martes, 29 de octubre de 2013

Aquí, ahora.

No sé qué me pasa pero me estoy ahogando. Me he agobiado como hacía años que no lo hacía y casi no puedo respirar. Me he bloqueado. Y necesito que estés aquí porque no puedo dejar de andar de un lado a otro y de temblar, y no puedo quitarme estos nervios de encima de ninguna manera.
Y pienso en ti porque eres la única persona en el mundo que puede ayudarme ahora mismo, porque recuerdo cuando era pequeña y eras lo único que me hacía feliz, eras la única cosa que le daba sentido a mi vida. Recuerdo cuando yo no era yo, cuando antes no era ahora y tú seguías estando siempre, siempre, siempre presente. Ahí, allí, en mi. Te quiero como quiero a pocas personas en esta vida, y te necesito como apenas no necesito a nadie. Eres lo que me da fuerza tantas y tantas veces. Y ni siquiera yo lo entiendo pero ahora mismo daría lo que fuera, lo que fuese por verte aquí a mi lado. Por tenerte como siempre, para que me abrazaras y me sacaras la sonrisa, para que calmaras mis latidos y mis pulsaciones, para que se me olvidara todo. No sé qué me pasa pero necesito verte, y estás tan lejos que me duele, que me jode no sabes cuánto no tenerte conmigo hoy. Y pienso que si no me das esa fuerza que sólo tú sabes darme me voy a volver loca, porque te echo de menos infinitamente...
Joder, vuelve ya. Necesito volverte a abrazar.

jueves, 3 de octubre de 2013

"No puedo dormir si sé que aún sueñas conmigo"

Lo he vuelto a hacer. Joder, perdóname. Me pediste que te olvidara y ni en esto soy capaz de hacerte caso. Hoy he vuelto a pasar enfrente de tu casa. Te juro que no quería, pero de repente me he encontrado parada en un semáforo y al desviar la vista hacia la acera me he dado cuenta de que ése era tu portal. El portal de los besos, las despedidas, los "hasta mañana", los "¿te apetece una copita más?". El primer sitio donde te miré a los ojos y te descubrí por primera vez... Porque era tan tonta que nunca antes me había fijado que cuando sonríes se te forman esos hoyuelos en la mejilla que tanto me gustan, y que cuando me miras te brillan los ojos. Me acuerdo tan bien de esa noche... Acabábamos de recorrer Madrid por tercera vez cuando te diste cuenta de que mañana trabajabas y que tenías que volver a casa si no querías que tu jefe te cortara el cuello, tuve que coger el coche y nos estuvimos riendo todo el camino a casa porque creíamos que la policía iba a descubrir que nos habíamos pasado un poco con el champagne. Quería matarte. Yo, tan cuadriculada y tan responsable. Tú, con la cabeza en las nubes y todas las fuerzas del mundo para amar. Qué raro era que estuviera perdidamente enamorada de ti cuando no nos parecíamos en nada. Aunque más raro fue que aun sabiendo que ibas a acabar chocando contra el muro, contra mi muro, quisieras besarme. Y no sé como acabé en tu portal, en ese portal, con los tacones en una mano y sujetándote la chaqueta para que encontraras las llaves. Y nos miráramos riendo, y de repente me acercara a ti y te besara. Sin pensarlo. Yo, que tengo que reflexionar hasta mis actos más mínimos. No sabía lo que era dejarse llevar hasta que te conocí a ti, a ti y a tu ilusión por la vida y por las pequeñas cosas. Me dejaba querer por ti porque me hacías sentir libre, pero yo no sabía que aquello a lo que jugamos tantas y tantas noches se llamaba amor. No lo supe hasta el primer día que tiré el paraguas en una esquina y fui mojándome hasta tu portal, esperé tres horas a que bajaras y aun así me fui corriendo para no ver que estabas llorando. O quizás fue para que no vieras tú que yo tenía sentimientos y que no era la lluvia lo que recorría mis mejillas, que tú eras mis sentimientos... ¿Te dije alguna vez que te quería? ¿Tú lo sabías, verdad? Juramos en silencio que yo no huiría si entendías que cuando te observaba por la mañana antes de que despertaras en realidad te estaba susurrando que quería despertar contigo mil veces más. Que cuando salías del trabajo y me encontrabas esperándote significaba que iría contigo donde hiciera falta, y que cada vez que te besaba con los ojos cerrados significaba que eras la cosa más bonita que me había pasado en la vida. Juramos que leerías entre mis líneas, juramos que yo me dejaría acariciar, besar y abrazar todos los días de mi vida si tú no me impedías que de vez en cuando me aislara en mis pensamientos, en mis tonterías. Pero nunca debí echarte, nunca debí dejar que te fueras, nunca debí anteponer la razón al corazón. Ése fue mi error. Yo quería que fueras feliz y tú querías que yo lo fuera. Y tú no podías ser feliz conmigo.

