miércoles, 4 de mayo de 2016

Sobre cómo seré yo si no es contigo

Y me dices así, con esta voz tan tuya, que me enamore, que sea feliz.
Y yo te miro y pienso en cómo diablos voy a ser feliz si me sonríes así.
Que cómo voy a ser feliz con alguien que no seas tú.
Que cómo seré yo, si no es contigo.
Es difícil encontrar palabras para describir la sensación que me eriza la piel cada vez que me miras. Porque al fin y al cabo, el amor sólo era eso, cuestión de piel. De descuadrar esquemas, de que me tires por el suelo todos mis dogmas, y que se me desangren las venas con oír tu voz.

Mira lo que has hecho conmigo, ya no sé ni qué escribir.
Me has robado las palabras y el sentido común. La capacidad de razonar para quedártela a tu antojo, y hacer con mi coherencia lo que hace el otoño con las copas de los árboles.
Me has convertido en una versión de mí misma que no sé reconocer, alguien que empieza y acaba el día soñando con robarte una sonrisa de alguna manera u otra.
Y se me caen las ideas a tus pies cuando apareces, y siento que sólo cuando tú estás estoy en el sitio adecuado. Al lugar donde pertenezco, como si casa ya no fuera un sitio sino tú.

Me encantaría que las cosas no fueran como son,
que tú no fueras tú,
y sobre todo, que yo no fuera yo.

Pero supongo que si el universo ha conspirado para que nos encontremos así,
también va a hacerlo para que nos despidamos de la misma manera.

Y sé que llegará el día en que ya no pensaré en ti, que serás recuerdos. Partes que irán diluyéndose en mi memoria a medida que otras le vayan sustituyendo. Aunque quien ha tenido la mala suerte de encontrarse con la magia en el peor de los momentos sabe que quién ha sido magia nunca deja de serlo. Y que te encontraré en las esquinas, en las baldosas de tu calle, en la mediocridad del resto de la gente. Y de vez en cuando pensaré en ti como si no pasara nada y como si nunca te hubiera dejado escapar porque no estaba en mis manos. Pensaré en la ironía del destino y en la injusticia de haber tenido licencia para mirarte a los ojos y haber apartado la mirada. Pensaré en todas las cosas que nunca te he dicho, y en lo que te voy a echar de menos sin que tú te lo imagines. Ojalá encuentres a alguien a quien también se le descontrolen los latidos cuando le hablen de ti, y yo encuentre a otra persona de la que escribir bocetos que nunca irán a ningún lado.

Como todo esto.
Como casi siempre.
Palabras desencadenadas buscándole sentido a una historia que nunca lo ha tenido.
Porque desde el principio se ha tratado de esto.
De descrifrarte entera, aún a riesgo de abandonarme a mí en el intento.
De buscarle explicación,
de encontrar una razón,
y acabar perdiendo el juicio.

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