jueves, 20 de diciembre de 2012

Impulsos.

Es cómo ir corriendo contra un muro y no poder parar.
Y piensas que tienes que hacerlo, que si no paras al final lo único que vas a hacer es chocar de cara contra él, pero aún así algo dentro de ti sabe que es inevitable que lo hagas. Hay una fuerza imparable que nace desde dentro de ti y impide que tus músculos reaccionen cuando sabes que lo que tienes que hacer es tirarte al suelo antes de seguir avanzando. Porque a medida que el camino se hace más largo, el dolor del golpe también se hace directamente proporcional.
Eso es lo que me pasa, que estoy harta de escucharme a mi misma repetir 50 veces en mi cabeza que ya lo sabía, que ya me lo advertí, que ya me avisé a mi misma de que no debía correr, de que no debía avanzar y sin embargo llega un punto en el que algo, algo incapaz de explicar y mucho menos aún de entender, hace que seas incapaz de seguir a tu cabeza y reacciones de manera irracional.
En la irracionalidad, en verdad, se encuentra todo secreto de la felicidad pero aun así lo que nos estamos planteando constantemente es encontrarla, es encontrar razones, motivos, argumentos que nos ayuden a entender cómo y porqué hacemos las cosas. Quizás la única verdad es que no existen motivos y que simplemente somos seres guiados por impulsos a los que debemos obedecer para ir construyendo nuestra propia historia.
Pero hay veces que eso mismo asusta, hay veces que una se ve al lado del precipicio y no sabe, no puede saber, si tirarse a él le hará más daño que quedarse al borde.
Hay veces que ni las cosas más simples tienen explicación.

domingo, 16 de diciembre de 2012

...

"- ¿Te puedo pedir una cosa?
- Sí, dime
- No te acostumbres a mí.
- ¿Cómo?
- Que no te acostumbres a mí, ni a mi risa, ni a mi hiperactividad matutina, ni a mis sonrisas en esos momentos, ni a mis besos, ni a mi olor. No te acostumbres a que te ayude con los deberes, ni que hablemos de tus problemas, ni a que te escuche con atención. No te acostumbres a como te miro o te dejo de mirar, no te acostumbres a mis mejillas rojas como un tomate cuando te ríes de mí, ni te acostumbres a mi rabia, ni a reírte de las cosas que digo. No te acostumbres en serio.
- ¿Y eso a que viene?
- A nada, simplemente algún día me cansaré, me iré y echarás de menos a esas cosas si estás acostumbrado y me odiarás, por todo el tiempo que invertí contigo para luego partir... Y te odiarás por no haberme dicho todas las cosas que algún día quisiste decirme y pensabas que tenias tiempo para explicarme."

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Cien años luz.

Hay un momento en la vida, en el que te das cuenta de que has empezado a querer a alguien de forma inevitable.
Es un punto clave, el límite entre la curiosidad y la atracción, entre el deseo y el amor, entre la indiferencia o el dolor. Ese punto, esa barrera que separa esos dos conceptos tan distintos, a veces es casi imperceptible, a veces es casi imposible de prever, no sabes cómo parar a tiempo ni cómo detenerte antes de cruzarla.
Pero un día te levantas con unas ganas casi inhumanas de ver a esa persona, de tocarla, de estar a su lado. Te levantas y lo primero que piensas es en que darías lo que fuera por ser lo primero que viera al despertarse, por conocer su sonrisa medio dormida, sus ojos medio cegados por la luz del sol, para que te pidiera cinco minutos más en la cama, y tener que sacarla a besos de allí. Por oír sus pasos descalzos por el pasillo, el sonido del agua en la ducha, el olor a champú de su pelo. Te encantaría alborotáraselo, ver como se come las tostadas y se quema con el café, sus prisas, sus 'llego tarde al trabajo', observar sonriendo como corre de un lado a otro buscando sus zapatos, el beso de despedida. Pasarte el día pensando en su sonrisa y en lo que la echas de menos. Sus ojos. Su boca. Su piel. Una llamada para oír su voz. Un 'te quiero' al otro lado de la línea. Y luego volver a casa y saber que esa persona te estará esperando, o que tú la tendrás que esperar. El sonido de sus llaves. El brillo de sus ojos, a diez centímetros de ti. Una manta, el sofá y su película favorita, que a ti te aburre pero te la tragarías mil veces con tal de ver lo que se sigue sorprendiendo al ver el final, cogerle la mano. Mirarla. Pensar que no habrías podido encontrar a nadie mejor. Una cena improvisada. Un postre aún más improvisado. Su piel, tu piel, tus labios, su aliento, la respiración que se acelera. Las sábanas en el suelo, un cigarrillo de buenas noches. Risas, sonrisas, y acostarse a su lado hasta que su respiración se vuelve más pausada y te duermes porque sabes que ya lo ha hecho. Y despertarse enmedio de la noche después de una pesadilla y seguir viendo a esa persona ahí. Contigo. Y tener la certeza de que no te puede pasar nunca malo.
Una vez llegado al punto en que cruzas esa línea, todo eso se convierte en la rutina que querrías alcanzar por encima de todo. Y duele, duele mucho cuando además, esa persona está por encima de todas tus posibilidades y de todas tus mil maneras de demostrarle que la quieres. Cuando el amor está por encima de nosotros se crea una cicatriz profunda en el corazón y cuesta, cuesta mucho cerrarla por mucho que te empeñes. Cuesta no cerrar los ojos y ver su sonrisa, y saber que es otra la que se duerme entre sus brazos. Cuesta no mirarla y sonrojarte, sentir el corazón acelerado, los latidos cada vez más rápidos, la respiración sin función alguna... Cuesta mucho querer a alguien y tenerlo a cien años luz.
Quizás es un amor idealizado, una ilusión, algo que ni siquiera es real pero a veces parece tan fuerte que llegas a creer que si no consigues estar a su lado jamás tendrás la capacidad de querer a otra persona. Porque aunque sea algo de lo que te quieras desprender, algo que intentes olvidar, te basta ver su mirada, su rostro, su sonrisa una vez más para volver a caer. Basta una milésima de segundo para entender que darías lo que fuera por abrazarla y no soltarla nunca.