Ahora que vuelve a llover, me he saltado el semáforo y he aparcado en un vado. He tirado la cartera y he roto todo ese montón de informes, análisis y cosas aburridas de las que se construye mi vida. Me he bajado de los tacones y he vuelto a correr hacia tu portal. Otra vez. Aunque tú ni siquiera lo sepas ni lo vas a saber, porque la única cosa en la que nos parecíamos era que odiabas la lluvia tanto como yo, así que ahora debes haberte encerrado en tu casa. Pero yo me voy a quedar aquí, hasta que me digas sin palabras que realmente no podías ser feliz conmigo. Hasta que logre convencerme a mi misma otra vez de que conseguí hacerte feliz huyendo. No puedo dormir si sé que aún sueñas conmigo.



(Suelo escribir sobre mi misma, pero supongo que a veces lo que necesitamos es desconectar de la realidad. Por ningún motivo en concreto hoy me apetecía escribir sobre algo ajeno a mi. Pero sigue estando escrito desde el corazón. )

jueves, 19 de septiembre de 2013

Esto va sobre pedir perdón

Creo que hacía mucho tiempo que no necesitaba escribir como ahora. No sé porqué lo hago, porque en realidad, no quiero que esto lo lea nadie, pero necesitaba desahogarme.
Esto va sobre pedir perdón.

Constantemente los humanos nos estamos equivocando. Posiblemente la caguemos unas dos o tres veces al día, normalmente con cosas sin importancia, con pequeños detalles. Pero a veces nos levantamos especialmente humanos y entonces la cosa se pone chunga.
Cuando nos vamos a dormir sabemos si ha valido la pena o no levantarse de la cama por la mañana, y lo peor no es cuando estás a punto de acostarte y te das cuenta de que has cometido un error y que ojalá pudieras volver atrás, lo peor es cuando nos despertamos al día siguiente y nos damos cuenta de que no podemos volver atrás, de que lo que hemos hecho , hecho está, y no hay manera humana (ni siquiera sobrehumana) de arreglarlo. Que sí, quizás puedas arreglar el tema, ponerle un parche a tu error y dejarlo en el olvido, y sobretodo, conseguir que los demás lo dejen también en el olvido. Pero hay una cosa que, aunque constantemente se perdone, no se olvida, y se llama decepción. Es un punto en el que tú, con tu condición de ser humano imperfecto y estúpido (a veces con momentos de lucidez pero mayormente estúpido), has conseguido que tu neurona no piense lo suficiente y haces algo que lleva a que otra persona, igual de imperfecta y estúpida que tú, cambie totalmente la concepción de tu ser. En especial si esa persona no te veía como alguien imperfecto y estúpido sino todo lo contrario.

Bien. Llegados a este punto, cuando has decepcionado a alguien, es bastante probable que ésa persona no vuelva a ser capaz de verte como te veía antes, que deje de confíar en ti, que deje de apreciarte, incluso que deje de quererte. Pero es que los seres humanos somos así, y a parte de todos esos defectos que tenemos cada uno (como si no fueran suficientes por si mismos), somos egoístas. Y a veces, sin querer, actúamos de una forma que creemos que es la correcta porque así nos lo parece en ese momento, pero luego nos damos cuenta de que quizás por una tontería, por un momento de estupidez que no va a tener importancia alguna al día siguiente, hemos hecho daño a otras personas.

Y ahora es cuando empiezo a hablar de mi, de ti, de porqué coño tengo yo que pedir perdón. De hecho, no tengo que pedir perdón, quizás esa sea la razón por la que no te he dicho nada, que lo he dejado pasar, y que con ello te he dejado pasar a ti también. Me importas, y te quiero, te quiero mucho más de lo que crees. Pero creo que deberían existir dos términos en el diccionario para decir "te quiero". Yo te quiero de hablar a todas horas porque me diviertes y me haces olvidar de todo, yo te quiero de emborracharnos hasta el amanecer y hacer tonterías, yo te quiero de ser la primera persona a la que le cuente el día de mierda que he tenido, te quiero de que a veces sólo tú secas mis lágrimas. Y te quiero mucho así. Pero no te quiero de querer besarte hasta que se acabe el mundo, ni te quiero de pedirte que me lleves contigo donde quiera que vayas, no te quiero de pasarme toda la noche haciendo el amor contigo. Te quiero a mi lado, te quiero conmigo, pero no te quiero. Pero no estoy enamorada de ti. No puedo. Y no es por nada, ni es por nadie, ni siquiera yo sé porqué no puedo. Pero no puedo. Y todo el mundo sabe que eso no se fuerza.

