martes, 21 de mayo de 2013

First.

<< Me gusta demasiado pensar en la primera vez que te vi y en cómo empezó todo. Entonces yo no sabía que estaría enamorada de ti desde ese milisegundo, ni tú imaginabas que ibas a revolucionar todos mis esquemas con sólo una sonrisa.
Y yo te miraba y pensaba que podría haberme perdido en tu ojos las veces que hiciera falta con tal de que me miraras y que te hubiera seguido a cualquier sitio si me lo hubieras pedido. Yo tenía demasiadas ganas de perderme contigo y tú querías que me perdiera calle abajo porque hay casualidades que no siempre llegan en el momento adecuado, y yo fui una de ellas.
Pero todo quedó atrás y sólo de vez en cuando eras capaz de sacarme una sonrisa, de revolver mi estómago con un par de notas pero todo lo que había empezado una noche como otra cualquiera, se apagó y cuando salió el sol yo no quería ni acordarme de tu nombre... >>


Sé que siempre te ha gustado saber como empezó todo, saber que me hicieron falta sólo siete segundos antes de que abrieras la puerta para saber que había empezado a quererte.
Y no sé cuantas veces llegué a contártelo. Sólo para que sonrieras y yo me muriera de vergüenza.


Y ahora que daría lo que fuera por contártelo un millón de veces más si hiciera falta.

Aire.

Estaba sentada en el sofá, hacía sol (de hecho, era el primero de muchos días en que hacía sol), y miraba al frente. En su cabeza luces, coches, vasos llenos de bebidas de colores, cigarros medio apagados, medias rotas, faldas cortas, camisetas largas.Aún escucha el pitido en sus orejas, aún tiene los recuerdos borrosos en la mente cada vez que cierra los ojos. Y la tele está encendida, y fuera sigue haciendo sol. Y parece que está bien.

Y entonces se da cuenta. Todo lo extraño que envolvía aquel lugar, notaba que faltaba algo y que algo le impedía sentirse bien. Y todo era culpa del aire. Porque el aire estaba impregnado de nostalgia  y el aire invadía la habitación y lo llenaba todo de recuerdos, de historias, quizás de historias que ya sólo eran recuerdos. Y se daba cuenta de que ni miraba la tele, ni se reía recordando aquella noche, y que no fue hasta que alguien le comentó que había parado de llover que no se dio cuenta de que brillaba el sol. Porque llevaba días, semanas incluso, echando de menos. Echando de menos una sonrisa, una mirada, un "buenas noches", un "te quiero". Sus abrazos. Y sobretodo, echaba de menos volver a casa y saber que de una forma u otra estaría allí hasta las tantas de la madrugada, hablando, riendo, y pensando en ella. Porque ella seguía haciendo lo mismo, de hecho sólo hacía eso. Pero sin reír y sin hablar, y sin estar a su lado. Sola mirando al frente preguntándose qué pasaba en aquel sitio que la hacía sentirse así. Hasta que se dio cuenta de que no se trataba del sitio, sino de ella.
Que no se trataba del sitio, sino de su ausencia.

jueves, 16 de mayo de 2013

Me cuesta tanto.

Cada noche es la misma historia. Intento no hacerlo, intento no ver tus fotos, o hablarte, o leerte. Intento pensar que nunca has formado parte de mi para que ni siquiera me asalten los recuerdos. Y no trato de hacerlo porque me arrepienta de nada, porque quiera borrarte de mi vida, sino porque me es imposible pensar que estuviste y ya no estás en ella. Pero no puedo.
Te juro que lo he intentado. Ahora tú sonreirías porque soy una imbécil y parece que siempre esté llorando. Parece que ya ni siquiera puedo hablar de ti.

