jueves, 4 de agosto de 2011

Otra vez.

Hoy lo he vuelto a soñar.
Era simple. Ni siquiera recuerdo donde estábamos, sólo sé que había una pared blanca, y allí despaldas estabas tú. No te vi, nadie dijo tu nombre, no llegué a oír tu voz, pero tenía la absoluta certeza de que eras tú. Nadie te conocía como yo. Entonces vine yo por detrás y te abracé, uno de esos abrazos que llegan al alma. Y se detuvo el tiempo y se paró todo, y yo pensé cuánto tiempo hacía que estaba esperando este momento, la sonrisa de mi cara era completamente proporcional al tiempo que llevaba sin ti, y ni siquiera podía creer que en ese momento, fueras real. No lo eras, pero yo aún no lo sabía. Te susurré que tenía muchas ganas de verte, y que había hablado tanto de ti que todo el mundo quería conocerte. Sé que sonreíste, lo noté, aunque no lo vi. No sé cuanto tiempo pasé allí, no puedo recordar si te dije algo más, si llegaste a contestar, solo sé que en ese momento todo volvió a ser como antes, como cuando estabas conmigo. Entonces desperté. Sola en mi cama, miré hacia la pared y no te vi, ya no estabas. Y empecé a recordar esos dos, tres minutos que duró mi sueño. Y no me importó que ahora la nostalgia me golpeara en la cara, y no me importó saber que estaría todo el día intentando recordar tu mirada, porque durante esos minutos te sentí cerca.
Y solo por eso ya valió la pena.

No hay comentarios:

Publicar un comentario