miércoles, 13 de abril de 2011
Pero ¿qué quieres que te diga?
Que se me sale el corazón por la boca cada vez que clavas tu mirada en mi. Que sé que no es lo mismo, que no me siento como antes, que quizás ya no eres tan imprescindible, que al fin y al cabo aprendí a vivir sin ti, porque no hay nada que el tiempo no cure. Pero aun así, sigo buscando tu sonrisa en cada esquina, creo que seguirás mirándome sin que yo te vea, que vendrás y me cogerás de la mano, que iremos juntos hasta donde yo quiera. Sigo creyendo que aunque haya pasado tanto tiempo, no ha cambiado nada, que sigues esperándome para volver juntos, y que seguirás sentándote a mi lado sin que yo te lo pida. Que no hará falta que te cuente nada para que sepas que estoy triste, que esa complicidad sigue ahí, que podemos seguir entendiéndonos con sólo mirarnos. Pero entonces, pienso en que ahora ni siquiera eres capaz de comprenderme. Que vivimos en dos mundos distintos, que estás lejos, aunque estés a mi lado. Que me miras y no me ves, que sonríes poco, que ni siquiera sé ver ese brillo especial en tu mirada. Que no te veo feliz. Y me duele, me duele no poder hacerte sonreír como antes, me duele no poder hacer nada para escuchar tu risa, el sonido más maravilloso que escucharé nunca. Me duele que te hayas alejado, que ni siquiera te importe, que ni siquiera pienses en mi un minuto del día. Me duele porque creó que solamente yo creé esa historia. Y que ahora estoy aquí perdida, y tú no estás conmigo, y te vas, solo, hacia alguna parte, y no sabré encontrarte... Y no te encontraré y estaré aquí perdida. Como desde hace tres meses, aquí, sin saber como mirarte para que no me apartes la cabeza, sin comprender si te hice daño, sin comprender ninguno de tus silencios. Sin comprenderte a ti. Pero ¿qué quieres que te diga? Empezamos a ser dos extraños que ya no se entienden con solo mirarse.
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