Sé que es egoísta, lo sé. Pero quiero que me tengas aquí para lo que tú necesites, quiero que siga existiendo esa química, esa conexión, esa magia, ese llámalo como tú quieras. Quiero mirarte y entenderte. Quiero reír, llorar, gritar a tu lado. Y creo que tú no puedes.

No puedo pedirte perdón porque no tengo nada de qué justificarme, pero lo siento. Y quizás no debería sentirlo, porque es una absoluta tontería, porque no he hecho daño a nadie, pero te he decepcionado. Y sé que si pudiera volver atrás seguramente nunca se me ocurriría hacer nada que pudiera hacerte sentir mal. Pero igualmente, sé que tarde o temprano esto hubiera terminado pasando. Que siempre habría habido un punto en el que tú ya no hubieras podido seguir adelante, que te habrías alejado de mi, porque hiciera lo que hiciera, nunca iba a estar bien o para ti o para mi. No puedo pedirte perdón por no sentir nada. No puedo pedirte perdón por no poder quererte. Y eso lo entiendes ¿verdad?

Ni siquiera sé qué es lo que siento, haga lo que haga siento que esto no es. No sé qué coño es lo que debe ser, pero esto no. ¿Quizás es mejor así? No lo sé. Tarde o temprano hubiera terminado pasando. Pero soy humana, y soy tan egoísta que no quiero perderte. O al menos prefiero intentar no hacerlo.
Así que bueno, yo voy a seguir intentándolo, aunque muera en el intento.
Perdóname por ser una imbécil, aunque sólo sea a veces.
Perdóname.
Por favor.

martes, 20 de agosto de 2013

Respuestas

¿Sabes que es lo que me jode? 
Hacía mucho tiempo que no me pasaba esto, pero hoy me he vuelto a despertar enmedio de la noche llorando. He vuelto a tener un sueño horrible, y eso que hacía ya mucho que no soñaba contigo. Y tú estabas frente a mi y yo te soltaba todo lo que pensaba, gritaba todo lo que no le he dicho a nadie gritando, gritaba todo lo que debería haberle dicho a mis amigos que me carcomía por dentro, porque si hubiera sido capaz de admitírselo a alguien, no me estaría oprimiendo el corazón de la manera en la que lo hace ahora. Y mientras te decía todo eso, tú seguías frente a mi con tu mirada impasible, aunque en el fondo no querías verme así, porque nadie desea ver a nadie así y mucho menos cuando no puedes decirle lo único que yo quería escuchar en ese momento: que estaba equivocada, que aquello que pensaba no tenía ningún fundamento. Pero me he despertado demasiado pronto, con las lágrimas surcando mi cara y sin una respuesta. Porque al fin y al cabo no se puede obtener ninguna respuesta de los sueños. Con ganas de hablar contigo y la firme convicción de que eras la última persona en el mundo con quien debía hablar ahora, que sólo me hundiría más. Aún sabiendo que probablemente eras también la única que estaría despierta en estas horas. Quizás hoy he hablado demasiado de ti como para revivir el recuerdo, como para que la llama de todo lo que vivimos volviera a quemarme por dentro, y quizás la única forma de apaciguarla fuera volverme a levantar enmedio de la noche buscando tu mano en la cama y con la vista borrosa. 

No quiero darle más vueltas al tema, pero esto es la cosa más parecida que tengo a hablar contigo. Porque no puedo hacerlo, y he aprendido que ni siquiera quiero, que el dolor que me provoca anula toda consecuencia positiva que pudiera aportarme eso. Y me deja pensando que necesito respuestas y que no las obtendré nunca. Y me deja pensando si realmente siento lo que estoy sintiendo en estos momentos, o esto es sólo un fantasma del pasado, un sentimiento que me recuerda que para mi nuestra historia nunca acabó y nunca acabará porque así lo creí siempre. Aunque debería empezar a acostumbrarme a que todo lo que pensaba que creíamos al fin y al cabo sólo lo creí yo. Porque cuando estás tan firmemente convencido de algo como yo lo estaba, es imposible olvidarlo en una semana, en un mes, o ni siquiera en un año. O quizás simplemente es que no podré volver a dormir tranquila hasta que no sepa qué hubieras contestado tú si hubieras estado dentro de mi sueño, si me hubieras visto corriendo delante de ti, si después de que yo te gritara y volviera a llorar frente a tus ojos probablemente por última vez, te hubiera mirado con miedo, con la angustia dibujada en mi cara. Justo como me he despertado. Esperando respuestas. Esperando algo. Esperando aliviar de alguna manera esa puta opresión en el pecho cada vez que me acuerdo de ti.

