir entendiéndonos con sólo mirarnos. Pero entonces, pienso en que ahora ni siquiera eres capaz de comprenderme. Que vivimos en dos mundos distintos, que estás lejos, aunque estés a mi lado. Que me miras y no me ves, que sonríes poco, que ni siquiera sé ver ese brillo especial en tu mirada. Que no te veo feliz. Y me duele, me duele no poder hacerte sonreír como antes, me duele no poder hacer nada para escuchar tu risa, el sonido más maravilloso que escucharé nunca. Me duele que te hayas alejado, que ni siquiera te importe, que ni siquiera pienses en mi un minuto del día. Me duele porque creó que solamente yo creé esa historia. Y que ahora estoy aquí perdida, y tú no estás conmigo, y te vas, solo, hacia alguna parte, y no sabré encontrarte... Y no te encontraré y estaré aquí perdida. Como desde hace tres meses, aquí, sin saber como mirarte para que no me apartes la cabeza, sin comprender si te hice daño, sin comprender ninguno de tus silencios. Sin comprenderte a ti. Pero ¿qué quieres que te diga? Empezamos a ser dos extraños que ya no se entienden con solo mirarse.

martes, 5 de abril de 2011

Deséame suerte.

Es lo que más necesito en este mundo ahora mismo.

Decisiones.

Si decides quererme, debes saber que no soy una persona fácil, no soy una persona perfecta, quizás sea el ser más imperfecto del mundo. Tengo mis errores, tropiezo diez veces con la misma piedra, juzgo a la gente antes de conocerla, me equivoco constantemente, discuto, lloro una vez al mes y a veces, sin saber porqué, me levanto de un humor tan extraño que ni siquiera yo sé lo que me pasa. Tengo mis manías, mis caprichos, mis ataques repentinos de felicidad y de ñoñerismo. Tengo mis momentos de quiero-estar-sola, mis cruces de cables, mis rayadas, mis preocupaciones. No soy responsable, ni soy ordenada, ni sé cocinar. No soy la más lista de mi promoción, se me dan fatal las matemáticas, no puedo analizarte una frase morfológicamente. A veces me muerdo las uñas, cuando estoy nerviosa, y entonces también me tiembla la pierna derecha. Cada domingo quiero ir al gimnasio pero luego nunca voy, eso si, puedo patearme horas yendo de compras. Tengo pequeños vicios que pueden sacarte de quicio, y me muevo cuando duermo. Pero no ronco, ni respiro fuerte, y soy capaz de estarme toda la noche abrazada a ti. No puedo llevarte al Ritz a cenar pero podemos sentarnos en el sofá y que nos traigan comida del telechino, no habrá velitas pero podemos iluminarnos con la luz de cualquier película ñoña de esas que me gustan tanto. Ni siquiera tengo coche, pero puedo convertir el vagón de metro más cutre en el trayecto más romántico que has visto en tu vida. Tengo mis defectos, pero prometo hacerte salir de casa con una sonrisa cada mañana. Y puedo hacer especial cada amanecer, si tú estás a mi lado. Puedo quererte aun más de lo que decidas quererme tu, y hacerte la vida más fácil. Y caminar contigo hasta el final, pase lo que pase. Puedo jurarte promesas que nunca voy a romper, y decirte que si estás conmigo todo va a salir mejor. Puedo hacer lo que sea con tal de que decidas quererme a mi.

Positivismo.