jueves, 27 de septiembre de 2012

Ella :)

Hoy no voy a hablar de amores imposibles, de historias dolorosas, de gente que de repente se va y te rompe el corazón. Hoy no hablaré de recuerdos amargos ni de suspiros en la ventana. Hoy quiero hablaros de mí, de mi vida, y para poder hacerlo es importante que sepáis qué la forma, en qué consiste.
Y una de las piezas de mi vida es la persona a la que le voy a dedicar esta entrada hoy. No sé muy bien como describirla, si la ves de lejos parece una latina fogosa, cuando te acercas crees que es cubana y cuando la conoces descubres que por el contrario es catalana de toda la vida (e independentista). 
Ella es la cosa más alegre de este mundo aunque a veces le den venazos depresivos (véase ihateyou18), la envuelve una locura arrulladora en la que te ves envuelta si pasas más de cinco minutos a su lado, y que a mi personalmente me encanta. Duerme con un antifaz en la cara y con los brazos cruzados cual cadáver, suele confundir las palabras (como saber por sabater), le encanta que le den caña (histórica, mal pensados) y cree que Malta está en España junto a Ceuta, y que papá en inglés es Pap (siguiendo la aplastante lógica de que mamá es Mum). Pero es una de las personas más buenas que os podréis encontrar nunca en este planeta, sabe escuchar y animarte cuando lo que quieres hacer es cortarte las venas, siempre está ahí a tu lado de alguna manera u otra, siempre es la primera en sacarte una sonrisa con una de sus ocurrencias, la primera que va a venir a darte un abrazo si lo necesitas. Le encanta el pachangueo, el leopardo y discutir conmigo sobre debates en los que no nos vamos a poner de acuerdo ni en mil años, y es por eso que hoy vengo a refutarle una de sus ideas.
Ella dice que hace dos días que nos conocemos, pero ¿sabéis qué? Que le voy a demostrar que eso es imposible. Dejando de lado el hecho de que estamos en 2012 y la conocí en 2010, es imposible que en sólo 48 horas una persona pueda vivir todo lo que he vivido yo a su lado. No caben todas las sonrisas que me ha arrancado, todos los momentos en los que me ha hecho reír, todos los recuerdos de las cosas buenas que guardo con ella. En una noche tampoco es posible pegarse todas las fiestas que me he pegado yo con ella, las locuras que hemos hecho, los holandeses que hemos conocido (ni ikasxuko's), las veces que nos hemos parado frente al espejo pasándonos el maquillaje y quitándonoslo. No hay espacio en sólo dos días para que quepan todas nuestras palabras, las conversaciones profundas que hemos tenido tantas veces acerca del destino, las casualidades, el amor... y las no tan profundas sobre las antenas parabólicas que llevan ciertos personajes en la cabeza, las gomas, las bodas imposibles en las que nos levantamos cuando el cura dice 'que hable ahora o calle para siempre', los '¿¿¿QUE LE CONTESTO???'. Tampoco caben los viajes en pijama a pesar de los boys, los viajes en coche invadidas por una masa de pelo perruno sobre nuestras cabezas, los viajes en metro de una punta a otra de Barcelona para que luego nos dieran un portazo en la cara, las alarmas a las 5.23 de la mañana, las frases escritas en nuestras agendas, los días post-resacosos comentando nuestras lagunas mentales de la noche anterior, etc... 
Ella es un regalo que me dio la vida hace 2 años y 20 días exactamente (que no son 48 horas precisamente; y sí, qué cursi me ha quedado), y sé que quiero que esté en ella todos los años y días y horas y segundos que me quedan. Porque aunque no se lo diga siempre, es demasiado importante para mi, demasiado esencial, demasiado imprescindible porque sé que sin ella, yo no sería yo. Porque al perder aunque sea una sola pieza de lo que te hace ser quien eres, automáticamente dejas de ser tú. Y ella es una de esas piezas, una grande, una muy grande. Y estoy orgullosa de que lo sea. 
Por eso hoy no he venido a hablaros de cosas tristes, ni de amores de estos que te hacen perder la cabeza, porque muchas veces sólo le damos importancia a aquellas cosas que nos hacen llorar y la dejamos de dar a las cosas que nos hacen sonreír día a día, minuto a minuto. Quizás a ninguna de las dos se nos vuelque el corazón cuando hablamos por Whatsapp ni tengamos que estar horas para decidir que contestamos, pero sí se nos dibuja una sonrisa en la cara. ¿Y qué es la vida sino una colección de sonrisas?


(Te quiero muchísimo.)

domingo, 12 de agosto de 2012

Todavía.

