martes, 21 de mayo de 2013

Aire.

Estaba sentada en el sofá, hacía sol (de hecho, era el primero de muchos días en que hacía sol), y miraba al frente. En su cabeza luces, coches, vasos llenos de bebidas de colores, cigarros medio apagados, medias rotas, faldas cortas, camisetas largas.Aún escucha el pitido en sus orejas, aún tiene los recuerdos borrosos en la mente cada vez que cierra los ojos. Y la tele está encendida, y fuera sigue haciendo sol. Y parece que está bien.

Y entonces se da cuenta. Todo lo extraño que envolvía aquel lugar, notaba que faltaba algo y que algo le impedía sentirse bien. Y todo era culpa del aire. Porque el aire estaba impregnado de nostalgia  y el aire invadía la habitación y lo llenaba todo de recuerdos, de historias, quizás de historias que ya sólo eran recuerdos. Y se daba cuenta de que ni miraba la tele, ni se reía recordando aquella noche, y que no fue hasta que alguien le comentó que había parado de llover que no se dio cuenta de que brillaba el sol. Porque llevaba días, semanas incluso, echando de menos. Echando de menos una sonrisa, una mirada, un "buenas noches", un "te quiero". Sus abrazos. Y sobretodo, echaba de menos volver a casa y saber que de una forma u otra estaría allí hasta las tantas de la madrugada, hablando, riendo, y pensando en ella. Porque ella seguía haciendo lo mismo, de hecho sólo hacía eso. Pero sin reír y sin hablar, y sin estar a su lado. Sola mirando al frente preguntándose qué pasaba en aquel sitio que la hacía sentirse así. Hasta que se dio cuenta de que no se trataba del sitio, sino de ella.
Que no se trataba del sitio, sino de su ausencia.

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