viernes, 6 de junio de 2014

Carta a mi misma.

Piénsalo. Siempre has estado sola.
Naciste sola, y respiraste sola.
Empezaste a andar sobre tus propios pasos, y a hablar por tí misma. Estás hecha de los demás, pero todo lo que eres, lo has sido sola. 
Creciste poco a poco, sabiendo qué era eso de la amistad y del amor. Lo aprendiste y te caíste sola, porque te traicionaron, y te dejaron sola.
Y luego empezaste a ser como querías ser, a dejar atrás lo que querías olvidar. Siempre sola, aprendiendo de los demás pero tú sola. 
Piénsalo, en el fondo no eres más de lo que sientes, de lo que piensas, de lo que sueñas. Lo que has hecho y todo lo que te queda por hacer te hace ser quien eres. Y has llegado hasta aquí a partir de lo que has luchado. Siempre tienes que luchar a tu lado y contra ti misma.  Eres tu primer amor y tu peor enemigo. El blanco. El negro. La cruz. La cara. La suerte no depende de nadie más. 
Vivirás esperando a alguien, pero al final sólo te tendrás a ti. Eres la única persona que estará hasta el final de tus días.
Escúchame, te vas a traicionar, y te vas a hacer feliz, elegirás mal, y a veces bien, y y tropezarás mil veces con la misma piedra. Y depende de la piedra, a veces un millón. Pero al final del camino, por más que esperes, sólo estarás tú.
Tú eres el camino, escúchame, no estarás sola, pero eres lo único que siempre, siempre, siempre vas a tener. 
No puedes deshacerte de ti misma, aunque a veces quieras a hacerlo.

Y escúchame, mi querido yo, tienes que quererte, tienes que amarte por encima de todas las cosas. Porque las cosas, y las personas, desaparecen. Joder, esto ya lo has aprendido. 
Ama por encima de tus posibilidades pero, por favor querido yo, nunca te olvides de ti.