jueves, 30 de enero de 2014

Eso se lo quedó ella

Perdóname.
No te quiero. 
No puedo quererte.
Ni ahora, ni mañana, ni la semana que viene.
Hace tiempo que he dejado de saber cómo se hace eso, cómo empiezas a imaginarte con otra persona en el sofá, cómo empiezas a mirar en otros ojos deseando no salir nunca de allí, cómo empiezas a sonreír cuando alguien te manda un mensaje... Y te muerdes el labio en el metro para que no piensen que ahí va otra tonta enamorada. 
Perdona que haya perdido la capacidad de volverme a enamorar. Ni siquiera yo sé como lo hice. 
Quizás me la dejé en un colchón, en un hotel de montaña, mientras ella miraba por la ventana y la nieve se reflejaba en sus ojos, y yo me reflejaba en su sonrisa, y no me hacía falta decir nada porque ya lo tenía todo. Quizás la olvidé entre sus abrazos, o en uno de los trenes infinitos donde arañaba el cristal de las ventanas para avanzar más rápido, y volver a verla en la estación. Y no corría hacia allí porque en realidad siempre he sido más tímida que nadie, pero me moría de ganas de besarla cada vez que me la imaginaba apoyada en esa pared. Quizás se me olvidó en alguno de esos trenes, o en el andén donde nos vimos por última vez, mezclada entre mis lágrimas y sus palabras. O seguramente se la llevó consigo, lejos, fuera de mi alcance, y la escondió para que cada noche yo viajara hasta allí a perderme entre sus labios.
Quiero que sepas algo, yo también me quedé allí. También se me llevó a mí. Me quedaron pedazos, me quedé a la mitad. Y medio corazón no puede latir, y menos este, que está estropeado de tantos parches. 
Así que ya sabes, te estoy hablando y ni siquiera estoy pensando en ti, y si me besaras, tampoco te estaría intentando besar a ti.
Huye de aquí, yo no puedo querer. 
A mi me marcó el destino y me quede así, viviendo a medias. Y quizás algun día se le escapan todas las cosas que se llevó, para que vuelvan a mi y yo vuelva a dormirme pensando en alguien. Y vuelva a sonreír y a tener esas ganas locas de volverme irracional.
Pero tú no lo entiendes porque no la has visto sonreír, ni la has visto despertar, ni la has visto querer, ni la has querido como jamás volverás a querer a nadie. Y no pretendo que lo entiendas, de hecho, ni siquiera quiero que lo hagas. Son mis recuerdos más íntimos, están guardados bajo llave en algún sitio, su vulnerabilidad y su gracia, la forma en la que me hacía reír y también llorar, todos los recuerdos que se escaparon dispersos para clavarme un nudo en el estómago al volver a ellos.
Yo ya no soy yo porque quise imaginarme de más, porque quise entregarle más de lo que podía soportar perder. Así que me he quedado sin nada y tú no tienes todo lo que me falta.


Eso se lo quedó ella... y ni siquiera yo sé cuando lo volveré a encontrar.

sábado, 18 de enero de 2014

La peor sensación del mundo

La peor sensación del mundo es sentirse completamente solo cuando estás rodeado de personas. Sentirse solo cuando estás con las únicas personas en las que confiarías, esos amigos que estan siempre a tu lado. Y de repente estás ahí y les ves reír, y por dentro piensas que tú no sabes cuando serás capaz de volverlo a hacer, y sientes envidia de que sus vidas parezcan tan fáciles... Y en casa igual, teniendo que esconderte para llorar, teniendo que morderte el labio cada vez que necesitas explotar porque sabes que una sola lágrima desencadenará otra bronca, otra pelea. Y sigues estando sola. Da igual los amigos que tengas, da igual la gente que te quiera, a veces sólo te puedes sentir solo porque sólo te tienes a ti mismo. Prefieres irte a la calle para mostrar lo que sientes, o tener que esconderte en el baño, en la cama, fingir que no pasa nada. Y piensas que nada tiene sentido porque ya nada lo tiene. Porque no lo tenía antes y ahora has perdido lo único que hacía que todo lo otro no importara. No eres feliz. No sabes si volverás a serlo algun día. Y tienes que seguir sonriendo y fingiendo que no pasa nada, que todo te da igual. Pero sí, la verdad es que ya todo te da igual. Crees que pase lo que pase no será peor que esto. Sólo deseas despertar cuando todo haya pasado. Porque lo peor de todo esto es la esperanza, esa hija de puta que te hace creer que todo volverá a ser como antes. Y una mierda. Será mejor que vaya asumiendo que no volveré a sentirme como si estuviera tocando el cielo nunca más.