jueves, 27 de septiembre de 2012

Ella :)

Hoy no voy a hablar de amores imposibles, de historias dolorosas, de gente que de repente se va y te rompe el corazón. Hoy no hablaré de recuerdos amargos ni de suspiros en la ventana. Hoy quiero hablaros de mí, de mi vida, y para poder hacerlo es importante que sepáis qué la forma, en qué consiste.
Y una de las piezas de mi vida es la persona a la que le voy a dedicar esta entrada hoy. No sé muy bien como describirla, si la ves de lejos parece una latina fogosa, cuando te acercas crees que es cubana y cuando la conoces descubres que por el contrario es catalana de toda la vida (e independentista). 
Ella es la cosa más alegre de este mundo aunque a veces le den venazos depresivos (véase ihateyou18), la envuelve una locura arrulladora en la que te ves envuelta si pasas más de cinco minutos a su lado, y que a mi personalmente me encanta. Duerme con un antifaz en la cara y con los brazos cruzados cual cadáver, suele confundir las palabras (como saber por sabater), le encanta que le den caña (histórica, mal pensados) y cree que Malta está en España junto a Ceuta, y que papá en inglés es Pap (siguiendo la aplastante lógica de que mamá es Mum). Pero es una de las personas más buenas que os podréis encontrar nunca en este planeta, sabe escuchar y animarte cuando lo que quieres hacer es cortarte las venas, siempre está ahí a tu lado de alguna manera u otra, siempre es la primera en sacarte una sonrisa con una de sus ocurrencias, la primera que va a venir a darte un abrazo si lo necesitas. Le encanta el pachangueo, el leopardo y discutir conmigo sobre debates en los que no nos vamos a poner de acuerdo ni en mil años, y es por eso que hoy vengo a refutarle una de sus ideas.
Ella dice que hace dos días que nos conocemos, pero ¿sabéis qué? Que le voy a demostrar que eso es imposible. Dejando de lado el hecho de que estamos en 2012 y la conocí en 2010, es imposible que en sólo 48 horas una persona pueda vivir todo lo que he vivido yo a su lado. No caben todas las sonrisas que me ha arrancado, todos los momentos en los que me ha hecho reír, todos los recuerdos de las cosas buenas que guardo con ella. En una noche tampoco es posible pegarse todas las fiestas que me he pegado yo con ella, las locuras que hemos hecho, los holandeses que hemos conocido (ni ikasxuko's), las veces que nos hemos parado frente al espejo pasándonos el maquillaje y quitándonoslo. No hay espacio en sólo dos días para que quepan todas nuestras palabras, las conversaciones profundas que hemos tenido tantas veces acerca del destino, las casualidades, el amor... y las no tan profundas sobre las antenas parabólicas que llevan ciertos personajes en la cabeza, las gomas, las bodas imposibles en las que nos levantamos cuando el cura dice 'que hable ahora o calle para siempre', los '¿¿¿QUE LE CONTESTO???'. Tampoco caben los viajes en pijama a pesar de los boys, los viajes en coche invadidas por una masa de pelo perruno sobre nuestras cabezas, los viajes en metro de una punta a otra de Barcelona para que luego nos dieran un portazo en la cara, las alarmas a las 5.23 de la mañana, las frases escritas en nuestras agendas, los días post-resacosos comentando nuestras lagunas mentales de la noche anterior, etc... 
Ella es un regalo que me dio la vida hace 2 años y 20 días exactamente (que no son 48 horas precisamente; y sí, qué cursi me ha quedado), y sé que quiero que esté en ella todos los años y días y horas y segundos que me quedan. Porque aunque no se lo diga siempre, es demasiado importante para mi, demasiado esencial, demasiado imprescindible porque sé que sin ella, yo no sería yo. Porque al perder aunque sea una sola pieza de lo que te hace ser quien eres, automáticamente dejas de ser tú. Y ella es una de esas piezas, una grande, una muy grande. Y estoy orgullosa de que lo sea. 
Por eso hoy no he venido a hablaros de cosas tristes, ni de amores de estos que te hacen perder la cabeza, porque muchas veces sólo le damos importancia a aquellas cosas que nos hacen llorar y la dejamos de dar a las cosas que nos hacen sonreír día a día, minuto a minuto. Quizás a ninguna de las dos se nos vuelque el corazón cuando hablamos por Whatsapp ni tengamos que estar horas para decidir que contestamos, pero sí se nos dibuja una sonrisa en la cara. ¿Y qué es la vida sino una colección de sonrisas?


(Te quiero muchísimo.)