A veces intentamos buscar la perfección por un camino que nos lleva al olvido, intentamos dejar atrás aquello que un día nos hizo felices sólo para no recordar que también nos hizo llorar. Pero muchas veces lo que realmente queremos es lo que encontramos en aquellas pequeñas cosas que hemos tenido siempre. No hace falta buscar cada sonrisa en lugares distintos, sólo se trata de darte cuenta que lo que realmente buscas está ahí, a tu lado. Por eso no puedo dejar de repetirme que contigo no es lo mismo, a pesar de todo te he querido siempre y por más que lo intente siempre te voy a querer. Debo luchar por permanecer a tu lado, por andar juntos en el mismo camino, porque al fin y al cabo tú eres la única senda que siento a través del tiempo, de la distancia, del sol o la lluvia. Algo que no falta nunca. Algo que llevo dentro de mi y no quiero que se vaya. Sólo por esa sensación de tus labios en mi piel, por cada latido de mi corazón con cada palabra tuya. Te necesito. Conmigo. Y me da igual si me equivoco y me da igual si esta vez tengo que arriesgarlo todo. Porque te quiero. Ante todo, y pese a todo…

'A 3 metros sobre el cielo'

De algo estoy seguro. No podrá quererla como la quería yo, no podrá adorarla de ese modo, no sabrá advertir hasta el menor de sus dulces movimientos, de aquellos gestos imperceptibles de su cara. Es como si sólo a mí se me hubiera sido concedida la facultad de ver, de conocer el verdadero sabor de sus besos, el color real de sus ojos.  Nadie podrá ver nunca lo que yo he visto. Y él menos que ninguno. Él, incapaz de amarle, incapaz de verle verdaderamente, de entenderla, de respetarla. Él no se divertirá con esos tiernos caprichos.

Solamente un segundo.

Y en un momento te invaden sentimientos que a veces, sólo a veces, fluyen por tu interior con una intensidad con la que debieron hacerlo hace tiempo y no lo hicieron. Porque hay momentos en los que eres incapaz de sentir, incapaz de querer. Y llega un punto en el que te arrepientes de no haber aprovechado cada segundo que pasaste a su lado. Llega un momento en que echas de menos sus besos, sus palabras, sus caricias. Momentos en los que lo darías todo por sentirte arropada por él, por su amor, por la certeza de que está a tu lado. Pero no lo está, ya no. Y te arrepientes, y bajas la cabeza. Y a veces, sólo a veces, desearías volver atrás y amar como jamás en la vida volverás a hacerlo.

Punto y final.

Te juro que no lo entiendo. Y me gustaria comprenderlo, y explicarte porque en cuestion de un segundo todos los sentimientos que estaban enterrados en mi desde hacía tanto han vuelto a latir con más fuerza que nunca. Me gustaría mirarte a los ojos y no apartar la vista, decirte que no, que ya no te quiero y que ni siquiera sé si te he querido alguna vez. Ojalá pudiese no sonreír si nos cruzamos por la calle, o si recuerdo cualquier de los momentos en los que me has hecho reír. Podría intentar no cerrar los ojos cada vez que recuerde cualquiera de tus abrazos, o crea oír el sonido de tu voz a 10 cm de mi. Podría hacer ver que realmente no me afecta, que dejé de sentir, que nunca retomé lo que creía haber olvidado. Podría seguir adelante y que no se me rompiera el mundo en mil pedazos diminutos cada vez que giras la esquina, que te vas, que me vuelves a dejar donde siempre, al principio de esta historia que parece que jamás tendrá un final feliz. Quisiera pensar que puedo seguir adelante sin mirar atrás, sin refugiarme en un tiempo que no volverá. Pero no puedo, y lo sabes. Y no sé si es peor el no poder que el que tú seas consciente de ello. Porque me siento tonta, perdiendo el tiempo de esta manera, buscando algo que sé, aunque me duela aceptarlo, que no encontraré. Algo que ha estado perdido desde el principio, o algo que nunca perdí porque simplemente nunca tuve. Quizás solo fui yo, la pieza incompleta de este puzle, quizás fui solo yo la que pensaba que realmente había una historia, que había algo detrás de cada palabra, de cada mirada, de cada sonrisa, de cada suspiro. Quizás solo yo supe leer entre los abrazos, los besos, las caricias…  Quizás el error fue mio por no pensar que quizás solo pensé yo en nosotros, que tú solo pensabas en singular, que no había nada que implicara un plural. Y quizás el mismo error que cometí será el que me hará caer cada noche de mi vida, el que siempre quedará como parte de mi, de mi propia historia. Y quiero borrarlo, quiero saber apartarlo y seguir adelante sin pensar en todo lo que dejo atrás. Quiero estar en el presente sin vivir del pasado, quiero pasar página de una puta vez.

