No puedes forzarte a enamorarte de alguien. Eso simplemente sucede.
Un día, conoces a una persona tan especial que casi puedes tocar el cielo con la punta de los dedos. Lentamente, te dejas atrapar por sus virtudes y sus defectos y acabas con la cabeza apoyada en el cristal de cualquier autobús, escuchando canciones ñoñas e imaginando que se las cantas al oído, mientras sus labios se acercan a los tuyos. Casi puedes notarlo. Casi es real.
Poco a poco, vas dejándote llevar por esa corriente imparable que conlleva el estar enamorado, y la inmensidad de las cosas se magnifica, la belleza de lo bonito se intensifica, y solo tienes ganas de gritar al mundo que quieres a esa persona. Es bonito, es realmente especial ver como algo tan pequeño como el corazón puede hacerte sentir la persona más grande del mundo.
Por eso no podemos forzar las cosas, no tienes que empeñarte en enamorarte de alguien solo porque te convenga, solo porque sea fácil. Tiene que salir de dentro, tiene que ser incontrolable. Y si no lo sientes así, déjalo. No vale la pena obligarse a querer a alguien, así solo haces daño a las personas que quizás si te quieren a ti. Porque el amor... El amor no se puede controlar.
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