And I just wanna tell you it takes everything on me not to call you.
And I wish I could run to you, and I hope you know that every time I don't, I almost do.


viernes, 2 de agosto de 2013

La mejor canción del mundo...

"Te sentaste a mi lado en la barra, y acertaste qué quise tomar. Sonreí, me dijiste al oído que las chicas no deben llorar... Sin canciones seguimos bailando en la puerta del último bar, y cuando el sol terminó con la noche no volvimos a vernos jamás.
Abrazados después de besarnos comprendimos los dos sin hablar, que la historia más bella del mundo en segundos iba a comenzar. Y el miedo de pronto nos pudo y dijimos: "fue sólo una noche bonita y no más", y me marché antes de que descubrieras, que yo estaba empezando a llorar. Por eso cada noche me detengo en tu portal, y enfrente de tu casa a los santos les suplico un poco de valor para llamarte y confesar que luego ha sido un sueño y me levanto sin motivos. De vuelta a mi rutina me consuela imaginar que siempre que te busco, me buscas tú un poquito. Quien sabe si en mi ausencia tú visitas mi portal y enfrente de mi casa suplicas por lo mismo. Y una y otra vez..."

lunes, 1 de julio de 2013

Papeles de hace mucho tiempo que encuentras revueltos encima de tu mesa

"Y así fue como los lunes se convirtieron en proyectos de viernes...

Y yo aquí, sin estudiar, pensando en sus ojos, su boca, su forma de mirar, y entre las palabras lees su nombre, y te giras, y cierras los ojos para poderla besar. Y que son 5 días de sólo imaginar, en la playa, en la calle, en su cama, pensar en sus manías, sus tonterías, la manera en la que te hace sonrojar. Y así fue como sucedió, sin querer, viendo su silueta perderse entre las vías del tren, cogiendo su brazo y tirándote encima, mirar a sus ojos y sonreírle a sus labios por última vez. Y luego subes y te apoyas mirando la ventana, viendo los árboles correr, mirando hacia el cielo y pensando que otra vez se os ha vuelto a atardecer, mientras tocas tu mano pensando que quizás así toques su piel. Y tu inconsciente se va con su adiós, y tú escuchas música para olvidar el sonido de su voz, para olvidar que hace nada mirabais sentadas la playa las dos. Recordar su calor y su frío y el dulce sabor de su cuerpo y el mío, como si en los recuerdos pudieras sentir el calor de su abrigo. Pero sonríes porque esta vez quizás has ganado y no has perdido, como antes cuando en todas las partidas tenías que rendirte, o mover las fichas y apartarte y hundirte. Y notas que ya no recuerdas ni siquiera el dolor que sentías entonces, porque ella sin buscarte llegó y luego decidió quedarse, borrando las heridas que hicieron otros al marcharse. Y de repente te das cuenta de que nada te importa, y que encuentras en ella lo que no pudiste ver en otra, porque te mira y te comprende, y reconstruye otra vez la teoría de que a veces la vida vuelve y te sorprende."

lunes, 17 de junio de 2013

Cosas que quiero decirte (y que nunca te voy a decir)