Contradicciones

Esto es sólo un trozo de pensamiento. En un momento dado, me han asaltado las palabras, se han apoderado de mí y antes de que se las lleve el viento, antes de que se pierdan en algún rincón del que luego no pueda volver a retomarlas, quería escribirlas. En realidad no son palabras, no son frases, no son nada. Son pensamientos, sensaciones, deseos ocultos, miedos, dudas. Es cada paso incierto, cada impresión equivocada. Son muchas cosas, y a la vez, no es ninguna. Es una sensación de vacío, calma, terreno llano. Y a la vez sigue siendo terremotos, agitación, subidas y bajadas. Es felicidad, pero sin ser alegría. Es llanto, pero sin ser tristeza. Son pasos contradictorios. Eres tú. Y soy yo. A la vez. Y no somos nosotros quizás porque nunca ha existido un nosotros. Quizás las mismas palabras que quiero rescatar son las que se llevó un día el beso que nunca me diste. El mismo que no me llegaste a dar, pero que estuvo presente en esta historia a cada milímetro. Exactamente igual, como siempre. Pero distinto, diferente. Como cuando las cosas no cambian, pero te esfuerzas en salir de la rutina segundo a segundo.

Para seguir caminando.

Me muero. Me muero por cada uno de tus gestos. Me muero por cada una de tus sonrisas. Resucito cada vez que me miras y vuelvo a morir si apartas los ojos. No puedo seguir andando entre el estar y el no ser, entre el sol más maravilloso y la tormenta más escalofriante. Simplemente sé que no podré aguantar mucho tiempo más en este duelo entre el querer y el deber, entre el tenerte y el no querer verte, entre el amarte y el tener que olvidarte. Sabes que estoy aquí, que cruzo mares por ti, que me perdería si no siguiese tu luz. Y no puedes llegar a entender que te quiero de verdad, que te necesito a mi lado para poder seguir caminando.

No he dejado de hacerlo

No imaginé que fuera a ser así. Sabía que un dia u otro iba a perderte, que, como todo, no podía durar para siempre, pero no podía pensar que iba a acabarse así. Eres como uno de esos bocados a los que apenas te da tiempo de saborear, te arrancaron de mi vida en cuestión de segundos, como esas noches en las que te acuestas teniéndolo todo y te levantas con la sensación de que ya no tienes nada. Eres mi historia incompleta, rota, sin final. Y no puedo dejar de pensar en que, aunque sea yo quien haya buscado todo esto, que aunque fuese mi indecisón la que hoy me impida estar a tu lado, no puedo dejar de pensar en que no quiero que desaparezcas así, de golpe. Porque no imagino mi vida, no imagino mi rutina sin tus sonrisas, sin hacerme sonreír a mí, sin tus palabras, sin tus gestos, sin tus caricias, sin tus besos. Y a veces me asalta el recuerdo y pienso que qué sería de este gran silencio si las cosas hubieran tomado diferente rumbo. Quizás ahora estaría perdida entre tus brazos, en el lugar que hace tiempo no supe encontrar, o quizás me bastaría la simple promesa de que estás ahí. Sigo sin entenderte, sigo sin entender como pudo cambiar todo de un día para otro, en como se invirtieron los papeles, sigo sin entender esta calma en la que estamos flotando. Sé que tú sientes lo mismo, sé que, en algún rincón de tu corazón, por más pequeño que sea, no has dejado de quererme ni un solo instante. Yo tampoco. De la forma en la que sea, pero creo que desde el primer dia en que te vi, no he dejado de hacerlo.