No sé porqué me he puesto a escribir hoy, ni ahora.
No puedo dejar de pensar en ti, quizás el problema es que ni siquiera lo he intentado pero aun así, en el fondo quiero dejar de sentir esta revolución en el estómago cada vez que veo tu sonrisa en una foto, en un recuerdo... Me duele pronunciar tu nombre y me duele recordarte. Parece como si esta vez fuera real que mi corazón se rompió cuando te vio marchar.
No podía pensar en nada que estuviera relacionado contigo, porque sentía en el pecho que algo me oprimía, que era verdad que esto de querer a alguien dolía... Pero todo me recordaba a ti.
Es el problema, algún día quiero que me enseñes como fuiste capaz de llenarme tanto con tan poco... ¿Como? No sé, llega un punto en el que me pregunto si no me estaré volviendo loca y simplemente me esfuerce en recordar lo que decías, lo que hacías, como sonreías... Porque entonces yo era la persona más feliz del mundo., y puede que quiera seguir sintiéndome así. Pero ahora es distinto porque después de cada recuerdo feliz llega como un hachazo la consciencia de que ya no estás aquí de verdad, de que no voy a volver a verte jamás. Aunque me muera por hacerlo ni va a pasar ni quiero que pase, no debe suceder, y sólo a veces soy capaz de entenderlo. Creo que jamás terminaré de creerme de que ya no voy a volver a hablarte ni a reírme contigo, ni volverás a tocarme, ni a preguntarme estupideces con tu voz... Joder, adoraba tu voz. En realidad adoraba todo lo que hacías y dejabas de hacer, jamás me había visto tan dispuesta a dejarlo todo por nadie, a hacer lo que hiciera falta... Absolutamente lo que fuera.
Ves, sigo dándole vueltas al tema. ¿Porqué no soy capaz de asumir que se ha acabado? Nunca se gana la primera vez, y quizás dentro de mucho tiempo cuando vuelva a sentir algo parecido, salga bien. Creo que merezco de una puta vez que las cosas me salgan bien, dejar de sentir este vacío dentro. Pero si sigo atada a tu recuerdo es imposible que lo consiga. Pero esque no puedo desatarme, esque no quiero hacerlo... Y entonces ¿qué hago? Si aunque sea un segundo, todavía no hay nada ni hay nadie que me haga sentir igual aunque sea al pensar, al recordar...
No sabes cuanto me jode, y prefiero que no tengas ni idea y que pienses que tampoco sentía tanto como te dije, que en dos días te iba a olvidar. Ojalá fuera así...

miércoles, 8 de agosto de 2012

Hoy no he venido aquí para hablarte de amor.

No quiero que te asustes, hoy no he venido aquí para hablarte de amor.
Te he venido a devolver todo lo que me diste tiempo atrás.
Sí, ya ves, parece que ocupe mucho ¿verdad? Parece mentira como en tan poco tiempo una persona pueda llegar a dejar un hueco tan grande. 
Si te parece, voy a empezar por el principio. Guardo cada pequeño detalle, guardé cada milisegundo en esta caja y a veces se escapan algunos por la ranura, tengo que empezar a controlar esto de intentar recordarlos. 
Aquí está el primer bote. El primer segundo, el que iba a decidir todo lo que vendría después. ¿Parece mentira, eh? Sólo contiene una mirada, pero con algo tan pequeño como el reflejo del sol en tus ojos verdes se empezó a escribir esta historia. 
Aquí tienes tus sonrisas, algunas de las que me dedicaste a mi y todas las que te robé a veces cuando estabas pensando en tus cosas y clavabas la mirada en otra parte. Parece mentira que las recuerde una a una pero ¿quien  no iba a hacerlo? Quizás nunca entenderás cuanto me gustaba mirarte...
En este bote están tus palabras, quizás piensas que es demasiado pequeño pero es que me ha sido imposible recordarlas todas... O quizás es que sea de las que piensa que a veces las palabras son lo de menos, que se las lleva el viento y acaban aparcadas en algún otro lugar de la memoria al que no podemos acceder nunca más. Pero están tus buenos días, tus preguntas tontas, las ocurrencias que me hacían reír e incluso si hurgas un poco encontrarás la última frase que nos dijimos. Se metió en el fondo y fue imposible sacarla de ahí para intentar por lo menos olvidarla.
Esto no es tuyo pero también te pertenece. Hay algunos más rápidos, como los de cuando te acercabas demasiado y éramos capaces de respirar exactamente el mismo aire, en el punto en el que casi era capaz de oír hasta tus parpadeos. Los más lentos quizás vienen de las horas en las que pasé tumbada en la cama mirando al techo y pensando que en cuestión de horas volveríamos a cruzarnos. Y los otros pues... cuando simplemente te miraba y me mirabas y me hacías la persona más feliz de este planeta. Quizás no necesites mis latidos para nada, pero creo que yo tampoco los voy a utilizar en una larga temporada. 
También te puedes quedar mis recuerdos, es lo último que me queda por darte. A mi no me hacen falta para acordarme de ti... Así si algún día te sientes triste por cualquier cosa podrás rescatarlos de cualquier cajón y por lo menos saber que había alguien que te quería por encima de todos tus defectos y todas tus tonterías.

Bueno, creo que esto era todo, he intentado no quedarme nada, pero supongo que hay huellas que tardan tiempo en borrarse así que si quieres, dentro de unos años volvemos a pasar cuentas.
Solo espero que a partir de ahora tengas toda la suerte del mundo, yo podré vivir sin todas estas cosas y sé que al final terminaré por no echarlas de menos. Ni siquiera a ti.
Aunque pase lo que pase, si algún día decides volver, sé que bastará un solo segundo para volver a sentir de nuevo.

miércoles, 18 de julio de 2012

No sé que decirte...



... ese es el problema.
Si pudieras entrar dentro de mi cerebro y fueras capaz de leer todos mis pensamientos, todas mis miradas, cada uno de mis sueños... quizás así lo entenderías. Tengo mil cosas que decirte y mil cosas que confesarte, tengo diez sueños en los cuales eres protagonista de nueve de ellos, tengo ocho sonrisas y la novena es para ti. Tengo siete maneras diferentes de decirte que te quiero, seis pasos que nos separan, cinco metros de distancia y cuatro sitios a los que te llevaría con los ojos cerrados. Tres vidas que gastaría si al menos quisieras vivir conmigo dos de ellas.
Pero sólo hay una cosa que nos separa.
El miedo, mi miedo.

martes, 17 de julio de 2012

Lejos.