Nunca vas a saber qué sentí, qué hice, qué pensé. Nunca vas a saber qué es exactamente lo que pasó por mi cabeza a partir de ese momento. Bueno, algunas cosas sí las sabes. Me conoces suficiente pero creo que ni siquiera tú has parado a pensar que reaccioné exactamente como tantas otras veces y que hice exactamente lo que des del primer día en que te conocí tuve miedo de hacer. Que me sentí pequeña, que me tiré en un rincón del sofá e intenté odiarte, intenté apagar las lágrimas pensando que al fin y al cabo tenías razón. Que intenté hacerme fuerte, que intenté que no me importaras, que intenté borrarte del historial de mi vida a patadas en un solo segundo. Así cada noche, así cada mañana. Que te eché de menos hasta límites insospechables, que me rompiste por dentro. Y ni siquiera yo sabía que alguien era capaz de sentirse así. Tú sí lo sabías. Pero yo no, porque quizás nunca me había sentido así.
Pero ahora ya da igual ¿verdad? Ahora qué más da.
Tampoco vas a saber que me hiciste mucho daño, porqué nunca creí que fueras a hacer lo que hiciste, que rompiste la magia en un segundo y aún no sé exactamente porqué. Ni siquiera tú puedes saberlo, debe ser que siempre has pensado más con la cabeza que con el corazón y yo siempre he sido justo lo contrario. O quizás no, quizás nunca llegué a conocerte y sencillamente todo acabó como des del primer momento creí que acabaría. Aunque luego estuviera mucho tiempo pensando que estuve equivocada, que no eras así.
No vas a saber que sigo pensando en ti a casi todas horas, que el mundo confabula para que me esté acordando de ti siempre. Ni que me duele verte así, vernos así, ver lo que haces o dejas de hacer. Que no quiero saber lo que piensas, porque me da miedo que me confirmes que no piensas igual que yo, porque quizás nunca lo hiciste. O quizás sí. Pero nunca llegaré a saberlo, porque me duele pensar que me cuesta creerte.
No vas a saber que me acosté tantas noches creyendo que nunca me quisiste, que me acosté tantas noches dándole vueltas a cosas que yo nunca habría hecho y tú sí, intentando entenderlo todo. No te reprocho nada, simplemente intentaba darle un sentido, una explicación.
Quizás piensas que no te echo de menos, que no te quiero, que estoy bien. Hace tiempo que no sé lo que es sentirse bien de verdad. Todo lo que decía lo decía con el corazón, todo lo que te prometí no pensaba romperlo, y no lo he roto. Yo he estado aquí cada segundo, pero te marchaste. Y el tiempo siempre ha jugado en nuestra contra y no quiero decir que ahora es tarde, pero lo es. Quizás dentro de un tiempo vuelva a ser el momento, quizás ya no sea tarde. Y no quiero esperar ese momento pero lo espero. Te espero a ti, casi todo el tiempo, aunque tú eso no lo sepas, ni yo te lo vaya a decir.
Igual que no sabrás que me he culpado de todo esto cada segundo que ha pasado. Que no hice lo suficiente, que dejé que te marcharas, que debí dejarlo todo para correr detrás de ti. Sí, tienes razón, debía haberlo hecho, siento haberte fallado ya más de una vez. Pero al igual que no sabes que siempre creí que querías marcharte, tampoco vas a saber que si no me fui detrás de ti es porque no quería quedarme llorando en la calle o que tú, con tu calma habitual que me exaspera me dijeras que si te habías ido es porque habías querido irte. Y yo contra eso no podía hacer nada, ¿lo entiendes, no?

Quizás es mejor así. O quizás así pensabas tú. Desde luego, fuera lo que fuera lo que pensabas, te equivocabas. No debiste irte, pero te fuiste.
Y así quedó todo, como si nada hubiera servido. Como si tú nunca me hubieras pedido que no me marchara antes de tiempo. Yo nunca me habría ido, quizás incluso me hubiera ido contigo donde fuera que habrías acabado yendo. Lo decía de verdad, siempre lo dije de verdad. La idea de no tenerte me destrozaba por dentro.

Y aún lo sigue haciendo, pero ahora ya no es sólo una idea lo que es casi insoportable.

Lo único que no quiero es que sigas haciéndote ideas sobre como estoy o dejo de estar porqué no lo sabes, porque no has estado ni en una tercera parte de las noches en las que he caído de nuevo, en las que he tropezado y me he levantado buscándote por todas partes. En el fondo, intentando odiarte. Porque aunque no tuviera razones para enfadarme ni lo hice ni lo estoy, me dolió tanto... No te voy a decir a lo que me refiero porque ya lo sabes. Pero yo no tengo derecho a decirte nada.

De hecho, sólo quería que (no) supieras que sigo estando donde siempre, y que aunque ahora mismo no podría volver a tu lado, moriría por saber que tú también morirías por conocerme por tercera vez.

martes, 11 de junio de 2013

Y de repente, abres la puerta...

Y sonríes. Sonríes como sólo tú sabes sonreír, y pones esa mirada que me gusta tanto, y te revuelves el pelo mientras buscas algo en los bolsillos.

Y de repente te cruzas con mis ojos, y me doy cuenta de que mis manos tiemblan, de que estoy temblando por dentro como una niña pequeña, que me encanta tenerte cerca y que me encanta mirarte. Porque me recuerda que sigo viva y que mi corazón no es sólo un músculo que se mueve por impulsos, me recuerdas que sale el Sol, y que se pueden sentir mariposas en el estómago sólo con cruzarte con una persona. No te quiero, pero te regalaría mi primera sonrisa del día. Y me quedo quieta y por dentro suplico que no te des cuenta de que he enrojecido, de que me estoy quemando por dentro, y que de repente siento como si tuviera diez años menos y me hago pequeña. Pequeña a tu lado, mientras tú sigues sonriendo y yo sigo derritiéndome ahí, justo a veinte centímetros de ti.

Y entonces te girarías, y nuestras miradas coincidirían en espacio y tiempo, y te darías cuenta de que tú también tienes cosas que regalarme y más de las que imaginas, y te acercarías, y me rozarías la piel, y te encenderías como yo. Y el silencio invadiría todo a nuestro alrededor, y mientras me seguirías mirando, poco a poco el mundo iría desapareciendo hasta convertirse en algo insignificante para nosotros dos. Y de repente, sin saber porqué, ni cómo ni en qué momento nos habríamos acercado tanto, juraría que estaría sintiendo tu aliento en mi piel. Tan cerca...

