Me duele pensar en ti, y recordar cada mirada de complicidad, recordar el sonido de tus pasos al acercarte y sentir el corazon extrañamente acelerado. Me duele recordar como te miraba y como me guiñabas el ojo, como me tocabas la cara y como hacías para hacerme sentir la persona mas especial del mundo. Que vinieras hacia mi y se detuviera el tiempo, que te acercaras un milímetro, que me dieras la mano y me tocaras el alma. Me duele cuando recuerdo los días tristes, tú a lo lejos con los ojos de llorar y yo inmóbil, a diez metros de ti pero incapaz de salvar esa distancia. Me sentía a kilómetros de tu mundo, y dar un paso parecía saltar al vacío. Y nunca me arriesgué. Podría haberlo hecho pero nunca fui capaz de avanzar, de cogerte de la mano y mirarte a los ojos, de preguntar si te pasaba algo. Sentía que debía protegerte y jamás lo hice. Por dentro me moría por abrazarte y sacarte una sonrisa, pero no podía moverme. Paralizaste cada músculo de mi cuerpo. No sabes cuanto me arrepiento de haber dejado pasar tantas oportunidades de cambiar el rumbo de la historia, de haberme intentado convencer de que no sentía nada y de haberme intentado proteger enfadándome contigo.
Me equivoqué tanto... Y te dejé escapar de todas las formas posibles en las que podía hacerlo. Lo siento tanto, amor.
Por eso me duele pensar en ti. Porque a veces, apareces en mi mente y aún soy capaz de sentirte. Porque jamás olvidaré la primera vez que te vi. No puedo, te juro que lo he intentado pero no puedo.
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