Se cierra la puerta. Apenas dos rayos de sol se cuelan ya entre las persianas, pero la sombra de tus pasos se hace larga en la acera. Casi te oigo, casi puedo sentir como te alejas. De aquí, de mí.
Me duele verte lejos y saber que de aquí tan pronto me vas a dejar, te voy a dejar escapar... Quizás es mi culpa por enamorarme tan rápido, o dejar que el tiempo no pueda detenerse a tu lado.
Me voy a morir de ganas de decirte que te echaré de menos, me voy a morir de ganas de correr tras de ti cuando te pierdas por última vez doblando la esquina. Me moriré de ganas de mirarte a los ojos por última vez y de que puedas cogerme de la mano y esbozarme tu sonrisa.
A ti te echaré de menos hasta que se me rompa el alma, pero tu recuerdo seguirá aquí... Siempre.

lunes, 16 de julio de 2012

Envidia.

Siento envidia de ella.
Envidia de que pueda levantarse, girarse y hacer algo tan sencillo como toparse con tu mirada. De que pueda andar por la calle a tu lado, apartarte ese mechón de la cara y sonrojarse si la miras más allá del tiempo permitido. Envidia de que pueda compartir contigo un helado, una habitación de hotel, un billete de avión y algo tan simple como un beso. Envidia de que pueda abrazarte durante un siglo y que no le digas nada, de que vea tu piel mojada al salir de la ducha, tu pelo enmarañado, tus ojos marrones casi verdes al acabar de despertarte. De que pueda dejarte las manchas del pintalabios rojo por el cuello, de que pueda ponerse tus camisetas si no encuentra tu pijama, de que te prepare el desayuno y te lo lleve a la cama y tú la mires con la sonrisa con la que me hechizaste a mí. Tengo envidia de cuando te pones sentimental y sé que piensas en ella, de cuando lloras y tus lágrimas las seca ella, de cuando no tienes ganas de levantarte de la cama y ella es la razón por la que lo haces. Envidia de que te toparas con sus ojos antes de que con mi sonrisa, envidia de que te enamoraras de sus manos antes que de mis caricias. Envidia de que quieras compartir todo lo que te queda a su lado y que ella sienta lo mismo y con tanta intensidad... Envidia de que le susurres al oído las cosas que nunca me dirás a mi y de que le jures promesas que no vas a romper, de que te pases domingos en el sofá planeando viajes que no voy a hacer contigo y viendo películas con las que no vas a llorar conmigo. Que no compartamos el calor de una manta, el calor del sol cuando se tumba a tu lado en la terraza, el calor de una cama deshecha.
Siento envidia de que ella viva contigo todo lo que no voy a vivir yo. Tengo envidia de que me haya robado los años más felices de mi vida.
Envidia de que te diga 'te quiero' cada día y yo te mire en la distancia y no sea capaz de decirte que no quiero no estar a tu lado.

miércoles, 20 de junio de 2012

Sueños.

Deberían ponerle un límite a eso de perseguir los sueños. Así siempre sabríamos cuando es el tiempo debido en el que debemos parar, y sujetar nuestras ilusiones y nuestros sentimientos antes de que caigan al vacío en una caída libre de la que luego es muy difícil curar las heridas.
Quizás así nuestro sentimiento de fracaso sería mucho menor si no nos hubiéramos dejado todas las fuerzas en algo que des del principio era imposible por alguna extraña razón que desconoceremos.
Los sueños deberían venir con fecha de caducidad, así una vez pasado el plazo, si aún no los habríamos cumplido, podríamos tirarlos y olvidarnos de ello como algo que forma parte estrictamente del pasado porque aunque quisiéramos, ya no los podríamos volver a soñar. El día en que caducara, se perdería toda la ilusión por ello, y nacería un nuevo sueño por el cual volveríamos a luchar y seguramente... A sufrir.

martes, 29 de mayo de 2012

Acerca del amor...