Sin embargo, sacas las manos de los bolsillos y me preguntas si tengo un cigarro.

martes, 21 de mayo de 2013

First.

<< Me gusta demasiado pensar en la primera vez que te vi y en cómo empezó todo. Entonces yo no sabía que estaría enamorada de ti desde ese milisegundo, ni tú imaginabas que ibas a revolucionar todos mis esquemas con sólo una sonrisa.
Y yo te miraba y pensaba que podría haberme perdido en tu ojos las veces que hiciera falta con tal de que me miraras y que te hubiera seguido a cualquier sitio si me lo hubieras pedido. Yo tenía demasiadas ganas de perderme contigo y tú querías que me perdiera calle abajo porque hay casualidades que no siempre llegan en el momento adecuado, y yo fui una de ellas.
Pero todo quedó atrás y sólo de vez en cuando eras capaz de sacarme una sonrisa, de revolver mi estómago con un par de notas pero todo lo que había empezado una noche como otra cualquiera, se apagó y cuando salió el sol yo no quería ni acordarme de tu nombre... >>


Sé que siempre te ha gustado saber como empezó todo, saber que me hicieron falta sólo siete segundos antes de que abrieras la puerta para saber que había empezado a quererte.
Y no sé cuantas veces llegué a contártelo. Sólo para que sonrieras y yo me muriera de vergüenza.


Y ahora que daría lo que fuera por contártelo un millón de veces más si hiciera falta.

Aire.

Estaba sentada en el sofá, hacía sol (de hecho, era el primero de muchos días en que hacía sol), y miraba al frente. En su cabeza luces, coches, vasos llenos de bebidas de colores, cigarros medio apagados, medias rotas, faldas cortas, camisetas largas.Aún escucha el pitido en sus orejas, aún tiene los recuerdos borrosos en la mente cada vez que cierra los ojos. Y la tele está encendida, y fuera sigue haciendo sol. Y parece que está bien.

Y entonces se da cuenta. Todo lo extraño que envolvía aquel lugar, notaba que faltaba algo y que algo le impedía sentirse bien. Y todo era culpa del aire. Porque el aire estaba impregnado de nostalgia  y el aire invadía la habitación y lo llenaba todo de recuerdos, de historias, quizás de historias que ya sólo eran recuerdos. Y se daba cuenta de que ni miraba la tele, ni se reía recordando aquella noche, y que no fue hasta que alguien le comentó que había parado de llover que no se dio cuenta de que brillaba el sol. Porque llevaba días, semanas incluso, echando de menos. Echando de menos una sonrisa, una mirada, un "buenas noches", un "te quiero". Sus abrazos. Y sobretodo, echaba de menos volver a casa y saber que de una forma u otra estaría allí hasta las tantas de la madrugada, hablando, riendo, y pensando en ella. Porque ella seguía haciendo lo mismo, de hecho sólo hacía eso. Pero sin reír y sin hablar, y sin estar a su lado. Sola mirando al frente preguntándose qué pasaba en aquel sitio que la hacía sentirse así. Hasta que se dio cuenta de que no se trataba del sitio, sino de ella.
Que no se trataba del sitio, sino de su ausencia.

jueves, 16 de mayo de 2013

Me cuesta tanto.

Cada noche es la misma historia. Intento no hacerlo, intento no ver tus fotos, o hablarte, o leerte. Intento pensar que nunca has formado parte de mi para que ni siquiera me asalten los recuerdos. Y no trato de hacerlo porque me arrepienta de nada, porque quiera borrarte de mi vida, sino porque me es imposible pensar que estuviste y ya no estás en ella. Pero no puedo.
Te juro que lo he intentado. Ahora tú sonreirías porque soy una imbécil y parece que siempre esté llorando. Parece que ya ni siquiera puedo hablar de ti.

¿Sabes? Todos los días cuando me levanto intento imaginarme como era todo cinco meses antes. Intento pensar que era feliz entonces y que ¿porque no debería serlo ahora pues? Cada día cuando me levanto me repito a mi misma que no me voy a morir solo porque tú no estés, que todo pasará, que el tiempo lo cura y lo cambia todo. Cada día la misma historia. Y parece que a veces, eso me consuela y que sí, que estoy bien. Pero es solo una manera tonta de engañar al subconsciente, porque estás en todos lados. Porque me imagino qué harías tú, que opinarías tú, como te llamaría para decirte que esta noche es una noche de mierda, como me arreglaría para que me vieras y siguieras pensando que estoy mejor recién levantada. Me imagino lo que dirías, imagino como te abrazaría, imagino que cada vez que salgo de casa, aún me esperas tú, donde siempre. Y sigo teniendo los horarios de los trenes colgados, y tus billetes desparramados por encima de la mesa. Y sigues estando en cada milímetro de mi piel.

