sábado, 12 de noviembre de 2011

Aquí

El día en que pueda cogerte de la mano y besarte en medio de todo el mundo. Que acaricie tu cara con la yema de mis dedos y se detenga el tiempo, que te de la mano y seas capaz de seguirme donde sea. El día en que con solo mirarnos seamos capaces de decirnos todo lo descriptible, que sientas lo mismo que yo al rozarme, al juntar tus labios con los míos.

No sabes lo que daría por tenerte entre mis brazos y perderme en ellos todo el tiempo que fuera necesario. No sabes lo que daría porque estuvieras aquí.

jueves, 10 de noviembre de 2011

Nada.

¿Por qué me empeño en creer en algo que no existe, en algo que jamás ha existido y nunca existirá?
Intento buscar una razón lógica en todo esto, intento razonar conmigo misma y me doy mil explicaciones que sé que no me sirven de nada. El corazón no atiende a razones, edades, ni a nada. El corazón no sabe nada. Y el amor tampoco. Es una de esas cosas que llega sin esperarlas, sin buscarlas, sin poder hacer nada por pararlas. Llega y arrasa con todo lo que tienes alrededor, te rompe los planes, te quita el sueño, te hace soñar despierta, te crea un huracán de sentimientos dentro, y a ti solo te gustaría romper con todo y gritar.
Y no se puede hacer nada, no se puede pretender que no existe, que no hay nada. Que no se siente nada. Porque él mismo se encarga de recordarte segundo tras segundo de que está presente en ti, de que existe. De que existe esa fuerza dentro de ti y existe esa persona por la que suspiras. La misma que te paraliza el corazón cada vez que os cruzais. Y bajas la mirada y la pierdes en la nada, no ves, no oyes, no puedes escuchar nada ni nadie. Porqué está solo ella. Esa persona que te da toda la fuerza del mundo con solo mirarte, que te roza con un dedo y te lanza al espacio, que te abraza y te detiene el tiempo. ¿Como se puede vivir así? Con la idea de algo que en verdad no se hará nunca realidad. Porque no puedo, ni debo, ni (en lo más hondo) quiero que suceda. Es difícil, es tan complicado que no se puede ni siquiera explicar.

No se puede. No existen palabras para definir eso. Yo creía que sí, yo creía que todo en este mundo tiene una explicación, una razón lógica. Esto no.
Esto ocurre, esto pasa sin quererlo. Ni deseando con todas tus fuerzas que no pase, pasa. Llega. Y se apodera de ti. Te come por dentro. Se hace dueño de tus entrañas. Te hace temblar, te multiplica por mil los latidos del corazón. Una y otra vez, una y otra vez, hasta que no puedes aguantar más.

Callas o intentas resumirlo en palabras. Sigues esperando o te juegas todas tus cartas en una sola mano. Te arriesgas. Puedes ganar o puedes perder. Pero ahora no hay nada que hacer, no hay opciones, no hay partida ni ganador. Sabes que lo vas a perder todo hagas lo que hagas. Y sólo se trata de intentar esconderlo y convencerte a tí misma de que todo saldrá bien. Que habrá algun día en que no te despiertes con su imagen, que cuando pienses en esos recuerdos tan tontos pero a la vez tan especiales, no sientas ese flechazo en el corazón.

Todo empezó de la manera más tonta. Y mira como ha acabado.
Yo aquí, muriendo de amor. Tú lejos, observando el horizonte con una sonrisa en la cara.
Y en medio, todo lo que no sé de ti, todo lo que no te imaginas sobre mí. Tus secretos, tu vida, tu rutina, tu mundo especial, en el que mi conocimiento acerca de él se queda reducido a un par de palabras. Lo que imagino, lo que me cuentas. Todo lo que nos separa. La distancia insalvable que hay entre tú y yo.

Inalcanzable.

domingo, 6 de noviembre de 2011

Lugares.

Hay lugares en los que he vivido tantas cosas que se me hace extremadamente duro volver a pasar por ahí sin las personas, la situación y el tiempo que lo hicieron especial. Es difícil pasar por delante de un sitio donde has vivido los momentos más felices de tu vida y que te crezca una profunda nostalgia que te recorra de arriba abajo en solo un segundo.
No me gusta pasear por lugares que creí que durarían para siempre y que ahora solo forman parte de mis recuerdos. Siempre me ha hecho daño tener que recorrer mis huellas y tragarme los suspiros de felicidad que exhalé un día en el mismo sitio por el que ahora paso con el corazón en la mano.

Es duro. Es duro pero poco a poco, tienes que intentar guardar la esencia de lo vivido y entender que lo que es importante es la magnitud del recuerdo, aquello inolvidable, y no el sitio en el que estabas. Vas dejando espacio para que muchos otros lugares ocupen tu corazón y aunque para ti aquel paisaje siempre tendrá un significado especial ligado a una fecha y a un momento determinado de tu vida, se trata de recoger ese momento y guardarlo en el corazón bajo llave. Solo de esta manera podrás volver a visitar todos esos sitios sin que te duela, sin que creas que haciéndolo se perderá la magia que lo envolvía. Solo así podrás empezar a vivir otras cosas que quizás lleguen a ser tan especiales, o incluso más, como un día lo fueron las otras.