¿No os ha pasado nunca que un día cualquiera, empezáis a ver a una persona de otra manera totalmente diferente a como siempre la habíais mirado?
Y entonces te empiezas a dar cuenta de que eres absolutamente incapaz de aguantarle la mirada más de 10 segundos sin agachar la cabeza, de que pasa cerca tuyo y se te revuelve el estómago, y que te toca, y parece que el corazón se te vaya a salir del pecho.
Puede que haya pasado un solo segundo desde que te dijo adiós y tú ya solo puedas pensar en cuando la volverás a ver, en que irremediablemente te acabas de partir en mil pedazos diminutos porque en solo un instante has llegado a echarla tanto de menos que parece que no vas a poder continuar. Pero en el fondo sí que puedes. Esas personas están tan lejos de tu capacidad, que piensas que por mucho que las quieras o las extrañes, que por mucho que hagas todo lo que esté en tu mano, en el fondo es algo tan irreal que tampoco eres capaz de imaginar como sería todo si realmente pudieras tenerla al lado cada día.
Y sólo sabes una cosa... que serías feliz. Feliz como esa sensación que describen las películas, los poemas y los libros, en que andas flotando por el cielo y en cada beso, te fundes en un solo ser. Feliz como no lo has sido nunca, que todo te parece más bonito, que de la noche a la mañana te vuelves un optimista innato y parece que todo sea un poquito más fácil. Hasta que todos los agujeros negros se te llenan de luz. De una luz que sólo te puede aportar esa persona, que aunque tengas cerca, sabes que está tan profundamente lejos... que toda esa pequeña distancia que en realidad os separa se vuelve inalcanzable.
Algunos lo llaman amor, yo sinceramente, hace mucho tiempo que no sé como llamarlo. ¿Cómo te puedes enamorar de alguien de quien sabes tan poco? ¿Como puedes desear pasar el resto de tu vida junto a alguien que no tienes ni idea de como se despierta, de como duerme, de qué le gusta hacer los domingos por la mañana? Si no sabes ni un detalle tonto acerca de él... Como toma el café, cuál es su comida favorita, su color, qué día de la semana odia, en qué momento se abalanzará sobre ti y en qué momento querrá estar a solas...
¿Como puedes llegar a querer tanto y con tanta intensidad a alguien que está tan asquerosamente lejos de tus posibilidades?
¿Por qué? ¿En qué momento, en qué palabra, en qué sonrisa empiezas a querer?
¿Qué ha hecho?
Es inevitable preguntarse porqué alguien con tan poco puede darte tanta vida, y otras personas que se esfuerzan en darte todo lo que son, no consiguen llegarles ni a la suela de los zapatos. Es extraño y es tan complejo... Yo supongo que los seres humanos nos pasaremos hasta el fin de los días preguntándonos cosas acerca del amor. Porqué es algo que queda tan lejos de nuestro alcance, algo que nos da miedo y a la vez nos atrapa. Porqué ni en 100 vidas seríamos capaces de entenderlo y aún así, lo único que queremos es seguir enamorándonos... Aunque sea en la distancia.
Porque sólo por ese momento en que esa persona se acerca a ti y te sonríe, cuando tú ya hace horas que parece que te has perdido en la tonalidad de sus ojos y a veces no puedes ni articular palabra... Sólo por ese estúpido instante, en que tú te sientes viva y capaz de tocar las estrellas con la punta de los dedos, todo el dolor, toda la nostalgia arrulladora que nos abarca cada noche, todas las lágrimas que derramamos... Valen la pena.

sábado, 26 de mayo de 2012

Por encima de tus posibilidades

"Sé lo que estarás pensando. Que estoy enfermo. Que no la conozco de nada. Que no hemos cruzado más que dos palabras y un precio. Pero es que, en ocasiones, la nostalgia es tan caprichosa que no necesita argumentos para doler. Se pueden echar de menos amores que jamás ocurrieron. Se pueden extrañar situaciones que jamás llegaron a pasar. De hecho, si nunca te ha ocurrido, es que nunca has querido por encima de tus posibilidades. Y si no has querido por encima de tus posibilidades, entonces tu corazón no ha pasado de ser un órgano muscular hueco que impulsa sangre. Eso es lo que pasa. Que la echo de menos. En toda su ausencia. Hasta decir basta. Añoro esos paseos que nunca dimos por el parque. Añoro esos besos que jamás me dio. Esas risas tontas que no nos echamos. Esa canción que nunca escuchamos después de no hacer el amor. Tengo que volver con ella antes de morirme del todo... Tengo que volver con ella hasta el punto en el que dejó de poder ser. Y volver a empezar juntos... por primera vez."




'Que la muerte te acompañe'.

lunes, 30 de abril de 2012

Miedo.

Esque no lo entiendo.

¿Era lo que quería no? ¿Era aquí donde quería estar verdad? En este punto donde pensaba que una vez llegados, empezaría a ser yo misma y ya nada ni nadie podría pararme. Llevo 16 años queriendo estar aquí, queriendo ser ese yo que soy ahora. Llevo tanto tiempo soñando e imaginando como sería este momento... Y pensando que era justo aquí donde se escondía la clave de lo que soy y de lo que quiero ser.
Pero no es así. No sé porqué pero no es así. Cuanto más pasos hacia delante voy, menos yo me siento. Si me quedo atrás, me falta algo. Y si me quedo aquí... siento que no siento nada, que no soy nada, que no sé quien soy.
Y ¿qué hago entonces? ¿Como me busco? No sé buscarme porque no sé donde empezar, no sé que es lo que quiero encontrar ni lo que espero saber. Joder, no sé porque tiene que ser todo tan complicado.
Tengo miedo, miedo de lo que pueda venir y miedo de lo que pueda perderme por ese miedo que me paraliza. Aunque bien vistos, el miedo nos hace sentir vivos. Y deberíamos aferrarnos a cualquier cosa que nos haga sentir vivos. Debería arriesgarme. Debería saltar. Pero ¿y si caigo?
Pues te levantas, Elena.
¿Y si caigo mal? Ya volverás a saltar.
Visto así, no tengo nada que perder... Pero en realidad, me lo estoy jugando todo. A una sola tirada.

martes, 24 de abril de 2012

Eres tú.

Debería confesarte algo. No soy como crees, no soy esa chica perfecta y positiva que tiene siempre una sonrisa en la cara para si misma y para los demás. Yo no soy así. Almenos yo no era así. Sabes, casi no creo en mi, esque no puedo hacerlo. A veces me faltan razones y motivos para hacerlo y me vengo abajo... Completamente abajo... Pero luego tú me miras, te llenas la cara con esa sonrisa tan preciosa que tienes. Tú me iluminas con tu luz, tú me hechizas con tu magia y entonces creo que puedo hacer cualquier cosa. Con solo tomarme la mano, vuelvo a creer en mi. Me hablas y pienso que no hay sueño imposible en este mundo si estás a mi lado.  Así que ahora ya lo sabes, yo tambien lloro y me derrumbo y me caigo. A veces creo que no tengo ninguna razón para seguir. Pero siempre, siempre, siempre me respondo lo mismo. Sí que la tengo... Eres tú.

jueves, 29 de marzo de 2012

No lo digas.