¿Sabes qué? Hoy he leído una carta que hice nueve meses antes, donde teníamos que contar los propósitos que teníamos en mente para conseguir este año, y así cuando llegara Junio pudiéramos ver si se habían cumplido. Y lo primero que he hecho al abrir el sobre es leer tu nombre. En la primera línea. En un rotulador rosa, acorde con lo cursi que soy y seguiré siendo. Ya hace nueve meses que empecé a querer que te enamoraras de mi. Y hace nueve meses que no he dejado de quererte.

Y luego, lo primero que he pensado es en correr a hablarte para contártelo, porque me ha hecho gracia que ya entonces supiera que te quería en mi vida. Pero nunca pensé que cuando abriera ese sobre de nuevo, todo esto hubiera ocurrido. No sé si alegrarme o morirme de rabia como llevo haciendo todo el día y prácticamente todo el mes. Hoy he vuelto a mirar la hora, y eran las 20.20, y me he dado cuenta que no se me ocurría nada que pudiera desear. Porque siempre has estado en todos esos deseos tontos, aunque nunca te lo haya dicho y aunque sé que tú ya lo sabías de sobras. ¿Sabes?, no dejé ni un día de pedir que te quedaras conmigo, mucho tiempo, hasta que casi se me borrara el recuerdo de la primera noche de tantas que habrían venido después.

Y ahora está sonando la primera canción que canté contigo. Una canción que no tiene ningún significado y que es odiosa ya de tanto que ha sonado, pero que siempre me lleva a aquel lugar y a aquel día. Aquel lugar no existe, y ese día hace mucho que pasó. Y yo ya no soy la de entonces, ni tú. Pero daría lo que fuera por volver a aquella noche y volver a reencontrarte más tarde. Daría lo que fuera por volver a conocerte otra vez. Y por volver a despertarme a tu lado y por volver a ni siquiera leer una puta carta tonta y saber que vas a estar ahí para escucharme.

Me cuesta tanto...
Porque no puedo, no puedo dejar de quererte. Y me rompe, me rompe pensar que vas a olvidarte de mi y vas a conocer a cualquier otra persona que te llene más que yo, y a la que querrás más que yo, y que yo sólo seré un puto recuerdo. No quiero vivir de recuerdos. No quiero ser un recuerdo. Porque no puedo dejar de acordarme de todas las promesas que te hice, de todo lo que te dije. Que voy a estar aquí, que quizás no vuelva a enamorarme jamás, que quizás no vuelva a verte más. Pero yo daría lo que fuera por saber que sí, que todos mis planes de niña tonta van a cumplirse, que no necesito a nadie más, que todos los guiones que inventé para nuestra historia van a representarse y que algún día podré volver a aquel sitio. Contigo. Y con Leire, y con Taylor y con Áitor.


Bueno, déjalo. ¿Sabes? Creo que nadie sabe lo que me cuesta todo esto porque ni yo misma lo sabía. Estaba tan enfrascada en intentar no pensar en ti que ni siquiera me había dado cuenta de que es inútil intentarlo.

"Perquè t'estimo, joder. Perquè em vaig enamorar de tu des del primer moment en que et vaig veure."

lunes, 6 de mayo de 2013

Sin palabras

Dicen que las personas sólo escribimos cuando estamos muy tristes o cuando estamos profundamente enamorados.
Pero la verdad es que estos dos términos suelen ir de la mano mucho más de lo que deberían.










Pero hay veces que por el contrario, la suma de estos dos estados te deja sin palabras.