¿Sabes? Todos los días cuando me levanto intento imaginarme como era todo cinco meses antes. Intento pensar que era feliz entonces y que ¿porque no debería serlo ahora pues? Cada día cuando me levanto me repito a mi misma que no me voy a morir solo porque tú no estés, que todo pasará, que el tiempo lo cura y lo cambia todo. Cada día la misma historia. Y parece que a veces, eso me consuela y que sí, que estoy bien. Pero es solo una manera tonta de engañar al subconsciente, porque estás en todos lados. Porque me imagino qué harías tú, que opinarías tú, como te llamaría para decirte que esta noche es una noche de mierda, como me arreglaría para que me vieras y siguieras pensando que estoy mejor recién levantada. Me imagino lo que dirías, imagino como te abrazaría, imagino que cada vez que salgo de casa, aún me esperas tú, donde siempre. Y sigo teniendo los horarios de los trenes colgados, y tus billetes desparramados por encima de la mesa. Y sigues estando en cada milímetro de mi piel.

¿Sabes qué? Hoy he leído una carta que hice nueve meses antes, donde teníamos que contar los propósitos que teníamos en mente para conseguir este año, y así cuando llegara Junio pudiéramos ver si se habían cumplido. Y lo primero que he hecho al abrir el sobre es leer tu nombre. En la primera línea. En un rotulador rosa, acorde con lo cursi que soy y seguiré siendo. Ya hace nueve meses que empecé a querer que te enamoraras de mi. Y hace nueve meses que no he dejado de quererte.

Y luego, lo primero que he pensado es en correr a hablarte para contártelo, porque me ha hecho gracia que ya entonces supiera que te quería en mi vida. Pero nunca pensé que cuando abriera ese sobre de nuevo, todo esto hubiera ocurrido. No sé si alegrarme o morirme de rabia como llevo haciendo todo el día y prácticamente todo el mes. Hoy he vuelto a mirar la hora, y eran las 20.20, y me he dado cuenta que no se me ocurría nada que pudiera desear. Porque siempre has estado en todos esos deseos tontos, aunque nunca te lo haya dicho y aunque sé que tú ya lo sabías de sobras. ¿Sabes?, no dejé ni un día de pedir que te quedaras conmigo, mucho tiempo, hasta que casi se me borrara el recuerdo de la primera noche de tantas que habrían venido después.

Y ahora está sonando la primera canción que canté contigo. Una canción que no tiene ningún significado y que es odiosa ya de tanto que ha sonado, pero que siempre me lleva a aquel lugar y a aquel día. Aquel lugar no existe, y ese día hace mucho que pasó. Y yo ya no soy la de entonces, ni tú. Pero daría lo que fuera por volver a aquella noche y volver a reencontrarte más tarde. Daría lo que fuera por volver a conocerte otra vez. Y por volver a despertarme a tu lado y por volver a ni siquiera leer una puta carta tonta y saber que vas a estar ahí para escucharme.

Me cuesta tanto...
Porque no puedo, no puedo dejar de quererte. Y me rompe, me rompe pensar que vas a olvidarte de mi y vas a conocer a cualquier otra persona que te llene más que yo, y a la que querrás más que yo, y que yo sólo seré un puto recuerdo. No quiero vivir de recuerdos. No quiero ser un recuerdo. Porque no puedo dejar de acordarme de todas las promesas que te hice, de todo lo que te dije. Que voy a estar aquí, que quizás no vuelva a enamorarme jamás, que quizás no vuelva a verte más. Pero yo daría lo que fuera por saber que sí, que todos mis planes de niña tonta van a cumplirse, que no necesito a nadie más, que todos los guiones que inventé para nuestra historia van a representarse y que algún día podré volver a aquel sitio. Contigo. Y con Leire, y con Taylor y con Áitor.


Bueno, déjalo. ¿Sabes? Creo que nadie sabe lo que me cuesta todo esto porque ni yo misma lo sabía. Estaba tan enfrascada en intentar no pensar en ti que ni siquiera me había dado cuenta de que es inútil intentarlo.

"Perquè t'estimo, joder. Perquè em vaig enamorar de tu des del primer moment en que et vaig veure."

lunes, 6 de mayo de 2013

Sin palabras

Dicen que las personas sólo escribimos cuando estamos muy tristes o cuando estamos profundamente enamorados.
Pero la verdad es que estos dos términos suelen ir de la mano mucho más de lo que deberían.










Pero hay veces que por el contrario, la suma de estos dos estados te deja sin palabras.