No hace falta.
Nadie mejor que yo se ha fijado en su pelo y en sus ojos, no hace falta que vengas y me digas que mire el brillo que tienen al mirarte, que si esa sonrisa te revuelve el estómago. Ya sé que te toca y te eleva hacia el cielo, ya sé que cuando te habla parece que se detenga el mundo y todo alrededor pierda sentido. Sé que se acerca y quieres desvanecer, que eres capaz de perderte en el mapa interior de su alma durante horas, que estás a su lado y que aunque no quieras, no existe nada más.
Sé que lo dejarías todo por abrir la puerta de su casa entre besos, que revolverías las sábanas entre sus piernas, que donde empezara el cielo, ahí estaría su cama. Que imaginas como sería coger su mano para andar durante horas, que ni siquiera te dolería un solo músculo del cuerpo, que serías capaz de hacer que fuera feliz como no lo ha sido nunca. Sé que te mueres por volver a mirar sus ojos y volver a sonrojarte cuando se crucen vuestras miradas, que te temblará la mano izquierda y el corazón y a veces, serás incapaz de articular palabra.
Ya lo sé, joder.
Ya lo sé que embruja, que cautiva, que te mira y te atrapa. Que hace que caigas en su red como si tuviera un arte magistral para enamorar, y cuando te quieres dar cuenta es demasiado tarde.
No lo digas, no hace falta. Lo sé perfectamente.
Lo conozco. Yo también lo siento.

sábado, 24 de marzo de 2012

Me gustaría que estuvieras aquí.

Faltas tú. Tú no puedes notarlo pero me faltas, eres como una especie de molécula en el oxígeno que no existe y hace que me ahogue de manera inexplicable. 
Faltas en cada trago de cerveza, en cada calada, en cada sonrisa y en cada mirada perdida en la nada.
Faltas en este bar, en mi copa, y más tarde vas a faltar también debajo mis sábanas. Faltas en mi cama cuando me acuesto y sigue fría. Faltas en la almohada porque ya no huele a ti. Me faltas en la que sería tu parte del baño y en tu plato, tu tenedor y tu vaso. 
Me faltas cuando me levanto llorando, cuando necesito un abrazo, cuando me acuesto con el corazón en la mano. Cuando me besan, porque no son tus labios los que recorren los míos y porque no es tu lengua la que me transmite mil sensaciones. Me faltas cuando me acarician el pelo y me guiñan el ojo, porque simplemente nadie podrá parecerse ni una milésima parte a ti.
Me faltas cuando son solo mis pasos los que resuenan en la acera y cuando cruzo el semáforo en rojo corriendo sin tu mano entrelazada a la mía. Me faltas porque siento que estoy sola, que aunque esté rodeada de gente y de amigos, estoy sola porque tú no estás. Y porque quizás sin ti, yo tampoco sea yo. 
Me faltas en todas partes y me faltas cuando me susurran 'te quiero' al oído. Me faltaste ayer, hoy y mañana. Me faltas porque casi ni recuerdo la tonalidad de tus ojos pese a haberme perdido tantas veces en ellos.

Me faltas. Es casi una necesidad física. Necesito tenerte al lado. Te necesito a ti.

domingo, 18 de marzo de 2012

Es duro.

... es duro mirarte a la cara y ver que no siento nada. Que no sabes lo que daría porque fuera así, porque tú, con tus ojos color miel, tu pelo oscuro y tu sonrisa de revista pudieras removerme algo en mi interior. Pero esque no puedo. Es que aunque quiera aceptarlo o no, no puedo quererte. Porque podré poner todas mis fuerzas en ello, podré imaginarme un futuro juntos, podré planear mil noches, mil escapadas y todos los besos que voy a darte. Pero aunque lo piense, cada vez que hago esos planes en mi cabeza sólo pienso que me estoy obligando a ello. Porque no soy capaz de quererte.
No a ti.
Cuando quieres a alguien de una manera tan fuerte y tan estúpidamente grande, es imposible obligarse a querer a nadie más. 

jueves, 16 de febrero de 2012

A los pies de la ciudad de las luces.

-No debería estar aquí -susurró temblando. Se dispuso a dar la vuelta pero notó como la agarraban de la mano.
-No te vayas.
-No puedo, yo...

Y antes que acabara la frase, sintió sus labios encima de su piel. Intentó refrenar la ola de sentimientos que subía por todo su cuerpo, intentó que el corazón no se le disparará como un loco, e intentó que su pierna dejara de temblar ligeramente, pero no lo consiguió. Un huracán que empezaba en sus pies y terminaba en la punta de los dedos se estaba adueñando de ella y de forma inconsciente, se dejó llevar. Sin saber como, se estaban besando a los pies de la ciudad de las luces... Tantas veces había soñado con ello y solo en ese momento supo que era así, solo entonces se dio cuenta de que llevaba quizás siglos esperando ese momento, que ahora estaba pasando y ella no podía ni sentir el suelo debajo suyo. Aún así, y a pesar de saber que realmente era el amor de su vida, esa persona que llevaba amando desde el primer momento en que se cruzaron las miradas, esa persona que le había martirizado noches y noches con su sonrisa, ahora, sólo era otra persona más de entre aquellas que habían marcado su corazón. Aunque sabía que se arrepentiría, un torrente de dudas afloró en su cuerpo y no pudo más que deshacerse de su abrazo.

Un abrazo que hubiera durado siglos, pero sin embargo, ella tuvo que salir corriendo. Y en cada paso que daba, más se arrepentía de su decisión, menos se sacaba de su cabeza aquella mirada acercándose a la suya y más claro tenía que no podía dejar todo aquello atrás. Pero ahora no podía. Ahora no.

Porque ahora, sabía que estaba completamente enamorada de las dos personas más importantes de su vida. Y como en estos casos, ni bajo las piedras hubiera encontrado la fuerza para poder elegir.

martes, 24 de enero de 2012

A echarte de menos.

