Al final voy a cansarme de pronunciar tu nombre. Aunque sea así, sin decir ninguna de sus letras. Intento pensar en otras cosas, hago otras cosas, veo a otra gente, incluso pienso que hasta me enamoro de otras personas. Pero ¿sabes qué? Que en un nanosegundo eres capaz de volver con esa fuerza que te caracteriza, eres capaz de hacer que se me olvide todo, de devolverme a ese punto donde dejamos nuestra historia, de devolverme a ese día. De devolverme tu mirada, tus ojos que me decían adiós, tu piel que me tocaba y la mía que ardía, mis lágrimas, tu última sonrisa. No fui capaz de decirte nada de lo que sentía. No fui capaz de besarte, intenté derrochar la fuerza de mis sentimientos en ese abrazo y no lo conseguí. Me quedé con tu sonrisa. Me quedé con cada una de tus palabras. Y las guardé tan dentro de mí... Guardé las noches en vela, nuestros sueños rotos, las maletas que se quedaron en el armario porque jamás fuimos capaces de coger ningún tren que nos llevara lejos. Lejos de todo esto que nos rodeaba e impedía que huyéramos donde nada ni nadie pudiera molestarnos. Pero la cuestión es que jamás lo hicimos y yo me quedé aquí, en la misma esquina de siempre, esperando que volvieras, con un reloj en la mano que me susurraba que cada segundo que pasaba, te perdía un poco más. Hasta que se rompió. Las agujas dejaron de girar y yo dejé de esperarte, recogí los cristales y agarré el corazón, y me fui. Sin ti, una vez más. Y quise dejarte atrás durante días, durante meses, como si dejando de creer en esta historia, ésta se hiciera menos real. Dejé de creer en ti. Yo, que te quise desde el primer momento. Yo, que luchaba y luchaba y un día caí, porque no fui capaz de encontrarte.
Y ahora, que apenas pienso en ti, se me aparece tu fotografía. Y me acuerdo de todo. Y me acuerdo de ti, y por un segundo siento otra vez toda esa magia que nos envolvía. Y de mi necesidad absurda de volver a verte. Y de tu estúpida habilidad de desaparecer cuando estoy a punto de llegar.
Cierro los ojos. Quizás sin tu sonrisa grabada en el papel maché, todo es un poquito más fácil. Y quizás hasta duele menos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario