miércoles, 4 de febrero de 2015

Brindis

Por esas llamadas que nunca suenan.
Por los mensajes que me quedé esperando hasta quedarme dormida, y desperté a tientas buscando el móvil, con la esperanza de que hubieras pensado en mi tanto como yo en ti.
Por el feliz año que nunca llegó, y las veces que te hacía prometer que pensarías en mi cuando estuvieras lejos. 
Por las veces que te fuiste sin acordarte de mi.
Me duelen los momentos en los que me cegaba la lluvia, o mis lágrimas, y te buscaba sin cesar para que aparecieras a mi lado y las calmaras con un abrazo. Para que fueras paz. 
Por las veces que tus ojos fueron cafeína, y me quedaba despierta toda la noche con la vista fijada en el techo intentando mirar en ellos, descubrir en qué pensabas, descifrar si era en mí.
Por todas las veces que volvimos a casa por distintos caminos y nuestras huellas quedaron perdidas entre las pisadas de la demás gente. Gente que no existía para mí, cuando giraba la cabeza con la estúpida esperanza de encontrarte corriendo detrás mío.
Por no detenerme. Por dejar que me fuera. Por no insistir una última vez, la que yo hubiera cedido y hubiera besado cada una de nuestras discusiones a modo de punto y aparte.
Por quedarte mirando cómo me marchaba y girar la cabeza para otra parte. Por hacer ver que te daba igual. Por hacerme entender que te daba igual.
Por las veces que te quise y las veces que no dejaré de quererte, mientras paso por nuestro banco y fijo la mirada en el suelo. Mientras borro recuerdos y sueños en los brazos de cualquier otro, del que sea. Alguno que no tenga tus ojos ni me derrita con tu sonrisa. Alguno que no se parezca a ti y me deje dormir por las noches. Alguno que no vaya a subirme al cielo y a dejarme caer después. Alguno que me llame cuando le digo que no pasa nada, que estoy bien, mientras con la mirada le suplico que me pregunte una vez más, que estoy a 17 segundos de derrumbarme de nuevo.
Alguno que no seas tú y alguno al que no vaya a querer, pero me deje querer por él. Alguno al que esperaré que quieras romperle la boca por no besarme como debería, que ese puesto te sigue perteneciendo a ti.
Brindo por todo esto y por mí, por sacarte de mi cabeza, por aprender a no querer verte, por aprender a alejarme de ti y de tus constantes idas y venidas.

No puedo despedirme de ti, pero brindo por intentarlo. Por ser feliz a pesar de que sea sin ti.