Quizás el hecho de que esté aquí sola tenga algo que ver con el frío que cala en mis huesos. Un frío helado que lo destruye todo y congela cada parte de mi cuerpo. Y de pronto, casi no puedo moverme, paralizada enfrente de la nada y con un solo pensamiento en la cabeza: quiero tirar atrás el tiempo.
Ojalá supiera como se hace, ojalá fuera tan fácil como retrasar las manecillas de un reloj y así poder enmendar todos los errores que hemos cometido. Así quizás nunca nos arrepentiríamos de nada de lo que hiciéramos, y si fuera así, podríamos volver a hacerlo mejor. Yo no te habría dejado escapar, habría retrasado los minutos una y otra vez para volver a ver tu sonrisa y hubiera roto el cristal para que ese instante permaneciera para siempre. No es justo que tenga que estar aquí a 3000 km de tu lado sólo porque el tiempo pasa y alguien decidió una vez que nada dura eternamente y que todo lo que empieza, tiene que acabar. Yo sólo quiero enlazar finales, que éste sea el principio de otra historia completamente mejor y que tú seas protagonista de cada una de ellas.
Yo sólo quiero tenerte cerca una hora al día y saber que podemos ser felices, es más, tener la certeza completa de que lo somos.
Pero ahora mismo, ese frío que arrasa con todo me impide hasta pensar en ti. Y aunque no tenga nada a mi alrededor, todo lo que me rodea me lleva a echarte de menos.

lunes, 23 de enero de 2012

Sin ti.

Tu sonrisa.
Tu pelo.
Tu mirada.
Tu voz, el sonido de tu risa.



Tú, tú. Cuando sólo existías tú y ahora que no estás. Cuando te miraba y sentía que se detenía el tiempo. Y ahora qué, ¿quien va a hacer volar mis mariposas? ¿Quien va a cruzarse por mi mente cuando no crea en nada más? ¿Quien va a sacarme esas sonrisas?
Nadie. Porque nadie sabe hacerlo como lo haces tú, simplemente porque cuesta creer que encontraré a otra persona que sin mover un dedo me haga sentir lo mismo que tú. No puedo hacerme a la idea que voy a olvidarte, que sin querer vas a pasar a ser parte de la historia de mi vida. Cuesta saber que voy a dejar de echarte de menos algun día, simplemente porque ahora cuesta imaginarme que voy a aprender a vivir sin ti. Porque no puedo, porque no me entra en la cabeza... Porque te seguiré queriendo, joder. Tampoco era tan fácil de entender.
Son tus palabras, tus abrazos y tus sonrisas. Que se me han quedado clavadas y no sé como apartarlo sin hacerme daño a mi también. En fin, supongo que es lo último que puedo decirte, que jamás voy a olvidar este tiempo contigo. Cuesta mirar adelante cuando conoces a alguien que te para el tiempo a su antojo, pero sé que podré hacerlo.

Quizás algun día sea feliz sin ti.

miércoles, 4 de enero de 2012

Invisible

Una lágrima bajó por su mejilla a la velocidad de la mano que ahora mismo le atizaba la cara. Abrió los ojos sorprendida, mientras aún le quemaba la cara en el lugar donde hacía unos segundos le habían dado el golpe. Y entonces no fue capaz ni de llorar, corrió hacia su habitación, cogió su chaqueta y marchó en silencio, con el único sonido de las huellas de sus pasos rápidos en el suelo como banda sonora de su marcha. Llevaba algo de dinero en el bolsillo pero de pronto, se vio sola enmedio de la calle, la noche caía encima de sus hombros y ella sin darse cuenta, empezó a llorar. Y una persona se le cruzó por la mente. La única a la que quería ver, la única que quería que le abrazara hasta quedarse dormida y olvidarse de todo. Y echó a andar.

Pero cuando llegó a su puerta, no supo qué hacer, qué decir, como reaccionar. Tras media hora de dudas estúpidas, tocó el timbre con la mano temblorosa y esperó. Se le dibujó una sonrisa tonta en la cara cuando oyó su voz al otro lado del intérfono, y de pronto no supo que decir. Pidió que bajara y enseguida le tuvo enfrente, con las manos en los bolsillos y un interrogante dibujado en la cara.
-¿Que haces aquí?
-No tengo dónde ir.
Y dicho esto, se derrumbó entre sus brazos, y empezó a relatarle todo palabra por palabra, mientras su hombro quedaba mojado por todas las lágrimas que caían ahora sin freno alguno. Vio que cada vez más, la compasión se reflejaba en sus pupilas, y le tendió la mano para que pasara. Ella insistió en que no hacía falta que le ofreciera su casa, que simplemente con haber estado ahí ese momento, le había bastado. Pero ambos comprendieron que realmente, necesitaba quedarse allí, así que subieron hacia arriba, con las manos entrelazadas de manera casi inconsciente y llegaron a un salón amplio. Se tumbó en el sofá y se terminó de secar las lágrimas con la manga. La observaba desde la otra punta del salón. Y ella lo vio, y sonrió.
-No me mires así...
-¿Así como?
Se acercó, sin apartar la vista de sus ojos azules, con una sonrisa torcida en la boca.
-Pues así.
-¿Porqué?
-Porque me pongo nerviosa.
Con un dedo le rozó el cuello y sin querer, ella soltó un suspiro. Luego, su mano aterrizó encima de la suya y se acercó, se acercó cada vez un poco más, manteniendo la vista en sus ojos. Bajó la vista y deseó con todas sus fuerzas que el corazón no le estallara en ese momento, pensaba que los latidos retumbarían por las paredes de la casa pero parecía que ni siquiera se daba cuenta. Un centímetro más.
-Salva tu la distancia que nos separa.