sábado, 27 de abril de 2013

Mitades

A veces estamos destinados a perder a las personas que más nos importan. Pero ¿como aguantamos las ganas de llamar a alguien, de abrazarle, de verle, de contarle todo lo que está pasando? ¿Como olvidamos el echar de menos a alguien? ¿Cómo se borra el historial de momentos junto a una persona?
Quiero saber la fórmula. Quiero saber como se aprende a olvidar. Pero no hablo de olvidar a nadie del que te has enamorado, siempre puede, es más, siempre acaba llegando otra persona que suple ese lugar o sencillamente quizás funciona y no tienes que desenamorarte jamás. No hablo de ese tipo de olvido. Hablo de olvidar a esas personas que han sido arrancadas de tu vida sin pedirte permiso, personas que un día se fueron y no van a volver, personas de las que nunca te has enamorado ni lo harás nunca pero sin embargo, las has querido como no volverás a querer a nadie en tu vida. Eso es amor, pero no es el amor de las novelas, de las películas. Quizás es un tipo de amor más difícil de definir con un guión, con palabras, con gestos. Es algo que te llena simplemente con saber que está ahí. Algo que cuando tienes crees que siempre conservarás pero al fin y al cabo se acaba perdiendo porque todo se pierde alguna vez.
Alguien me dijo una vez que la familia, la verdadera familia, la construímos nosotros con las personas que nos vamos encontrando por el camino. Un segundo hermano, una segunda madre... Hablo de esas personas. Esas personas que superan nuestra racionalidad y hacen que realmente estemos dispuestos a dar la vida para que no nos falten nunca. Esas personas que te sacan una sonrisa con una sonrisa, que te miran y te entienden, que te abrazan y te arrancan el dolor de golpe.
¿Y qué pasa cuando ya no estan? ¿Que pasa cuando de repente esa familia se desmorona? ¿Como se puede dejar de necesitar a alguien que ha significado tu vida entera? Esa persona que era la única con la que querías compartir el resto de tu vida y tenías claro que harías lo que fuera por conseguirlo. Cuando quieres a alguien dentro de tu vida con tanta intensidad, por mucho que pasen los días, los meses, los años, nunca dejas de necesitarla ahí cuando lloras, cuando ríes, cuando ves su película preferida, cuando ves ese amigo en común que habéis dejado de ver porque ya no os une nada y sin embargo os duele demasiado porque os recuerda a algo que ya no existe…
Esas cosas no se pueden olvidar, por mucho que pongamos nuestro empeño en hacerlo. Esas personas no van a dejar nunca de vivir dentro de ti aunque haga 30 años que no has sabido de ellas porque es una llama que no se apaga nunca. Porque hay personas que realmente son tu mitad. Y cuando ya no estan, ya nunca se vuelve a vivir de verdad siendo sólo la mitad de algo. Que ya no existe.

lunes, 21 de enero de 2013

Es una pena...

Porque ¿sabes?
Aquí el único problema es que hay cosas que por más que las busques no las vas a encontrar. Puedes mirar donde sea, puedes esperar sentada a que un día llegue, y te resuelva los problemas en un momento. Alguien que esté contigo cuando lo único que quieras hacer es beber chocolate caliente y tumbarte en la cama simplemente para mirar el techo. Alguien a quien buscar a las doce de la noche cuando es demasiado tarde como para pensar con claridad y apartar sola todos tus miedos de encima. Alguien que te despierte sonriendo, alguien que tenga esa mirada que encuentres cada noche justo antes de dormir. Alguien que te calme cuando te despiertes llorando por una pesadilla, o alguien que pueda venir contigo a cualquier parte del mundo.
Pero a mi ya me da igual todo eso, porque ya no soy capaz de imaginar ninguna de esas cosas sin que estés tú en ellas. Y puedo planear todo el día lo que haría o dejaría de hacer contigo, aunque sólo sean planes que acabaran en el fondo de un cajón y al releerlos me saquen una sonrisa. A mi me da igual que estés a cinco minutos o a diez años luz porque sé que aunque no te vea siempre te acabo encontrando. En cualquier sitio. En ese atardecer que imaginé que pasábamos en la playa, o en la punta de esa montaña donde me quedaba dormida mirando las estrellas. En los deseos que pedía cuando miraba el reloj, en todas las cosas pendientes que tenía que haber hecho con otras personas, porque ahora haga lo que haga soy incapaz de pensar en ellas y no verte a ti. 
Por eso, es una lástima que por más que busque, y por más que venga lo que venga,
no encuentre a nadie que se parezca a ti. 
Y estoy segura de que hay personas mejores que yo, y hay personas que podrán hacer todo lo que a ti te apetezca hacer en cada momento, personas tan desequilibradas como tú y como yo que podrían hacerte mucho más feliz. Pero no quiero. No quiero que las encuentres. Y me siento como una idiota cada vez que pienso que habrá muchas cosas que no voy a hacer contigo, como morirme de calor, ir a la playa y que no estemos a tres grados, pasarme el día entero sin hacer nada, abrir los ojos y que me pidas que no te mire así, y sonreír... Porque no puedo evitarlo. Porque pese a todo ello, y aunque sigas sin soplar las velas a mi lado, o aunque estés tan lejos que a veces hasta duela, no puedo evitar que me de igual, que sepa que ni quiero ni podré encontrar a nadie con quien vivir todo lo que quiero vivir contigo. Porque sí puedo, y tú también. Pero ya no quiero hacerlo.

Si mi magia ya no te hace efecto ¿cómo voy a continuar?
[http://www.youtube.com/watch?v=yYM3BjI_43I]