Acércate, que voy a
curarte el alma.
Te voy a besar el rastro
invisible que han dejado en tus mejillas todas aquellas lágrimas,
las que apagabas con el
sonido del agua
cuando creías que nadie te
escuchaba.
Que tienes aún las pupilas
manchadas de tristeza,
y ese tono en la voz de
los que guardan secretos
y han roto demasiadas
promesas.
Aún vistes la sonrisa
cansada de los que sonríen por rutina,
que hace tiempo que no
oigo cómo estalla tu risa
manchando de color estas
paredes tan vacías.
Los lunares de tu espalda
han sido besados por tantos nombres desconocidos
que ya no recuerdas qué
historia se escondía detrás de cada par de labios.
Que después de tantos años
has olvidado lo que era volver a casa cantando,
y tachar los días del
calendario esperando esperar algo.
Que ahora voy a borrarte
los malos recuerdos,
desanudarte los nudos de
la garganta,
aligerar el peso que
cargas sobre la espalda.
Que tienes las piernas
como para perder la cabeza,
pero han pisado demasiado
sobre suelos equivocados.
Tienes escrito en la
frente el rastro de caminos que no te han llevado a ninguna parte,
y has perdido el norte
queriendo encontrarlo.
Que voy a ser guía si me
dejas llevarte,
y a allanar el asfalto
para que no vuelvas a tropezarte,
que de barrancos y abismos
he aprendido bastante.
Y que a veces es necesario
ser ancla para que otros puedan amarrarte,
y dejaría mi puerto vacío
para albergar todos tus barcos,
que avanzar,
a veces,
también es dejar que otros
se marchen.
Pero ven, que yo ya sabes
que te espero desde hace tiempo,
que cuando pones la carita
triste detienes el mundo en invierno.
Que no hace falta que lo
deje todo, que lo perdí al encontrarte.
Que fuiste cursiva,
negrita,
y punto y aparte,
y me sigo chocando contigo
al final de mis frases.
Que juntaría tus pedazos a
versos
si las palabras fueran
alguna vez suficientes,
pero contigo se me
atraganta la voz
y se me corta el aliento.
Déjame arrancarte las
tristezas de raíz,
devolverte los sueños para
que vuelvas a dormir,
que todas las heridas
encuentran cirugía
para borrar su cicatriz.
Y a veces me parece que
cuando miras al cielo
lo que esperas sin
quererlo es que se cumplan tus deseos,
y ojalá supieras que el
único cielo que yo conozco
lo descubrí el primer día
a través de tus ojos.
Y por eso me rompe que
pierdan su brillo,
que si a la noche,
le quitas la luna,
pierde también el sentido.
Que ya me encuentro
buscándote,
casi por instinto,
porque el amor es una
cosa,
pero quererte a ti,
es distinto.
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