No podía, no debía, pero se moría por hacerlo. Así que se acercó, y esta vez la distancia entre ambos labios se volvió invisible.

martes, 3 de enero de 2012

Al final.

Con el tiempo tendré que empezar a olvidarte. Quizás podría ir adelantándome el trabajo e ir quitándome de la cabeza tu sonrisa. Voy a dejar de pensar en tus ojos y en tu mirada, en como fijas la vista en mi y te acercas. En que luego me hablas y yo caigo al suelo en espiral. En que todo lo que existe es tú. Voy a quitarme el vicio de escuchar tu voz y las ganas de querer volver a verte, voy a romper mis promesas de estar siempre a tu lado, voy a coger mi corazón en una mano y me voy a ir. Tendría que descolgarme de tu sonrisa y volver a normalizar mi pulso cada vez que leo tus mensajes, dejar de ilusionarme como una tonta cuando veo tu nombre. Debería ir dejándote de querer ahora, porque cuando ya no esté a tiempo y tú estés lejos, va a doler aun más. Debería quitarme de la cabeza la idea de decirte que te quiero, las locuras que pensaba compartir contigo y los planes que tenía a tu lado. Dejar de contar estrellas y los días para que me abraces de nuevo. Dejar de repetir todos nuestros momentos en mi cabeza como un replay y dejar todo esto atrás. ¿Porqué haces que me sienta así, maldita sea?


No, escúchame, trátame mal, deja de guiñarme el ojo, deja de reírte de esa manera, deja de comportarte de una manera tan estúpidamente dulce y deja de alegrarte al verme. No me sonrías más así, que al final voy a enamorarme de ti.

Barreras.

La forma en la que la miras, quizás no te das cuenta pero parece que cuando fijas tu vista en sus ojos, no exista nada más. Me gusta como sonríes cuando se acerca, como parece que se te va la vida si la ves triste. Me gusta el brillo que desprendes cuando te abraza, cuando te toca el pelo.
Me gusta verte feliz así, me gusta tu sonrisa cuando piensas en ella. Y me conformo en ser yo la que sonría de lejos mientras te veo a ti, mientras pienso que la distancia que nos separa es infinitamente inalcanzable. Que hay una barrera que lo cambia todo, la barrera que nos separa a ella y a mi. Algo que nunca podré llegar a ser. Todo lo que significa ella para ti. Eso es inigualable, son demasiados recuerdos, demasiados momentos. Y sin saberlo del todo, lo sé, lo veo. Lo noto. Cuando alguien es feliz de ese modo se le ilumina la cara de una forma tan especial...

Y de lo único que me arrepiento, es de habernos conocido de la forma en la que nos conocimos. Tirar atrás y comprar cualquier otro comienzo. De ese modo, quizás no habría barrera, quizás podría luchar. Quizás algun día yo pudiera ser ella, o incluso más. De ese modo, creo que llegaría a ser más feliz si la persona por la cual se te iluminara la cara, fuera yo.

-Tengo un problema...

-¿Cuál?
-Que quiero que sea tu sonrisa la que se despierte a mi lado todos los días de mi vida.


Susurré esas palabras detrás de sus huellas, mientras el viento helado me rozaba la piel, recordándome una vez más que ya no estaba aquí.

lunes, 2 de enero de 2012

Sé que nunca te enamoré, que nunca te revolví el corazón ni te emocionaste por mi. Sé que estando lejos no te acordabas de mi, ni me extrañabas... Perdí totalmente la cabeza por ti, te busqué, te busque y tú aun más te alejabas. Escuché 1000 consejos y seguí haciendo lo mismo, te lloré, te amé, te esperé, te eché de menos, te volví a llorar, me volvías a hacer daño, y yo seguía en lo mismo. No es fácil olvidar asi de la nada cuando amas, tampoco es fácil fijarse en otra persona cuando tienes a alguien en la cabeza. Tú nunca entendiste lo que sentía por ti, nunca fuiste capaz de ver que te amaba de verdad, que siempre pensaba en ti, y que nunca estuve tan pendiente de alguien como de tí, de como me preocupaba cuando estabas mal. Pero todo se supera, todo pasa, al principio duele, cuesta, y hasta arañé las paredes para evitar buscarte... Pero sé bien una cosa, puedes estar con quien se te cruce, acostarte con la primera persona que conozcas en una noche, estar con alguien de pareja, pero si hay algo que doy por seguro, es que jamas nadie te va amar, ni llorar de la manera en que lo hice yo, jamás... Eres un mal recuerdo, algo que poco a poco se desprende de mi, después de lo malo llega algo mejor, y sé que no te mereces nada de mi. Por eso ya no pienso buscarte ni perder mi tiempo contigo, demasiado sufrí, lo suficiente te lloré, y sin medidas te amé, pero hasta aquí llegué, que seas feliz.


(Grupos de Facebook que relatan tu vida).

domingo, 1 de enero de 2012

Fácil

Me preguntan porqué no.

¿Y él¿ Joder, es guapo.
¿Y él? Te trata muy bien, es muy mono...
Te quiere, dale una oportunidad. 


Pero siempre es no, siempre es lo mismo. Ninguno convence, ninguno es suficientemente lo que quiero. Con ninguno me siento yo. Todo es forzado, parece que lo único que necesito es algo fácil e intentar ser feliz con eso, pero esque no puedo. Ya me gustaría a mi que todo fuera tan sencillo y que simplemente pudiera obligarme a tener ganas de ver a alguien, a notar ese vacío en el estómago cuando no está, a que se me desbordara el corazón cada vez que oyera su nombre. Pero esque esas cosas no pueden premeditarse... Y cuando pienso en porqué no, en porqué él, el otro, y el otro no... Sé que conozco de sobras la respuesta.

Porque nunca seran tú.